El 9 de marzo de 1997, mientras Biggie Smalls conducía un auto en Los Angeles, alguien lo mató a balazos. Se trataba de uno de los mejores raperos surgidos en Nueva York, dueño de un flow sin igual, lento y oscuro, gangsta de pura cepa…
Por Jorge A. Amaral
Hay un capítulo de South Park en el que, en la noche de Halloween, al repetir frente al espejo “Biggie Smalls, Biggie Smalls, Biggie Smalls”, este rapero se aparece. Ojalá fuera cierto, y es que este 21 de mayo, Christopher George Latore Wallace habría cumplido 42 años de edad. Ya en alguna ocasión había hablado de The Notorious B.I.G. al recomendar Ready to die (1994), el álbum que marcó para siempre la historia del rap y que hoy, a 17 años de la muerte de este icono, continúa siendo uno de los mejores discos del género, y su autor, uno de los más grandes MC que han existido.
Hablar de The Notorious B.I.G. es referirse al dueño de un flow sin igual, lento y oscuro, gangsta de pura cepa que se acopla de manera magistral a cada base, fluyendo con los bajos, flow que, nuevo en ese momento, fue la punta de lanza para el surgimiento de un estilo que otros raperos neoyorkinos adoptaron dando forma a lo que el rap sería a partir de la segunda mitad de la década de los 90.
Haciendo un breve repaso por la historia del rap, vale destacar que aunque este género nació en Nueva York, ante el empuje que el rap de California estaba teniendo desde el surgimiento de Ice T y N.W.A. y la carrera en solitario de los egresados de esta crew (Dr. Dre, Ice Cube e Easy-E básicamente, porque J Dilla y MC Ren ya no sobresalieron), Nueva York, aunque tenía excelentes raperos, estaba siendo relegada.
Pero a pesar del avasallamiento comercial de la Costa Oeste, en Nueva York se seguía haciendo buen rap, aunque más underground, con gente como Black Moon, Onyx, Big L (recomiendo Lifestylez ov da poor & dangerous, de 1995), Jeru The Damaja, Group Home y Mobb Deep, comenzando a despuntar en cuestión de ventas con Puff Daddy o Mase, y otros más de la disquera Bad Boy Records. Pero la importancia de la Costa Este no se volvería a afianzar sino hasta el lanzamiento de Ready to die, al que le siguieron en importancia e impacto los discos de Nas, Illmatic; Jay-Z, Reasonable doubt; Busta Rhymes, The coming, o Wu-Tang Clan, Enter the Wu-Tang (36 Chambers).
En este contexto, con Bad Boy Records en Nueva York y Death Row Entertainment en Los Ángeles, la batalla por el mercado adquirió tintes que al principio no eran más que una batalla de rapo de proporciones corporativas, ya que ambas disqueras peleaban por firmar a los mejores artistas y estos peleaban por la atención de la audiencia y el respeto de sus colegas lanzándose consignas unos a otros, es así que mientras 2Pac, en “Hit ‘em up” afirma haber tenido sexo con la mujer de Biggie, éste le dedica “Who shot ya?”, después de que Shakur sufriera un ataque a balazos, con lo que la rivalidad entre raperos y que ambas compañías sabían capitalizar muy bien, adquirió tintes más personales, ya con el involucramiento de pandillas al servicio de las mafias que controlaban la escena del rap.
Esto no paró sino hasta el asesinato de 2Pac, después de una pelea de box en Las Vegas. Claro que ante la rivalidad entre ambos, Notorious fue señalado como responsable, aunque él, como era de esperarse, siempre lo negó. El otro gran golpe al rap ocurrió el 9 de marzo de 1997, después de una entrega de premios, en Los Ángeles, cuando, mientras esperaban la luz verde del semáforo, desde un coche que se les emparejó, Biggie recibió cuatro balazos. Lo curioso de esto es que, hasta la fecha, ninguno de los dos asesinatos ha sido aclarado.
Por lo anterior, la carrera de The Notorious B.I.G. fue bastante breve, con sólo dos discos de estudio, Ready to die y Life after death, de 1997. Extrañamente y no sé por qué azares del destino, el segundo disco, que además es doble y está de rechupete, al momento del asesinato aún no era lanzado, apenas se había grabado el video de “Hipnotize”, primer sencillo del álbum. Salió a la venta apenas dos semanas después de la muerte de Big Poppa, resultando en ventas estratosféricas, la friolera de 28 millones de copias. Empresarialmente conveniente, creo yo.
Biggie, el que vive para el funk, el de las ideas suicidas, el que estaba listo para morir, el que dice que las cosas han de cambiar, para quien más dinero significaba más problemas, el que, como muchos otros, pasó de ser un traficante de medio pelo a un icono del rap, como pocos, el que dejó una hija pequeña y una madre que ha luchado porque su asesinato sea esclarecido, es el mismo a quien Sting cantó “Every breath you take” en la adaptación que de este tema emblemático de The Police hiciera P. Diddy (en aquel entonces llamado Puff Daddy) para dar forma al ya clásico dentro del rap “I’ll be missing you” como un homenaje a esa máquina lírica llamada The Notorious B.I.G., de quien ojalá muchos raperos actuales aprendieran algo. Por lo pronto, feliz cumpleaños Biggie Smalls.