Por Armando Casimiro Guzmán
El valor del trabajo
En el sexto día de actividades de la sección de largometrajes mexicanos del FICM se presentó Workers (2013), ópera prima del cineasta José Luis Valle, que ya ganó el Premio Cinecolor y el Premio Mezcal en la más reciente edición de Festival Internacional de Cine de Guadalajara. A la presentación acudieron, además del director, la productora Elsa Reyes, la actriz Susana Salazar y el fotógrafo César Gutiérrez.
La película cuenta con guion del propio Pepe Valle y se originó a partir de un comentario que hizo su padre, de que a su edad no podía hacer planes a largo plazo. Partiendo de la idea de que el tiempo es una especie de cerco que limita a las personas, el director comenzó a trabajar en las historias que muestra en la pantalla: la de una mujer que trabajó muchos años como empleada doméstica de la extravagante madre de un narcotraficante tijuanense y la de un migrante centroamericano, ex veterano de Vietman, que lucha por hacer efectiva su jubilación después de treinta años de laborar en una fábrica de focos.
Al estar ubicada en la frontera, es lógico que la película hable sobre los límites, aunque evita mostrar la violencia típica que asola a esa región del país: “cuando la mostré en Tijuana quise aclarar que no mostré la ciudad tal como es, sino la Tijuana que yo vi”, dijo el cineasta nacido en El Salvador (nacionalizado mexicano). A pesar de tocar temas tan sociales como lo es el trabajo no especializado, el director asegura que nunca tuvo intención de hacer un discurso sobre la lucha de clases ni dar un mensaje social, “de verdad no tuve la voluntad de contar un discurso político”.
Respecto al ritmo pausado y las tomas fijas que pueden desesperar a más de alguno, Pepe Valle reconoció que ese tipo de cine no es precisamente el más atractivo, pero era lo que mejor reflejaba el estilo de documental estilizado que buscaba para su largometraje debut: “A final de cuentas quizás solo sea una película para festivales”, aceptó.
Workers, que contó con financiamiento nacional y de diversos fondos de Alemania, será distribuida por la Cineteca Nacional, de hecho se busca que pueda ser parte de la próxima Muestra Internacional de Cine. Debido a la lenta sucesión de imágenes en la pantalla se le puede tachar de larga pero no de aburrida, ya que sus dosificadas pinceladas de humor la mantienen a flote. Vale la pena destacar el trabajo de Jesús Padilla como el empleado inconforme y analfabeta, con un registro rígido y divertido a la vez. No ganará en el FICM, pero al menos es una propuesta interesante.
«Le dan más tiempo a Derbez»
El estreno de Las horas muertas (2013), segundo largometraje del mexicano Aarón Fernández (quien debutó con el drama urbano Partes usadas en el 2006), lució la sala más vacía de las funciones de prensa del FICM, esto porque se empalmó con otro evento a donde asistiría el (ahora resulta) reconocidísimo Eugenio Derbez. La película ya tuvo un buen paso por el circuito de festivales: San Sebastián, Locarno, Zurich y Tokyo, en donde el director dejó entrever la posibilidad de traer algún premio, algo que se anunciará en las próximas horas.
Aarón Fernández cuenta que al estar viajando por la Costa Esmeralda de Veracruz (franja costera comprendida entre Nautla y Tecolutla), advirtió la existencia de numerosos moteles a lo largo de la carretera. A diferencia del ambiente sórdido que rodea a los lugares que ofrecen este tipo de alojamiento en las grandes ciudades, se encontró con espacios tranquilos y pintorescos. Con una idea preliminar en mente empezó a buscar una locación adecuada y a partir de ahí empezó a crear el guion para su cinta. Las horas muertas muestra a Sebastián, un adolescente que debe hacerse cargo de la administración de un pequeño motel a borde de carretera. El tedio de tal ocupación se ve roto por la aparición de una sensual mujer, con la que traba amistad después de que su amante, un respetable hombre de negocios, la deja plantada.
La cinta, cuya temática es la iniciación sexual de un adolescente con una mujer mayor, está contada de una manera muy simple aunque pueden apreciarse diversos elementos que la alejan de los géneros más comerciales: “quería hacer una película entretenida, pero a la vez que el público piense, participe y saque sus propias conclusiones”, dijo el cineasta. Y es que después de terminar su primer largometraje en el 2006, Fernández deseaba hacer algo distinto, como él mismo lo dice “irse por el lado del lirismo”, evitando mostrar el México morboso y violento que ya se ha retratado mucho en el cine.
La simpleza de la que habla Aarón Fernández tiene que ver mucho con la buena interacción que se nota entre los actores Kristyan Ferrer (quien está presentando también en Morelia, el drama adolescente Besos de azúcar), y Adriana Paz, quien no pudo asistir al festival porque se encuentra muy próxima a dar a luz. Aunque parece estar muy lejos de obtener el premio del FICM, Las horas muertas es un trabajo sobrio, sin florituras innecesarias, aunque esto no signifique que sea aburrido. La podremos ver en la próxima Muestra Internacional de Cine y Canana la estará llevando a las pantallas entre febrero y marzo del año entrante.
Sorprendido por los escasos minutos que se otorgan para preguntas y respuestas al final de cada función de prensa (una constante en esta edición, debido al gran número de películas en competencia), Aarón Fernández no le quedó más remedio que exclamar: “No se vale, le dan más tiempo a Derbez”, y sí, tiene razón, porque a fin de cuentas son estos trabajos los que se encuentran en competencia.