Crónica de un concierto memorable
Por Juan Carlos Cortés
La velada de Nacho Vegas en Morelia fue el pasado jueves 19 de marzo en el Salón Arena, el escenario que alguna vez fuera testigo de grandes batallas entre gladiadores del pancracio mexicano.
La fila era de cuadra y media en la calle, los fans en una larga espera aprovechaban el retraso en la hora anunciada para encontrarse con amigos y disfrutar de las primeras bebidas alcohólicas, que al fin al cabo en esa calle así se usa, no hay prohibición y los travestis y chicas de la esquina venden sus amores a los que así lo requieran. Yo me metí a la fila con unos amigos músicos y al llegar a la entrada les dije a los de la puerta: «Estoy en la lista»; ¡ahhh, el poder de los de la prensa estaba de mi lado! – pásele y las puertas se me abrieron en mi aventura de cronista, todo por escuchar una canción que me gusta y que me sé.
La primera vez que Nacho Vegas estaba en Morelia comenzó alrededor de las once de la noche, seguido en los pasillos por una valla de seguridad y de otros cinco músicos más. «Cambio de planes» como la canción, no comenzó Chris Sánchez Blues Band a tocar como estaba anunciado, así que directamente las canciones transcurrieron en una «Resituación», lentas, pausadas, valseaditas en dos horas de acordes simples, sin pretensiones con una banda bien plantada en su lugar, piano, dos guitarras, bajo y batería.
Lo mejor de la noche fue el público de Morelia que asistió, cantó y le gritó a Nacho Vegas “Oeeeee oeeee ooeeee, Nacho, Nacho”, tal cual como en un partido de fútbol para ovacionar a su equipo. Este público principalmente joven que no estaba dispuesto a ser unos simples «actores poco memorables», se aferraba a unas melodías monótonas de una voz grave para hacer cimbrar el famosísimo recinto.
Teléfonos celulares iluminaban la vista de los que se plantaron al frente del escenario con las manos arriba para llenar de recuerdos la primera vez que se presentaba en Morelia el cantautor español. Desde atrás se escuchaba mejor y con un six de chelas bien frías otros cantaban en voz baja «Me voy a emborrachar, me voy a emborrachar» cual «taberneros».
Como si describiera la ciudad más triste del mundo, «la ciudad vampira», Vegas habló sobre la que aparece en primera plana en los periódicos y que da tanto de qué hablar en todo el mundo por la violencia; mencionó también entre canciones que recordaba bien que seguían faltando los estudiantes desaparecidos pero que era un placer estar en Morelia y que esperaba volver algún día.
La banda y el cantautor se despidió de Morelia y el público temeroso de comenzar una ausencia de quién sabe cuántos años, se aferró a que regresara al escenario al grito unísono de “Oeeee oeee oeeeee, Nachoooo, Nachooo”. Después de interpretar un par de piezas más, Vegas se despidió del público sin cantar la canción que sí me sabía bien, pero aprendí unas nuevas y también que no debo ir al «mercado de Sonora».
Al final del concierto me invitaron a palomear unos blues con Chris Sánchez Blues Band que tocó para un público que dejaba de a poco el lugar llevando consigo sus selfies, suvenires, autógrafos y una melodía en la mente Shala lala lará. Yo me fui y alguien me dijo: Nos veremos después caballero; tal como «el hombre que casi conoció a Michi Panero», sonreí contagiado por las canciones de Nacho Vegas.