¿Qué hace un padre con sus tres hijos en una cabaña ubicada en medio de la nada? ¿Por qué necesitan mascarillas cada que salen al bosque? ¿Quién ha secuestrado al hermano mayor? Son preguntas que quizá tengan respuesta (o tal vez no) en Las Tinieblas, la opera prima de Daniel Castro Zimbrón que obtuvo el Premio del Público del Festival Internacional de Cine de Morelia.
Rodada en los parajes de Real del Monte, Hidalgo, la historia se centra en una peculiar familia que vive aislada en una cabaña, donde al parecer se han refugiado de lo que pudiera ser una peste. Con alimentos que deben racionar al máximo, el padre y sus dos hijos se enfrentan a la desaparición de un tercero, quien se ha extraviado en el bosque pero nadie sabe si lo ha matado algo o sencillamente decidió largarse.
Enfrentados emocional y físicamente, el padre interpretado acertadamente por Brontis Jodorowsky y su hijo Argel desatan una convivencia violenta que atestigua una casi muda Luciana, quien luce lo suficientemente traumada como para creerle su pequeño infierno. La historia está en parte inspirada por la novela La Carretera, del norteamericano Corman McCarthy, en la cual un padre y su hijo caminan sin rumbo fijo, solo con el propósito de escapar a una inminente extinción. Y así como sucede en el libro, en la película la compasión del hijo contrasta con la actitud pragmática del padre, quien desconfía de todo y de todos, un tipo duro, pero que en el fondo solo quiere estirar al máximo la cuerda de sus únicos seres queridos.
La atmósfera que vemos en pantalla no podría ser mejor, pues la neblina espesa, la lluvia tórrida y los vientos furiosos son el retrato fiel de un mundo en ruinas que se ha quedado sin sus antiguos moradores.
Aunque se trata de su primer largometraje, Las Tinieblas es la segunda entrega de lo que pretende ser una trilogía que inició con el corto Tau, participante de la edición 2012 en el certamen moreliano. Un año después Castro Zimbrón fue favorecido en el entonces Morelia Lab (hoy llamado Morelia Impulsa) y en 2014 viajó al programa internacional L´atelier de Cinéfondation en el Festival de Cannes, donde se apoyan nuevos proyectos.
El resultado de toda esta ruta tiene un saldo a favor, pues la película logra buenos momentos de tensión y sobre todo lleva de forma acertada el hilo de un suspenso basado en las circunstancias desconcertantes que rodean a los personajes que vemos en pantalla.
Si algún día obtiene corrida comercial no duden en verla, y mientras eso sucede, echen una leída al referido libro de Corman McCarthy.