Las ciudades medianas y grandes tienen un maravilloso encanto: lo multifacéticas y llenas de contrastes que pueden llegar a ser. Morelia no es la excepción.
Por Jorge A. Amaral
Con sólo darse una vuelta por el Libramiento se puede ver de qué manera se distribuyen la riqueza, la educación, el entretenimiento y la vivienda. Basta pasar por el crucero de la salida a Mil Cumbres para pasar de un Morelia a otro, pues en un lado están los grandes desarrollos inmobiliarios y en el otro abundan las colonias de paracaidistas.
En Morelia se moderniza el Libramiento pero las calles de las colonias están hechas un asco, hay unidades deportivas que no son sino refugio de delincuentes, alcohólicos y drogadictos al tiempo que el Ayuntamiento se esfuerza por que Morelia sea sede de eventos deportivos nacionales e internacionales.
En La Ciudad de la Cantera Rosa, si usted es narco y buchón puede pasear a sus anchas por toda la ciudad, pero ay del motociclista mal estacionado porque el comandante Oropeza y sus secuaces hasta lo noquearán con tal de arrestarlo. En fin, en una ciudad como esta no es de extrañar que de un extremo a otro se vivan polos tan opuestos, tanto que hasta los cerros tienen clase social.
Lo sucedido la semana pasada, cuando un grupo de paracaidistas fue desalojado del predio que ocupaban en el morelianísimo Punhuato, puso de relieve el hecho de que Morelia no es la ciudad que Wilfrido Lázaro ve y promueve, que es mucho más que el nombramiento cardenalicio del recalcitrante Suárez Inda.
Según reportes de la prensa local, en este predio vivían personas, a decir de los entrevistados, indigentes que dormían en los puentes, en las unidades deportivas, en la calle. Según los líderes de la colonia Buenos Aires 2, ellos andaban como los mexicas, deambulando, y de repente, como quien ve al águila devorando la serpiente sobre un nopal, dijeron “de aquí somos” y se instalaron en un terreno que sí tenía dueño (hoy todo es de alguien). A partir de ese momento se organizaron bajo un régimen de cooperaciones económicas y seguridad mutua. Aclaro que lo digo sin el romanticismo y la cursilería de Nosotros los pobres, más bien bajo la visión de Ricardo Garibay en De lujo y hambre.
Para no hacer el cuento largo, llegó el día en que los desalojaron, arremetieron contra ellos sin permitirles sacar las pocas cosas que tenían. Siempre he considerado que un desalojo de esta naturaleza es una de las imágenes más desoladoras; no triste, no trágica, desolación es el sentimiento. Y es que, entendida como soledad y desamparo, sentirse desolado es ser consciente de que no se cuenta con nadie, que ninguna persona intervendrá en nuestro auxilio, que nadie nos tenderá una mano.
Digo esto porque, ya después se supo, líderes del PRI y de Antorcha Campesina estaban involucrados en la invasión de este terreno (¿o se imaginaba usted un estercolero donde no estuviera involucrado al menos un partido político y una organización cancerígena como Antorcha?).
Los antorchos, por un lado, organizando a la gente para hacer presión sobre las autoridades a fin de regularizar esta colonia; el PRI, por otro, ofreciendo gestoría a cambio de votos, tan fue así que los colonos asistieron a la unción de Chon Orihuela como candidato del PRI al gobierno del estado, y de hecho no faltó quien dijo: “Nos mintieron sobre que iba a estar la Banda El Limón y nos mintieron sobre los terrenos”. Con todo respeto, pero gran pendejo es aquel que no ha aprendido nada de la historia.
A veces la gente, con tal de hacerse de un patrimonio, peca de ingenua, y fue una ingenuidad pensar que buscando a Wilfrido Lázaro o presionándolo iban a resolver algo, pues a lo largo de su periodo al frente del Ayuntamiento de Morelia ha demostrado ser alguien que no se deja presionar y que con los de abajo no negocia, sino que hace lo que tiene planeado y jódanse todos, o simplemente los ignora.
Lo ha demostrado en el caso del Ramal Camelinas de la Loma de Santa María y lo dejó claro en el desalojo de una colonia en las cercanías de Cuto de la Esperanza. Por eso, aquello de la “suma de voluntades” es como los candidatos de unidad del PRD: “hagamos la suma de voluntades, pero las de ustedes bajo la mía”, que es igual a “necesitamos un candidato de unidad, pero debo ser yo”.
Volviendo al tema de los contrastes, resulta hasta gracioso que sobre la Loma de Santa María, como un Monte Olimpo moreliano, se haya creado un complejo comercial y residencial para los de mayor poder adquisitivo en la ciudad, y que en el otro extremo de Morelia estén los cerros para los pobres, donde los desposeídos se van encimando para tener dónde vivir, con casas armadas con lo que se van encontrando, donde el tabique es cosa de ricos.
En un extremo está el imperio del dinero, los grandes negocios inmobiliarios y hasta los moches para conseguir permisos y licitaciones; en el otro extremo tienen su imperio la pobreza, el abandono institucional, la marginación y la demagogia en que incurren políticos de excrementicia calaña con tal de conseguir algunos cientos de votos.
¿Y nosotros, los que parece que estamos en medio?, nada, simplemente atestiguamos las tropelías y nos lamentamos –muchas veces de dientes para afuera– por la situación mientras esperamos a que sea 7 de junio para pasarles la factura a los partidos políticos mayoritarios, algunos de sus satélites o a los conformados por el berrinche de líderes oxidados; ese día habremos de mandarlos directo a la chingada, esperando que allá se queden.