Por Antonio H. Vargas
En la recta final del este año Morelia se llena de festivales y ahora toca al Festival de Música de Morelia “Miguel Bernal Jiménez” en su vigésimo novena edición. Como todos los años, la inauguración es grande, un desplante de glamur, etiqueta rigurosa, personalidades famosas, políticos etc., quienes desfilan por la alfombra rosa del Teatro Morelos.
La directora del FMM, Mariol Arias Sánchez, da la bienvenida al público además de decir: “Somos un festival permanente, abierto e incluyente, que ha buscado tener presencia a lo largo de todo el año, que ha tejido interesantes redes de trabajo y logrado vinculación con diversas instituciones, enriqueciendo así la vida de los mexicanos; muestra de esto es el reciente reconocimiento que otorga la UNE a Morelia como ciudad creativa en música, un logro común que llena de orgullo a todos”. Es Silvia Figueroa Zamudio (en representación del gobernador del estado) quien inaugura a las 8:48 pm.
Este año es la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) bajo la dirección de Marco Parisotto y Daniela Liebman al piano quienes abren tan renombrado festival, el programa del concierto se basó en la música de Hungría y en particular la música gitana húngara. Cabe mencionar que el director, oriundo de Canadá con descendencia italiana, comentó en rueda de prensa: “Es algo diferente y que no se escucha de modo regular. No se escucha muy seguido un programa basado en música de Hungría y creo que es una ocasión especial celebrar a los compositores de esa música en este Festival”.
Parisotto ha sido galardonado por defieres festivales, tales como el Concurso Internacional de Conductores de Besançon, uniéndose a las filas de directores como Seiji Ozawa, Michel Plasson o Zdenek Macal. Fue el primero en la historia de este evento élite y recibió el Grand Prix y el Prix du Public. Otros premios importantes han incluido el Concurso Internacional de Conductores de Tokio en Japón, el Concurso Constantin Silvestri en Rumania y el Antonio Pedrotti en Italia, además de otros reconocimientos especiales en estos eventos.
Por su lado, la pianista Daniela Liebman con no más de 15 años de edad y considerada una niña prodigio expresó que este Festival ha fungido como una plataforma importante para la difusión y promoción artística: “El Festival de Música Miguel Bernal Jiménez ha abierto las puertas para muchos músicos.”
El concierto se desarrolló con una fuerza viva, los instrumentos lanzaban sus notas desgarradoras pero alegres, movimiento de los músicos siguiendo la batuta del director. Fue Zoltán Kodály con quien la OFJ arrancó el programa inaugural, la pieza que interpretaron fue Háry János: Suite, cabe mencionar que ésta es una clara referencia del floklore húngaro, el compositor extrae estos elementos de la ópera del mismo nombre
Concierto No. 1 en Mi Bemol mayor de Franz Liszt fue la obra el que la joven pianista, vestida de rojo, interpretó para el público moreliano, dejando latente su virtuosismo. Con una técnica limpia recorría con sus largos dedos las teclas del piano, arrancando a éste la música. Al final de su interpretación fue cálida y largamente ovacionada por el público al que deleitó. A manera de agradecimiento tocó Balada Mexicana, de Manuel M. Ponce.
La segunda parte del programa fueron las Danzas Húngaras 1, 4, 5, 6, 7 de Johannes Brahms, quienes hicieron gala. Estas Danzas son 21 en total, originalmente escritas para piano. Brahms vierte el conocimiento que tiene del folclore de Hungría. Cerraron con Béla Bartók con la Suite: El Mandarín Maravilloso, que está basado en un cuento de Menyhért Lengyel. Esta obra orquestal fue estrenada en 1926 y censurada por su contenido polémico y erótico. Al final de la interpretación, el Director con su filarmónica son ovacionados debidamente obsequiando al público el “Jarabe Tapatío.”
Sin duda se inaugura uno de los festivales importantes para la capital michoacana y para el país; claro que no sería posible sin el patrocinio de algunas empresas trasnacionales, tal es el caso del refresco de Cola con colores rojos, pero me pregunto: ¿Es necesario poner lonas gigantes a un lado del escenario y contaminar visualmente la sala de conciertos? ¿Se trata de arte o de mercadotecnia?