Un suicidio a puñaladas es una comedia escénica que se presenta de jueves a sábado en la Casona del Teatro de Morelia. La adaptación de Ricardo López al texto de Martin Giner es dirigida por Gunnary Prado, con la actuación de Eduardo Guízar (también productor) y el propio López.
La historia plantea el inesperado asesinato del Señor Rivapalacio en su propia casa de descanso. Ha recibido decenas de puñaladas, pero no hay una sola gota de sangre y las puertas están cerradas. Es un misterio que tendrá que resolver un detective cuya hipótesis, por absurda que parezca, es el suicidio. Al primero que tendrá que convencer es al cuidador de un invernadero, quien detrás de una apariencia humilde podría esconder un rostro distinto.
Lo que el espectador está por ver es el duelo entre un detective un tanto torpe y un trabajador que no le cree nada. En lugar de que la investidura de un sagaz investigador le inspire respeto al hombre viejo, le provoca bastante burla y comparaciones con fisonomías de simio. Así arranca un absurdo diálogo que irá descartando escenarios para plantear otros, todos con la misma carga de insensatez. Es egresado de Scotland Yard, quizá la escuela más prestigiada de detectives, pero el personaje de esta obra se plantea como un hombre frustrado porque nadie le reconoce una carrera que tal vez sólo exista en su imaginario.
Fotos: Revés Online
Burocracia policial
Más allá de la hilaridad de los diálogos, Un suicidio a puñaladas muestra cómo las autoridades pueden tejer historias absurdas para dar solución a un delito. ¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que lo que apesta a crimen resulta que fue un autoatentado? Con gabardina y sombrero, como dictan los cánones, el detective se ufana que ha resuelto muchos casos como esos: los de hombres que se suicidan, alteran la escena del asesinato y culpan a alguien más. Con la prisa de un burócrata que quiere irse a su casa, el investigador intenta inculpar al propio trabajador, pero sus deducciones se caen más rápido que el té que bebe con cierta tranquilidad.
La puesta en escena es austera, con los elementos escenográficos indispensables para meternos a una casa rústica. Sin embargo, para quien esto escribe sobran ciertos efectos sonoros que parecen más un recurso televisivo que teatral. Eduardo Guízar y Ricardo López están bien en sus personajes, aunque el detective de pronto cansa con un tono cómico que ha hecho escuela en otras empresas escénicas de Michoacán.
Si no se pierde el hilo de la trama, Un suicidio a puñaladas resulta una agradable obra policiaca con los elementos más clásicos de este género que ha dado para todas las disciplinas. Tiene esas vueltas de tuerca no solo en cómo se dieron los hechos, sino en la misma máscara que tiene cada uno de los protagonistas.
Las funciones son de jueves a domingo a las 8:30 de la noche en la Casona del Teatro, ubicada en Aquiles Serdán 35, Centro.
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