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Plagio, esnobismo y avaricia en Ojos Grandes

CARTELERA RESTROSPECTIVA

Ojos grandes (Big eyes, 2014) es el largometraje número 17 que firma Tim Burton en su ya larga carrera como realizador. A diferencia de sus trabajos anteriores, en esta ocasión la nueva producción del cineasta californiano estuvo acompañada por una discreta campaña publicitaria, algo que no impidió que estuviera nominada en tres categorías importantes en los Globos de Oro: Mejor Actor y Actriz en Comedia o Musical, así como Mejor Canción Original (con el tema homónimo interpretado por Lana del Rey), aunque al final solamente la actriz Amy Adams pudo llevarse el premio a casa.

Big Eyes película

La cinta tuvo un modesto desempeño en la taquilla estadounidense desde su estreno en enero, nada raro si tomamos en cuenta que muchos la consideran apenas una obra de transición antes de su próximo gran proyecto: la adaptación de la novela juvenil Peregrine’s home for peculiars.

Ojos grandes está basada en un escándalo de plagio artístico acontecido en la década de los sesenta. El matrimonio conformado por el carismático (y mentiroso crónico) Walter y su esposa, la pintora Margaret Keane, alcanzó fama y fortuna con la elaboración de una serie de cuadros que representaban infantes de enormes ojos tristes. La pareja contaba con una clara e injusta división del trabajo: Margaret hacía las pinturas y Walter las firmaba, la ambición de éste último y una sólida estrategia de comercialización colocaron cientos de esas pinturas y grabados en las paredes de negocios y hogares, revistas y accesorios de uso cotidiano que fueron adquiridos por toda clase de personas amantes del pop art con reminiscencias kitsch, algo muy en boga en esos días.

Burton desde niño se sentía fascinado por esas figuras melancólicas con las que sentía una fuerte identificación. Siendo un entusiasta de la historia del pop art, el cineasta se sintió fascinado cuando a finales de los años ochenta conoció la historia del matrimonio Keane, quienes para ese entonces ya había pasado por varios pleitos legales para determinar la autoría intelectual de las populares obras, que en sus momentos de gloria acercaron a mucha gente a los museos mientras que los críticos las ignoraban por completo.

El guion fue escrito por Scott Alexander y Larry Karaszewski (quienes redactaron el libreto para Ed Wood, otro de los filmes de Burton), pero la relación de amistad del cineasta con Margaret Keane (quien aún vive y sigue pintando), fue acercando la historia cada vez más al enfoque de la pintora, alejándola de la tortuosa mentalidad de Walter Keane, así como de la ambiciosa masificación de su obra, aspectos que parecían más interesantes de indagar.

Muchos seguidores de Burton se han sentido un tanto decepcionados por el aspecto colorido de la película, detalle que el director justifica por el periodo en el que está ambientada la historia y por supuesto, por la profusa paleta de colores de las pinturas de Margaret Keane. Sin embargo, la película se sienta vacía y carente de entusiasmo, además pierde la oportunidad de profundizar en el esnobismo en el arte o de la cursi vulgarización del mismo. Ojos grandes no es una obra enteramente fallida, pero carece de la fascinación y la originalidad a la que puede llegar un cineasta que sigue lejos, muy lejos de sus mejores trabajos.

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