“Cama cama cama cama camaleón
Yo soy el camaleón
cama cama cama cama camaleón
Yo soy el camaleón
A mí me dicen el camaleón
Porque cambio de color
Para cada situación
Yo tengo un color mejor”….
Los Alegres de la Sierra
David Robert Jones, mejor conocido como David Bowie, nació el 8 de enero de 1947, en Brixton, Inglaterra. A temprana edad aprendió a tocar el saxofón y comenzó a tocar en pequeños grupos de rock, influenciado por el jazz. A lo largo de su carrera, Bowie se ha caracterizado por las transformaciones y la experimentación, por sus constantes cambios de estilo, de look y sobre todo por utilizar cualquier medio que tuviera a su alcance para desarrollar su capacidad creativa: no sólo en la música, abarca desde el cine hasta el teatro, pasando por el diseño de ropa y la pintura. No por nada le apodaron el camaleón.
Dicen que su primera influencia fue su propio hermano, Terry, que lo acercó al jazz y a escritores de la generación beat, como Kerouac y Allen Grinsberg. En 1963 formó su primer grupo: David Jones and the King Bees, y en 1966 cambia su nombre artístico por el de David Bowie, para tener una carrera en solitario. Su trayectoria estuvo signada por los cambios y la experimentación. Tiempos difíciles para un artista poco convencional, tocaba donde podía, o mejor dicho, donde le daban “chance”.
Bowie era una especie de marciano desesperado por hacer llegar su música. Gracias a una suma de talento y esfuerzo, el Duque Blanco firma un contrato en 1969 con la disquera Deram Records y con ellos edita su primer álbum, Space Odity, inspirado en la película de Stanley Kubric 2001, una Odisea en el Espacio. Para celebrar la llegada del hombre a la Luna, lanza el disco en Estados Unidos a través de una productora de aquel país, lo que supone su irrupción en el mercado norteamericano.
Sin duda los 70 fueron su tiempo. Bowie oscilaba entre la vanguardia y lo espectacular de la cultura mediática, importándole un bledo la pasada década, que regularmente cuestionaba los límites si no le cantabas al amor y la paz, o si no olías a incienso y marihuana. Pero el Camaleón siempre buscó traspasar sus propios límites, siempre cambiando, siempre sorprendiendo.
En esta misma década se rodea de personajes emblemáticos que lo acompañaron en los diversos pasajes por los que transitó su carrera artística. Desde Mick Jagger hasta Iggy Pop, desde Warhol a Lou Reed, ya sea desde un lugar de estrellas consumadas o como simbólicos exponentes vanguardistas, aparecían junto con su nombre.
Bowie y una simple guitarra acústica, o una súper orquesta, o una banda conservadora, ya sea vestido de caballero inglés, de dama provocativa y hasta una especie de bizarro marciano de cabaret. David, aquel chico que nació en Brixton dio el mejor ejemplo de esa constante transformación cuando en 1972 se convirtió en Ziggy. La puesta en escena, en la que colaboró nada menos que Linsay Kemp, mostraba un escenario construido a distintos niveles y con andamiajes que facilitaban los cambios de vestuario.
Aparecían sobre las tablas no sólo los Spider From Mars y los músicos, sino también el grupo de danza de Kemp. Hielo seco, luces y el espectáculo más extravagante de rock que se haya presentado en la Gran Bretaña. Fue sin duda uno de los puntos más altos en la camaleónica carrera de Bowie. Pero las controversias no se hicieron esperar, mientras algunos (como Lou Reed) catalogaron el espectáculo como el más maravilloso que habían visto, otros no dudaron en repudiarlo, críticas encarnizadas sobre la estrella de rock y el sobrepeso de ese Kemp que bajaba con disfraz de ángel, mientras Bowie cantaba Star Man para cerrar con una versión sollozante de Over the rainbowl.
Bowie no se privó de nada: teatro, cine, música y cuanto medio expresivo se le pusiera enfrente. Ziggy Stardus, Sugragette, Changes, Fame, Ashes to Ashes, Fashion, Heroes, Modern Love y una larga lista de temas que se acrecientan con cada nuevo disco nuevo han quedado como marca registrada de un artista que, de tan influenciado, se ha vuelto uno de los mas influyentes. Una de sus últimas polémicas la protagonizó al lado del novelista William Boyd, un episodio por demás creativo y significativo. Reuniendo a la crema del mundo artístico de Nueva York, presentaron la biografía de un “Nat Tate”, un pintor exquisito y depresivo que luego de quemar toda su obra, decide quitarse la vida a sus escasos 31 años.
Muchos comentaron la estupenda obra y otros, inclusive, hacían alarde de haberla visto. La gala terminó con Bowie legitimando la cuestión, leyendo fragmentos de la biografía escrita por Boyd. Días después se conoció la verdad: Nat Tate jamás existió. Esta broma no hizo más que dejar en ridículo cierto aspecto del mundo del arte, y peor aún, a los críticos inoportunos.
Tal pareciera que este duque no tiene fronteras, David Bowie es un símbolo de la época más turbulenta y destellante de la historia de la música moderna. Un tipo que parece resistir el paso del tiempo con solvencia, siempre en constante movimiento. Páginas importantes en la historia de la música de las últimas décadas es gracias a él. Una figura de culto por su pasado, admirado por su presente, vigente como ningún otro. Siempre un paso adelante, a contracorriente.
Controvertido, algunas veces alternativo, otras pragmático; de vez en cuando comercial, pero siempre vanguardista, equilibrado y extremista… por siempre, David Bowie, el camaleón!
*Texto publicado originalmente el 8 de enero de 2013.