Perseguidos por el destino es una historia de amor entre Bibi, una joven y adinerada piloto de autos de carreras, y Gigi, egresado de la escuela de la calle, además de arriesgado integrante de una banda de asaltabancos.
Sin ser un cineasta particularmente interesante, el belga Michaël R. Roskam se las había arreglado para rodar un par de filmes policiales de buena factura. El primero de ellos, Bullhead (Rundskop, 2011), fue nominado a los premios Oscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa, algo que suele convertirse en un pase de entrada a Hollywood. Es por ello que su siguiente proyecto, La entrega (The drop, 2014), fue rodado enteramente en los Estados Unidos, con Tom Hardy y James Gandolfini en el reparto (ésta sería la última película del actor italoamericano). Aunque tuvo buenas críticas no funcionó muy bien en taquilla, un hecho que truncó, al menos momentáneamente, la aventura americana del director.
En su regreso a Europa, Roskam planteó la idea de un nuevo filme a Thomas Bidegain (colaborador habitual de Jacques Audiard). Éste último reclutó a Noé Debré para dar forma al guion de Perseguidos por el destino (Le fidèle, 2017). La película que estrena en México la distribuidora Zima Entertainment, es una historia de amor entre Bibi, joven y adinerada piloto de autos de carreras y Gigi, egresado de la escuela de la calle, además de arriesgado integrante de una banda de asaltabancos. Las marcadas diferencias entre ambos no impedirán que funcione su relación, hasta que Gigi sea encarcelado después de un robo a una camioneta de valores. A partir de ese momento comenzará el calvario de la pareja, la cual intentará mantenerse unida a pesar de las dificultades.
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Roskam considera que su película es el resultado de combinar el thriller francés con el clásico film noir estadounidense. Pero las decisiones que tomó para llegar al montaje final no parecen confirmar sus aseveraciones. Más bien parece una historia de amor convencional aderezada con un par de escenas de acción y una resolución desconcertante.
Contada en tres episodios, cada uno con un tono distinto, nunca encuentra una coherencia entre sus partes. La primera de ellas, titulada simplemente “Gigi” (Matthias Schoenaerts en su tercera participación con el director), se enfoca en la conformación de la personalidad del protagonista masculino. Una infancia marcada por la violencia y la falta de afecto, se traducen en su ingreso al mundo criminal y de paso en un insuperable terror a los perros. Éstos últimos reflejan la sumisión y la fidelidad que requiere el amor incondicional, que en su segunda parte representa “Bibi” (la joven Adèle Exarchopoulos).
De pronto el thriller se ha convertido en drama amoroso. Pero el viraje más extraño ocurre en el tramo final titulado “Pas de fleurs” (nada de flores), cuando un embarazo (que al final no es), da paso a un tumor letal. Pero lo más extraño de todo, es cuando nuestro dolido protagonista es, literalmente, obligado a fugarse de prisión y justo cuando están a punto de sacarlo de Bélgica, decide escapar de sus libertadores a bordo de un Porsche que lo espera con las llaves puestas y el tanque lleno. ¡Faltaba más!
Si hay una palabra que defina a Perseguidos por el destino en sus más de dos horas de duración es la inconsistencia. Roskam nunca es capaz de encontrar el tono adecuado. Aunque por momentos consigue fluidez narrativa, la cinta no logra funcionar como thriller y en la búsqueda de una justificación para el amor destructivo de la pareja, somete a sus personajes a una serie de decisiones extravagantes y situaciones inverosímiles. Es verdad que el director ha arriesgado esta vez más que en sus trabajos previos, pero al final se enreda con torpeza en el mismo embrollo que ha creado.