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Portugal, España, México, la administración y los milagros

Por Raúl Mejía

Empiezo con Osorio, nuestro DT, que se enojó bien gacho con sus chamacos por no captar sus ideas en materia de pases en ciertos “carriles” de la cancha. En algún momento se puso realista y temerario. Dijo que sólo había tres seres humanos en el mundo que podían meter goles, desequilibrar y resolver partidos en la más estricta modalidad Deux Ex Machina y ninguno estaba en la alineación teutona: Messi, Ronaldo y Neymar.

A unos kilómetros de ahí, el brasileño aludido por Osorio, envuelto en su inveterada modestia, se puso humilde: “yo soy el mejor jugador del mundo porque Messi y Ronaldo no son de este planeta”.

Como se ven las cosas de aquí a menos de dos semanas y ante la eventualidad de pasar al tradicional cuarto partido, los mexicanos andamos con el Jesús en la boca porque esto de la primera fase mundialista es un asunto de gestión de recursos y, siendo sensatos, los alemanes dan por descontado su pase al cuarto juego, pero nunca lo harán en el ánimo de echarse un tirito con Brasil. Eso se lo dejarán a México, Corea o Suecia apelando a la clásica disyuntiva en donde las abuelas siempre salen perdiendo: “de que me muera yo a que se muera mi abuelita…”

Alguien saldrá perjudicado y una cosa es cierta: no serán los alemanes.

El tema de los seres alados de otro mundo lo vivieron los españoles hace rato con un Ronaldo cuyo talento es la única cosa superior a su ego y se agradece.. al menos, yo, sí.

Un juego de campeones el de España y Portugal. Jugado con sensatez y pragmatismo. Deslizar aviesamente la naturaleza “arreglada” del partido es sólo para ilustrar que la primera fase es un mero “warm up” para ciertas escuadras porque saben que la chequera, el músculo, la infraestructura, mentalidad y la lectura -en su versión lúdico futbolera- está de parte de la élite, tal como ocurre en casi todos los ámbitos de la vida. En la cancha de Sochi retozaron cuando menos trece astros con una fuerza de gravedad suficiente para desorbitar y disolver al mundo africano (por ahora)… y lo harán. Ya podemos estar tranquilos: España y Portugal pasarán la primera aduana de acuerdo a lo que dicen las Sagradas Escrituras.

Irán y Marruecos… gracias por participar.

¿Alguien duda del futuro próximo? Yo no. Tenemos para rato con los lusos y los ibéricos y no será Rusia ni Uruguay quienes lo objeten.

Pero ¿y las sorpresas? ¡Ay, amigos! Yo no soy un experto en eso de analizar partidos de futbol y me atengo a lo que veo: por una parte, equipos que juegan apasionados pero ni se inmutan con la presión y se administran en esta fase temprana del mundial y, por otra, oncenas que acuden al expediente del milagro o la sorpresa. En ese rango pongo a México en esta ocasión.

Creo será la primera vez en veinte años que nos regresarán luego del tercer partido.

Jorge Ramos, comentarista uruguayo que me cae muy bien y mantiene una relación tensa con José Ramón Fernández, apuntó hace unos días frente a Hugo Sánchez, Tomás Boy Joserra, Faitelson y Gomez Junco que Alemania es favorita el próximo domingo… pero está un poco lejos de ser la máquina letal, precisa de hace un año y una sorpresa no se debe descartar. ¿México le puede ganar a Alemania? Me gustaría que mis reservas guadalupanas alcanzaran para creerlo.

Por hoy, me parece que vimos un gran partido con dos potencias administrando a tope sus recursos y su pragmatismo.

Así se juega cuando se tiene con qué. Joder.

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