El primer plano de la película Made in Britain (Alan Clarke, 1982) muestra a un joven skinhead, mirando algún lugar fuera de cuadro, completamente rapado (obviamente) y con un tatuaje de una pequeña suástica entre las cejas.
Acompañado de las guitarras punketas de The Exploited, el joven Trevor se levanta (y nosotros con él) y comienza a caminar por los pasillos de una oficina, acompañado de dos oficiales. Trevor es presentado en una corte por haber lanzado un ladrillo por la ventana de un paquistaní. El juez pregunta a Trevor si se había percatado que la víctima había tenido que ser tratada en un hospital por las heridas. Trevor, cínicamente, responde que sí. Su cuerpo está echado hacia atrás, su brazo descansa sobre una mesa, desafiante. En el interrogatorio el juez pregunta: ¿no tiene vergüenza? Trevor responde, lógicamente: no.
Este es el comienzo de la carrera de Tim Roth (Londres, 1961), un hombre que ha cruzado una y otra vez la línea de la cordura para perderse en personajes que van desde la creación plástica hasta las armas, quienes parecen estar muy de su lado. Dos años después de su debut, en 1984, Stephen Frears (The Queen 2006, Philomena 2013) lo dirigía en un papel secundario en la película The Hit. El ascenso por la montaña rocosa, en ocasiones nevada que es el cine, lo llevó a interpretar personajes como el mítico Gregorio Samsa de Kafka en la adaptación televisiva de Jim Goddard hasta que en 1989 se encontró con el mítico director galés Peter Greenaway para realizar la película El Cocinero, El ladrón, su esposa y su amante (1989).
En su camino se encontró con el reto de encarnar al pintor holandés Vincent Van Gogh (Vincent and Theo, Altman, 1990) y hacia 1992, para regocijo del público tarantinesco (y del público en general), Tim Roth interpretó al mítico Mr. Pink de Perros de Reserva (Tarantino), el policía encubierto que se desangra en el asiento trasero de un Chevrolet mientras su compañero le toma la mano, diciéndole que todo va a estar bien.
Dos años después, en la casi bíblica Pulp Fiction (Tarantino, 1994), Tim Roth se convertiría en el dulce y estúpido asaltante de poca monta inglés que junto con su novia deciden asaltar un Dennys. Un año después estrenaría Four Rooms (Anders, Rockwell, Rodriguez y Tarantino, 1995) haciendo del botones/recepcionista, quien fársica y twilight-zonescamente cierra la antología. Hacia el 2001, encarnaría a Thade en El Planeta de los Simios, versión de Tim Burton. Michael Haneke (el enorme austríaco, director de Amour) lo dirigió en el 2007 para el co-protagónico que compartió con Naomi Watts en la auto-copy-catera y perturbante Funny Games. Ese, en muy pocas palabras y con 63 películas en su haber, es Tim Roth.
Es el que el año pasado fue miembro del jurado en el Festival de Cine de Venecia. Es quien en una charla preguntó quién era Roy Andersson (el cineasta sueco que se llevó el gran premio, desbancando a Birdman, de Iñárritu), agregando que quería ver todas sus películas. Es quien declaró tajantemente a los periodistas en la rueda de prensa del jurado que no leía lo que ellos escribían. Es quien protagoniza en este año las películas 600 millas (agente de la agencia estadounidense ATF) y Chronic (un enfermero), dirigidas por Gabriel Ripstein y Michel Franco, ambos mexicanos.
Es uno de los invitados (aún no revelado mientras se publica este texto) del Festival Internacional de Cine de Morelia.