Que haya bandas de música propia no es algo nuevo en la colonial Morelia; si somos curiosos encontraremos proyectos desde la década de los 80, pero fue hasta los alternativos 90 cuando emergieron algunas agrupaciones que impulsadas por el llamado nuevo rock mexicano se lanzaron al ruedo. Hablamos de al menos 20 años constantes donde, sin embargo, casi ningún grupo o solista se ha consolidado, tiempo transcurrido sin que haya un solo foro especializado en conciertos locales, y donde tampoco ha pasado mucho con el público, pues como dicen algunos de los entrevistados: “casi siempre son los mismos, y no son muchos”.
En pleno 2013, son contados los bares dispuestos a decirle no a las bandas que coverean a U2 y Los Fabulosos Cadillacs y en vez de eso abren sus puertas para el rock original. Uno de ellos es La Junglería, abierto desde hace un par de años, y aunque ha pasado por tres sedes distintas, se caracteriza por darle cabida a bandas de todo tipo: punk, metal, ska, reggae, jazz, indie y todo lo que tenga propuesta. Uno de sus socios, Edén Ensástiga, dice que bien organizados y con disciplina esto puede ser redituable y salir bien, pero se necesita voluntad de todas partes, visión para saber que a la gente sí le gusta este tipo de eventos, siempre y cuando cumplan con calidad en todos los sentidos: audio, iluminación, funcionalidad.
Otro empresario que le apuesta al talento local es Gilberto Pérez, socio del Multiforo Cultural Cactux, que recién inauguró un espacio exclusivo para presentaciones artísticas, no solo en materia de música, sino de teatro, literatura y artes visuales. Por ahí han pasado ya varias bandas emergentes e incluso nombres más conocidos como Hiperboreal y Los Macuanos, empero, Gil reconoce que la gente no siempre está dispuesta a cooperar con la causa: “El precio que cobramos por ver a una banda local e incluso nacional es simbólico, a veces hasta 30 pesos, pero en Morelia estamos malacostumbrados, pensamos que el arte debe ser gratuito. Hay gente que se resiste a pagar eso, que se le hace elevado, aunque luego termina por gastarse mucho más en consumo de cerveza. Es ahí donde uno no entiende, pues hasta los mismos personajes que organizan este tipo de eventos y saben lo que cuestan en su producción, luego vuelven y tampoco quieren pagar…”
Otros foros que de manera intermitente albergan a toquines de rock son el centro cultural Mechuacan y bares como Gusto, Avándaro, El Circo, Kered, Esquina 203 y Esquizofrenia, que ha cambiado tantas veces de nombre que muchos prefieren decirle “El Fuxxion”, original denominación que se ha convertido en la cueva por excelencia para conciertos de metal y otros subgéneros oscuros.
Cada uno de estos lugares mantiene su apuesta, aunque deben batallar con detalles como conseguir buen audio que a la vez no sea tan ruidoso, pues corren el riesgo de un acosador Ayuntamiento que impone multas a la menor provocación.
Tercera parte: Promotores de corazón