Originalmente llegaría a la cartelera en el mes de marzo, pero su estreno se pospuso debido a las razones que todos conocemos. Queen y Slim: los fugitivos (Queen & Slim, 2019), es el largometraje debut de Melina Matsoukas. La producción se estrenó en noviembre del año pasado en los Estados Unidos con muy buenos números en taquilla y a México llega de la mano de Cine Caníbal. Su lanzamiento no deja de ser un tanto curioso, ya que la película está disponible en formato digital desde hace algunos meses.
El guion de la también activista y actriz Lena Waithe nos ubica inicialmente en la ciudad de Cleveland. Dos jóvenes afroamericanos se reúnen gracias a Tinder. La cosa parece ir mal desde el inicio, no solo debido a sus ocupaciones (él vende zapatos y ella es abogada), sino a que sus personalidades son diametralmente opuestas. Camino a casa, un policía los detiene de manera arbitraria y termina hiriendo a la joven. El saldo final es un policía muerto y una pareja fugitiva. Inmediatamente comienza una cacería humana y un espectáculo mediático: los jóvenes se han convertido en un símbolo de la opresión y desigualdad en la que crecen buena parte de los afroamericanos en la tierra del Tío Sam.
Al igual que Waithe, Matsoukas es una activista que aborda abiertamente temas relacionados con la cultura a la que pertenece. Por ello, no extraña que haya elegido Cleveland como punto de partida del viaje de sus protagonistas. En esa ciudad sucedió el asesinato de Tamir Rice, un niño negro de doce años que fue abatido por un policía que nunca fue a juicio. Además, Ohio es uno de los estados donde es legal la pena de muerte, como lo menciona Queen, abogada penalista que no pudo evitar la ejecución de su cliente. Otro dato importante es que Cleveland era uno de los puntos más socorridos del “Ferrocarril subterráneo”, una red clandestina que ayudaba a escapar a los esclavos de los estados sureños durante las primeras décadas del siglo XIX.
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En ese sentido, la película desarrolla un interesante concepto a la inversa. Queen y Slim huyen del norte hacia el sur. El clima helado de las primeras secuencias va cambiando paulatinamente conforme los fugitivos se acercan a Luisiana y Florida. La temperatura aumenta y también lo hace la atracción que sienten los protagonistas. “Gracias por este viaje, no importa como termine”, dice Queen en uno de sus escasos arrebatos. Es así como esta historia de amor se desarrolla en medio de la persecución policial y del acoso mediático.
Matsoukas tiene una larga trayectoria en televisión y dirección de videos musicales (Beyoncé, Rihanna, Lady Gaga, Jennifer Lopez, etc.). Por ello no es extraño que la película tenga una fuerte carga musical, aunque por momentos resulte excesiva. Pero hay otros problemas a los que hay que prestar atención. El metraje se alarga innecesariamente (más de dos horas) y se empieza a diluir después de veinte minutos francamente espectaculares. El manejo narrativo de la fama involuntaria de los personajes es demasiado convencional y distrae la atención de su travesía, que es mucho más que un simple desplazamiento físico.
A pesar de todo, Queen y Slim se suma con dignidad a la lista de filmes que resaltan un problema que sigue afectando seriamente a la humanidad, señalando particularmente el caso de los Estados Unidos. en ese país, se pueden ver a personas realizando trabajos forzados en exteriores vistiendo sus distintivos trajes de prisioneros. Las secuelas de la esclavitud y las heridas del racismo en el tejido social están todavía lejos de desaparecer.