Por Antonio H. Vargas
Honor a quien honor merece. Continúan las actividades del Festival de Música de Morelia en su primera semana y rinden homenaje al jazzista mexicano Eugenio Toussaint. El templo de San Diego, quizá el más barroco de dicha ciudad, fue la sede de este homenaje.
Con un programa variado pero coral camerístico, una serie de agrupaciones nos hicieron recorrer la línea del tiempo hacia el pasado cristiano, sabernos finitos y pecadores ya que la obra con la que dio inicio dicho homenaje fue el Réquiem en Re menor op. 48 de Gustav Fauré, quien la compuso en 1887. Fue por primera vez interpretada para el funeral de Josep Le Soufache (arquitecto que organizó la reconstrucción del castillo de Versalles, entre otras obras). Recordemos que réquiem, cuyo significado es descanso, se convertirá en sinónimo de misa de difuntos y pasará a denominar estas misas de forma general.
La siguiente obra fue Aleluya del personaje que da nombre al Festival de Música: Miguel Bernal Jiménez, nos recordó que una de sus especialidades fue la música coral y que su catálogo es abundante en la música religiosa y litúrgica.
Tres marimbas resonaron al unísono en las copulas del templo. La segunda parte del programa inició con la obra de Jo Kondo, músico japonés participando con A volcano Mount, el músico asiático le interesa la diferenciación entre diferentes timbres de instrumentos, la música griega antigua y la práctica del Hoquetus medieval. Ha apropiado la herencia de Cage y Morton.
Otra obra de Gustav Fauré hizo gala en el escenario barroco: Cantico de Jean Racine para coro mixto y órgano, esta obra la escribió como pieza de graduación en la escuela de Niedermeyer con la que obtuvo el primer lugar en composición, en ella destaca un patrón rítmico fijo, inmutable, esta obra la dedica al organista belga Cesar Franck.
Los argentinos no se quedaron fuera de este homenaje, Osvaldo Golijov presentó Demos gracias al señor (de La Pasion según san Marcos) compuesta en año 2000, es la obra más reconocida del músico, en ella se muestra la combinación de la música de cámara, litúrgica judía, el nuevo tango y estilos latinos-africanos.
Cerrando con broche de oro este concierto se presentó Post Tenebras Lux, de Eugenio Toussaint; esta obra tiene la peculiaridad de ser para coro mixto, saxofón soprano, arpa, flauta de pico y percusiones. Se estrenó en 1997 en la clausura el XV Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, cabe mencionar que es la segunda vez que se interpreta, todo gracias al Festival de Música de Morelia.
En las percusiones estuvo Versus 8; en el arpa, Mercedes Gómez; en la flauta de pico, Miguel Lawrence; en el saxofón Omar López, bajo la batuta de Rodrigo Macías y el Coro de la Orquesta Sinfónica el Estado de México con la dirección de Manuel Flores.
Ahora vayamos a los detalles, creo que el altar del templo antes citado fue insuficiente para la presentación de este homenaje, ya que el coro y los instrumentos eran algo nutridos, además de tres marimbas, el espacio fue muy reducido. La acústica del templo es bueno pero tanto movimiento en el altar distraía al público, además hubo una especie de discusión discreta: un ex-militar quería llevar a su nieta a conocer el templo, a la Virgen, le fue negada la entrada por no haber pagado su cuota, me pregunto y estaría bien que la organización del Festival también se lo pregunte ¿Cuándo hay eventos en los templos de la ciudad, es necesario que cobren? Los templos, por definición religiosa y estatal, son un espacio público, hay personas que no saben o no les interesan las actividades del festival y que solo desean practicar su devoción.