Una efímera y breve discusión en Twitter llama la atención sobre los problemas de comunicación que cada vez son más frecuentes en las redes sociales y lo que esconden esas breves discusiones, que en ocasiones no llevan a grandes consecuencias, pero en otras trascienden a cambios radicales de conducta, modificación de políticas públicas o incluso cesión de cargos.
Una mujer discute en Twitter sobre la pertinencia o no de que el cuento escrito por Ricardo Bernal «Lucy y el monstruo» esté incluido en los libros gratuitos de texto que la Secretaría de Educación Pública (SEP) entrega a los niños de primaria. En este caso, de quinto grado. La mujer que está en contra de la publicación expresa en Twitter «argumentando» que el cuento no es propio para los niños de esta edad. Su publicación hace un llamado a padres de familia, se pregunta si será una broma y expresa que se «horrorizó» al leer el cuento. Otra mujer le responde, defendiendo su gusto personal por el cuento y pregunta: ¿es una manera de enfrentar los miedos absurdos, no? La primera mujer responde que «Si enfrentar los miedos absurdos con una historia donde la protagonista (que tiene miedos absurdos) muere y el monstruo decide ya no comerla porque no le gustan los niños muertos y prefiere ahora ir por el amigo, pues sí.». A esto, la segunda mujer responde: «Insisto, me encantó y creo ayuda a los niños a confiar en los padres, en vencer sus miedos y sobretodo, enfrentar al malvado y feo monstruo.». Entonces la primera mujer replica que «Pues creo que leímos cuentos diferentes. ¿Confías en tus padres y acabas muerta?». A esto, la segunda mujer contesta que «En buen plan. No serán tus miedos? en otros twit hablas de pederastia! No bueno. No comparto tu opinión sobre los libros de la SEP que en Literatura y Ciencias son de vanguardia. Y sí, sí tengo hijos y leían de niños de todo y están bien eh. Cero traumas. Cero miedos.» La primera mujer cierra la discusión con ella utilizando la siguiente frase: «Tenemos diferente comprensión de lectura, ha de ser eso.».
Ahí debería acabar la historia. Sin embargo, la Mujer 1 menciona en el mismo thread (hilo de conversación) pero respondiendo a otro usuario que «Un niño no debería leer una historia así, me da la impresión de hasta relacionarse con pederastia, no sé. Me parece muy enfermo.». En la narrativa utilizamos un mecanismo de transformación llamado «arco del personaje», que es una serie de sucesos o ideas que tienen una lógica, los cuales debidamente encadenados nos llevaran a un estadio del personaje distinto al inicial. Es decir, todo aquello que afecta a un personaje y provoca que se transforme. Por ejemplo (spoiler), Walter White comienza siendo un bonachón profesor de química y acaba muerto siendo el gran lord de las drogas. Lo que sucedió en el hilo de conversación de la Mujer 1 fue un rompimiento o una elipsis demasiado abrupta en ese arco de personaje. No entendemos de dónde viene esa nueva idea para Mujer 1 de que el cuento «Lucy y el monstruo» se relaciona con la pederastia. ¿En dónde están los elementos? Solamente ella lo sabe. Sí entendemos, por otro lado, porque la Mujer 1 considera que un niño no debería leer una historia así. Dejaremos de lado el thread, la Mujer 2, la SEP y hasta a Ricardo Bernal, para hacer un breve análisis de lo que argumenta y sostiene la Mujer 1.
Hagamos un ejercicio a partir de estas dos frases: «Tenemos diferentes comprensiones de lectura» y «Un niño no debería leer una historia así». En la primera frase, la Mujer 1 acepta que el mundo puede ser concebido y percibido de diferentes formas. La mujer acepta que ella no ha comprendido el cuento de la misma forma que otra persona. No cabe más la discusión, porque pudo haber ingresado a la discusión una tercera persona (hombre o mujer, da igual) que diera un argumento distinto.
Finalmente, concluir con «tenemos diferentes comprensiones de lectura» nos sugiere también que la lectura que ha dado Mujer 1 no es la única, que sí existen otras posibilidades de comprensión del mismo texto, más allá que la suya. Sin embargo, y aquí es donde radica la gravedad del caso, es que unos tweets más adelante, la misma Mujer 1 que ya ha aceptado que existen otras formas de leer el mismo texto, sentencia: «Un niño no debería leer una historia así». Incluso más adelante escribe: «… publicarlo en un libro de SEP para niños? Yo sí cortaría cabezas.» Es decir: A la Mujer 1 lo que más le preocupa es que se imponga su punto de vista, porque si bien ha aceptado que se pueden leer los cuentos desde diferentes percepciones, es la suya la que debe imponerse. Cuando ella dice «no debería» significa que ella ha construido su propio sistema de valores y su moral le dicta lo que «debe o no» hacer o recibir un niño. No se juzga por ello: es natural, es social, es humano proteger a los niños de adversidades y amenazas. No es eso lo que debe preocuparnos de la Mujer 1.
Lo que debe preocuparnos, es que como ella, hay miles de Mujeres 1 en las redes sociales que justamente están buscando eso: imponer su punto de vista. Mientras más se aleja de la vida pública la discusión que esté respaldada y sostenida por elementos que prueben que existe un andamiaje que sostenga al argumento, vemos en redes sociales cada vez más ejemplos de que la percepción del individuo es la que el mismo individuo busca diseminar e incluso contaminar entre sus semejantes. En lógica, la falacia se llama ad verecundiam. El individuo argumenta falazmente que su razonamiento es verdadero porque considera que tiene autoridad. Cuando cuestionábamos a nuestros padres por qué teníamos que hacer una tarea que nos encomendaban, ellos contestaban justamente con esa falacia: Porque soy tu padre o Porque soy tu madre. Si cuestionábamos a los profesores por qué ellos tenían la razón, también (en aquel entonces) decían «Porque soy el profesor» (magister dixit).
Así, la Mujer 1, cuyos valores, educación y principios evidentemente no son iguales a los del resto, quiere o quiso, aunque fuera fugazmente y a través de un tweet, imponer su punto de vista. ¿Por qué? Sencillamente porque es madre.
*Imagen de portada del ilustrador mexicano Chubaso, inspirada en “Lucy y el monstruo”.