En pleno corazón de la Ciudad de México sobrevive un movimiento que por sí solo es un estilo de vida. Se trata de los sonideros, esas fiestas de barrio que a ritmo de cumbia, salsa y guaracha han marcado los días de miles de personas en la capital del país.
El documental Yo no soy guapo (Yoice García, 2018) se adentra en este mundo de baile y hermandad. Es un registro contemporáneo que ha comenzado sus proyecciones en festivales como Ambulante y Noise by Stuff, además de tener una corrida en varias ciudades del país.
Las Sonideras
La historia de cómo nació la tropa de sonideros nos es contada por “Lupita la Cigarrita”. Se trata de una auténtica amante del baile que quiere reivindicar a “La Socia”, quizá la primer mujer sonidera del ex DF que sin embargo no obtuvo su justo reconocimiento por el arraigado machismo cultural. Para demostrar que no es un mito, Lupita localiza el hogar de La Socia (fallecida hace algunos años) donde sus familiares contarán cómo esta mujer heredó un equipo de su padre para subir el volumen y mostrar al barrio lo mejor de la cumbia y otros géneros que hechizan a la banda chilanga.
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En su afán por darle valor al movimiento, La Cigarrita (también sonidera) se mete a Tepito para platicar con vendedores de discos quienes lamentan que en el mismo barrio se ha perdido un poco la tradición de escuchar a músicos como Héctor Lavoe, Ponceña, Matancera o Dimensión Latina. “Ahora sólo escuchan banda”, dice con pesar uno de los propietarios de Discos Poncho. Lupita se hunde en los recuerdos, en quiénes fueron los primeros en programar cumbias en las estaciones de radio, en cómo los mariguanos se quedaban en la orilla de los bailes para solo mirar a los demás.
La leyenda de El Duende
En ese mismo centro de la hoy llamada CDMX hay un hombre que, sin pudor alguno, confiesa que prefiere comprar discos a comer. Su figura está rodeada por cientos de vinilos que ha comprado durante toda una vida, esos materiales son, junto a su familia, la única razón que lo mantiene en pie. Se trata de un personaje conocido como “Sonido Duende”, toda una leyenda viva que sigue asistiendo a bailes masivos para hacer que retumben las bocinas y mandar decenas de saludos durante toda la noche.
El Duende y La Cigarrita son solo dos muestras de una cultura urbana que, pese a todo, se niega a morir. Pese a la invasión de la música banda o el reggeatón, pese a que las autoridades mandan a la policía para impedir que se hagan bailes callejeros porque no se pusieron a mano con una lana para los permisos. “Si creen que parar un baile en Tepito es gobernar, están bien pendejos”, dice, con toda razón, una Lupita al borde de las lágrimas ante el impedimento para que se lleva a cabo la fiesta anual sonidera en ese emblemático barrio.
“A los sonideros nadie los va a desaparecer, es como si quisieran extinguir a un pueblo”, concluye El Duende cuando los vecinos desafían a la autoridad y a su modo organizan la pachanga en ese laberinto llamado Tepito, un mundo aparte, un mundo cumbiero y maravilloso.
Proyección conjunta
La Comunidad de Exhibición Cinematográfica (Cedecine) coordina ya la proyección de este documental en varias ciudades del país. Para consultar cada fecha visita este enlace, y si vives en Morelia lánzate el 10 de mayo a Jeudi 27, porque además habrá fiesta posterior con el Sonido Chingadera.