El presupuesto asignado para la construcción del teatro Mariano Matamoros en Morelia parece ser un monstruo que crece y crece sin que nadie lo pueda detener. El proyecto iba a costar 33 millones de pesos y estaría listo para 2010, fecha emblemática en la historia de México, pero han pasado más de siete años sin que la obra se concluya, aunque eso sí, el dinero no deja de fluir y llegaría a la estratosférica cantidad de 501 millones de pesos, cifra insultante para un estado pobre, quebrado en sus finanzas públicas, un gobierno local que arrastra tantas deudas que ya no le paga a sus propios empleados eventuales y sindicalizados, que le debe a proveedores, a artistas que prestan sus servicios, una entidad en la que su universidad pública está al borde del colapso.
El teatro se ha convertido en una gigantesca canasta de recursos públicos, y aunque pretende ser uno de los mejores de América Latina, está salpicado de malos manejos, dinero desaparecido, retrasos monumentales y pérdidas de equipo recién adquirido. Una nota del periódico Cambio de Michoacán, firmada por Omar Arriaga, da cuenta de esa cascada imparable de dinero destinada al recinto: hasta 2015 ya se habían gastado 365 millones de pesos, a lo que se suman 28 millones aplicados recientemente para remozar el teatro. Sin embargo, no se ha ejercido un recurso federal de 2014 por 18 millones que supuestamente está en vías de recuperarse, mientras que en este 2018 la Federación ha dado el visto bueno para que lleguen 90 millones de pesos extras. La suma: 501 millones de pesos.
El proyecto original se anunció en el ya lejano 2009, cuando el estado lo gobernaba el perredista Leonel Godoy Rangel, y al frente del fideicomiso para su construcción fue nombrado (sin licitación alguna) Cuauhtémoc Cárdenas Batel. La promesa: quedaría listo para los festejos del Centenario y el Bicentenario de las luchas armadas en México. Pero se llegó el 2010, el 2011, el 2012… y ahora es 2018 y no hay un teatro abierto. Cárdenas Batel salió del fideicomiso culpando al gobierno entonces ya encabezado por Fausto Vallejo e incluso levantó una demanda por incumplimiento de contrato, salarios devengados y prestaciones no pagadas entre 2009 y 2015. Las acusaciones mutuas han bloqueado a la transparencia de cómo y en qué se ha ejercido tanto dinero.
“Yo estoy tranquilo con los michoacanos”, dijo alguna vez Cárdenas Batel, ya fuera del Fideicomiso, mientras que en junio del año pasado el titular de la Auditoría Superior de Michoacán, José Luis López Salgado, subrayó que el caso del teatro Mariano Matamoros es un ejemplo de corrupción, señalando que el también vicepresidente del Festival Internacional de Cine de Morelia se ha negado a entregar documentación que permita una fiscalización: “Nos da con la puerta en la nariz”, aseguró en un foro empresarial efectuado en Morelia.
Nadie sabe nada
Lo cierto es que hay mucho dinero que no se sabe en dónde quedó. En 2014, integrantes de la Comisión de Cultura y Artes del Congreso del Estado pidieron información al entonces secretario de Cultura Marco Antonio Aguilar Cortés, quien se hizo el desentendido al aducir que legalmente no tenía facultades para saber cómo manejaban el recurso público al interior del Fideicomiso. Por su parte, antes de su caída, el gobierno de Fausto Vallejo no escribía un solo renglón sobre la situación del teatro en su segundo Informe de Gobierno, pese a que la Federación había etiquetado 22 millones de pesos para esa obra en el Ejercicio Fiscal 2013. En su momento, la reportera Ivonne Monreal, de Cambio de Michoacán, calculó un faltante de 103 millones de pesos entre 2009 y 2013, dinero que la Federación etiquetó pero que nunca se reportó. Además, a esa danza de cifras habría que sumar el equipo tecnológico que al parecer ya caducó debido al tiempo transcurrido.
¿Quién se hace responsable de tantas pérdidas? Nadie, como lo acepta el secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, José Juan Domínguez López, quien en los hechos ha descartado investigaciones con el argumento de que lo más importante es entregar la obra concluida, una obra que, irónicamente, podría ser inaugurada en la próxima edición del Festival Internacional de Cine de Morelia.
En caso de que ocho años después de lo previsto ahora sí se inaugure el teatro Mariano Matamoros, nada se sabe sobre su estrategia de operación, si será administrado por el gobierno, si será rentado a la iniciativa privada o si estará disponible para la comunidad artística local. No existe, al menos públicamente, un cálculo de cuánto dinero necesitará anualmente para su operación y mantenimiento, mucho menos de dónde saldrá ese recurso. Lo único que declaró recientemente Domínguez López es que el teatro contará con una bonita cafetería, de la cual, dice, saldrá el dinero para mantener uno de los teatro más lujosos de América Latina. Sí, de una cafetería…
Además, deja ver que el acceso al recinto será limitado y VIP. En una entrevista con el portal de Mimorelia.com, se lee: “No obstante, (Domínguez López) adelantó que dentro del plan a largo plazo en materia de movilidad urbana en el Centro Histórico de Morelia, se contempla peatonalizar el tramo de la calle que va desde el Hotel Virrey de Mendoza hasta el Hotel Casa Grande, por lo que se prevé instalar una pantalla y asientos para que las personas que no logren ingresar al Teatro Matamoros puedan disfrutar de los eventos desde el exterior”.