Después de muchas especulaciones llegó por fin a las salas mexicanas Steve Jobs (2015), largometraje número doce que hace para cine el director británico Danny Boyle.
La cinta ha sido nominada en cuatro categorías para la próxima entrega de los Globos de Oro (entre ellas mejor actor y mejor guión), sin embargo, eso no se ha traducido en mayores ingresos en taquilla, al menos en los Estados Unidos, en donde ha recaudado apenas la mitad de sus costos de producción desde su estreno en octubre. En México las cosas no parecen ir mejor, donde medra a la sombra de millonarias producciones y exhibiéndose casi siempre en salas semivacías, aunque obviamente habrá que esperar los números finales para dar un veredicto.
Con guion de Aaron Sorkin (el mismo que escribió The social network, para David Fincher), basado en el libro biográfico del reconocido escritor y periodista estadounidense Walter Isaacson (editado en español por Debate, con el sencillo título Steve Jobs), la cinta recrea tres momentos fundamentales en la vida profesional del empresario californiano: el lanzamiento de la Apple Macintosh (1984), la presentación de la estación de trabajo de NeXT, conocida comúnmente como “El cubo” (1988), y por último la exitosa recuperación de la compañía con la aparición de la línea iMac (1998). Utilizando estos tres episodios, ubicándonos tras bambalinas en cada uno de los recintos donde se llevan a cabo los eventos, nos muestran la complicada relación de Jobs con compañeros de trabajo, periodistas y familiares.
Desde el inicio la producción estuvo plagada de problemas. David Fincher dirigiría y Christian Bale llevaría el papel principal, pero los desacuerdos creativos y la falta de financiamiento detuvieron el proyecto, lo que dio tiempo para que la mediocre versión de Joshua Michael Stern, Jobs (2013), protagonizada por Ashton Kutcher, llegara a las salas de cine.
Con la llegada de Danny Boyle, las cosas no mejoraron de inmediato, ya que varios de los actores contemplados al final rechazaron participar en la cinta. Al final y un tanto de rebote, Michael Fassbender interpretó al exitoso empresario y Kate Winslet hizo lo propio con Joanna Hoffman, su fiel asistente. Ambas elecciones resultaron acertadas a pesar del escaso parecido físico del actor con el cofundador de Apple.
Además de contar con la asesoría del propio Steve Wozniak (afamado ingeniero y amigo de la infancia de Jobs, interpretado por Seth Rogen), la cinta tiene la hábil dirección de Boyle para no mantenerse estática, valiéndose del seguimiento de los actores por los pasillos e insertando puntuales flashbacks. De esta manera da vida a un guion repleto de diálogos, pero que tiene la virtud de narrar una historia a partir de tres elaboradas secuencias.
¿Por qué ha sido un fracaso comercial? Hay varios factores, entre ellos el escaso imán taquillero de Michael Fassbender y la publicidad negativa generada por buena parte de los involucrados, quienes se han quejado de la inexactitud del relato. Tampoco se puede descartar el tono condescendiente de la cinta y el hecho de que no era necesario hacer una película (otra más), sobre Steve Jobs.
Quienes busquen exactitud histórica se sentirán decepcionados. El propio Danny Boyle reconoce que el filme toma eventos reales e imaginarios para conformar lo que denomina como “una visión exacerbada de la realidad”. En ese sentido, Steve Jobs funciona más como una sólida cinta de entretenimiento que como una buena película biográfica, algo que después de todo, no puede ser tan malo.