La décima edición del Premio Internacional de Poesía “Gilberto Owen Estrada”continúa abierta hasta el 15 de enero de 2016 con una bolsa que asciende a 60 mil pesos, además de la publicación de obra.
En este concurso convocado por la Universidad Autónoma del Estado de México pueden participar escritores de cualquier nacionalidad, pero con obras escritas en español. El poemario que se presente debe ser inédito, de temática libre firmado con seudónimo, con una extensión mínima de 60 cuartillas y máxima de 120.
Podrán enviar los trabajos a la Secretaría de Difusión de la UAEM (Instituto Literario No. 100, oriente Colonia Centro, C.P. 50000 Toluca, Estado de México).
El resultado se dará a conocer en mayo del 2016 a través del portal www.uaemex.mx y la premiación se realizará en el marco de la Feria Internacional del Libro del Estado de México FILEM 2016.
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Gilberto Owen
Poeta, novelista y diplomático mexicano nacido en El Rosario, Sinaloa, en 1904. Realizó estudios en el Instituto Científico y Literario de Toluca. Fue parte del grupo Los Contemporáneos, uno de los movimiento literarios más importantes de México.autor de Desvelo (1923, editado de manera póstuma), La llama fría (1925), Novela como nube(1926), Línea (1930) y Perseo vencido (1948).
Día primero, El naufragio
Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza
y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.
Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.
Y luché contra el mar toda la noche,
desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.
Con la mañana derogaron las estrellas sus señales y sus leyes
y es inútil que el cartógrafo dibuje ríos secos en la palma
de la mano.
De Sindbad, el varado