Tlalpujahua, Mich. Más allá del estado del cine fantástico y de terror nacional, del que hablaron en la conferencia “Presente y futuro del cine fantástico mexicano”, el director de Feratum, Miguel Ángel Marín; la directora del Festival Macabro, Edna Campos; el programador de Feratum, Ulises Guzmán; los realizadores Sebastián Hofmann y Juan Antonio de la Riva; y el crítico José Luis Ortega; la discusión se centró en torno a la tarea de los periodistas cinematográficos.
Miguel Ángel Marín puso el dedo en la llaga cuando al dirigirse a José Luis Ortega le recriminó: “Yo no sé qué tanto ayuden los críticos como tú”, luego de afirmar que las malas reseñas periodísticas desaniman a los jóvenes cineastas que optan por no dedicarse al cine fantástico, del que dijo hay unas cuatro producciones al año.
“¿Desaparecemos la sección de competencia nacional?”, preguntó, para posteriormente indicar que en Feratum no sólo participan los filmes de un solo año, sino del año anterior, ya que de otra manera no se podría armar un concurso de películas.
El director Juan Antonio de la Riva respondió de inmediato que “la crítica no puede ser condescendiente”, y que era cuestión de la soberbia de los cineastas el pensar que el hecho de que realizar una película les haya costado mucho volvía perfectos sus trabajos: “Para hacer esta película empeñé la casa, me corrieron del trabajo, mi novia me dejó; eso no está en consideración”, agregó, al decir que un filme debe sostenerse por sí mismo.
El aludido José Luis Ortega, cuya Revista Cinefagia es ya una declaración poética y de intenciones, respondió que no tiene empacho en sostener que una película está mal hecha si no cuenta con los elementos indispensables, además de que explicó que el crítico no tiene por qué ser un cineasta y conocer los entresijos de una filmación, sino que a partir de lo que se ve en pantalla analizar cómo es el filme y qué es lo que le falta o lo que ha logrado conseguir.
El joven realizador Sebastián Hofmann tomó la palabra y dijo: “La crítica me vale una madre”; habló de su amistad con Jorge Michel Grau -el director de Somos lo que hay– y comentó que cuando Halley se estrenó en Cannes recibieron críticas muy buenas pero también otras muy negativas por parte de revistas especializadas en el género, por lo que había decidido no volver a leer ninguna reseña cinematográfica: “Yo no leo, son terribles todas”, afirmó tajantemente.
La conferencia
Ya antes, Juan Antonio de la Riva había señalado que aunque hay más cortometrajes y realizaciones en México y que el cine de terror es más barato e impulsó la industria fílmica en países como España y Argentina, México continuaba con esfuerzos aislados que necesitan mayor impulso.
José Luis Ortega, el más lúcido de los panelistas, indicó que en Estados Unidos y Gran Bretañaa el género de terror tiene una base literaria, una tradición que en México, cuya descendencia comenzó en 1933 con La llorona, no había podido obtener, por lo que pugnó por darle a los guiones un mayor soporte, una raíz más fuerte.
Edna Campos manifestó que ya existen más festivales y que hay un mayor público y apertura gracias a la Internet y los procesos de globalización; y distinguió que no obstante muchos de los directores que filman películas del género también son realizadores de otro tipo de cine.
Miguel Ángel Marín reafirmó su comentario, al subrayar que ha habido en México un boom de cine fantástico, si bien dijo que se está lejos de España o Estados Unidos, donde anualmente se organizan más de 30 y 200 eventos fílmicos del género, respectivamente; aunque deslindó al resto de América Latina, ya que países como Chile o Argentina sí tienen una tradición en ese sentido.
Sebastián Hofmann comentó que el cine mexicano que tiene éxito en Cannes es el de realismo social, que le da “flojera”, y expresó también que “hay un movimiento de cine surgiendo con mucha fuerza”.