Aunque alcanzó reconocimiento mundial con el extraordinario drama de familia Fuerza mayor (Turist, 2014), el cineasta sueco Ruben Östlund, ya contaba en su haber con un par de películas muy importantes. Pero es ahora con The square (2017), su quinto largometraje, con el que Östlund se hizo acreedor a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, el cual como ya es una tradición, se presentó en la sección de Estrenos Internacionales del recién concluido FICM.
La película sigue los pasos de Christian, el curador de un importante museo de arte contemporáneo en una ciudad de Suecia. La apertura de una nueva exposición llamada The Square ha generado una fuerte carga de estrés en el equipo de la institución, la cual se acentúa cuando Christian sufre un robo a plena luz del día. El inconsciente intento del curador para recuperar sus pertenencias provocará una reacción en cadena de sucesos desagradables, que en poco tiempo lo llevarán a cuestionar su peculiar escala de valores.
El filme se construye con base en su protagonista (muy bien el actor danés Claes Bang), el curador de arte políticamente correcto, que conduce un auto eléctrico y que de cuando en cuando da dinero a los necesitados. Pero después de perder sus pertenencias, se aprecia más la selectividad de sus valores: su inconsciente trato con los indigentes y la tardía aceptación de sus errores.
Por otra parte, la cinta funciona como una divertida sátira del mundo del arte contemporáneo: las instalaciones artísticas con explicaciones tan vacías como rimbombantes, una clara referencia al bulo del chimpancé “Pierre Brassau”, el cual provocó toda clase de burlas entre los críticos de arte de los años sesenta, la banalidad irreflexiva de las campañas publicitarias supuestamente vanguardistas y por supuesto, el impresionante performance del hombre simio en una clara referencia al trabajo del ruso Oleg Kulik.
La exposición a la cual se hacen múltiples menciones a lo largo de la película, hace referencia a un tema crucial: la empatía o la falta de ella entre los seres humanos. Son varias las escenas en donde una persona pide ayuda y la gente los evita: los indigentes que piden dinero para comer, las personas que recolectan firmas para una causa noble, el niño que pide ayuda en un edificio… paradójicamente, cuando alguien decide ayudar le roban el teléfono y la cartera.
Otro tema importante de la obra de Östlund es la posición de poder y la forma en que ésta define el comportamiento de las personas. Vemos a Christian, el protagonista, amenazar veladamente a su subalterno, reconstruir sin remordimientos una obra derribada por un trabajador de limpieza y vanagloriarse de llevarse a la cama a una joven periodista, aunque también se preocupa encarecidamente por el destino de su semen. Pero será la pérdida de dicho empoderamiento lo que permitirá a Christian empezar nuevamente de cero y tal vez volverse una mejor persona.
Lo nuevo del cineasta sueco ha generado críticas encontradas desde su estreno en Cannes, hay quien se queja de su duración (dos horas y veinte minutos), de su humor mordaz y poco digerible, así como del desprecio con el que parece tratar al mundo del arte. Pero The square es mucho más que una comedia incómoda, es una experiencia visual y una crítica social inteligente, un tanto dispersa pero no por ello menos efectiva.