El arte nuevo apela a la facultad que
tienen todos los hombres de entender y
crear signos y sistema de signos.
Ulises Carrión.
Por Arturo Valdez Castro
I. Tras las huellas de UC en el seminario del Reina Sofía
Tomé un vuelo de veinte euros Berlín-Madrid. Quería entrevistar a Heriberto Yépez (Tijuana, 1974) y Luigi Amara (ciudad de México, 1971), quienes participarían en el seminario que el Museo Reina Sofía (MRS) dedicó al autor vanguardista mexicano Ulises Carrión (UC (San Andrés Tuxtla, Veracruz, 1941 – Ámsterdam, Holanda, 1989)), con motivo de la exposición Querido lector. No lea. Chingona circunstancia para entender mejor ese “fenómeno” Carrión, lo de celebrar el plagio, el no-libro que se vuelve obra de arte por sí mismo. El adiós a la literatura tradicional. Esta exposición-retrospectiva (según Wikipedia, la “más grande” realizada hasta la fecha sobre UC) estará en México el próximo año.
Días antes acordé las entrevistas. Yépez se ha encargado de rescatar y reintroducir en México el trabajo de UC, así como de colocarlo en su justo sitio. Amara lo ha estudiado y la editorial donde colabora, Tumbona Ediciones, en co-edición con Colección Diéresis, se ha encargado de publicar el proyecto Archivo Carrión, coordinado por Juan J. Agius, “anticuario español que conserva los archivos personales del autor”, y Yépez. A los tres volúmenes publicados, se sumarán otros tres próximamente.
Al inicio hubo charla lúcida, pero al final de aquella jornada fueron demasiadas cervezas. Nada grave: sólo charla borracha y trastabillante. Las conversaciones grabadas en mi teléfono confirman una especie de secuencia experimental, adecuada para un texto tipo crónica-entrevista-borrosa en dónde nadie escribe ni hace literatura. Eso sí: improvisamos un texto-breve, aunque torrencial. O así. En suma: fue una noche carriónica aquella tras el seminario en el MRS. Aquella tras el largo día de posturas-discusión-alteración entre seminaristas donde ocurrió cualquier cosa. Ejemplo 1: el escritor Mario Bellatin (Cd. de México, 1960), programado para el cierre del seminario, no llegó (avisó de última hora) y mandó para su lectura un texto “inédito” (donde hablaba mucho de él y poco de Carrión). Ej. 2: el comisario de la exposición y amigo de UC, Guy Schraenen, terminó por cruzar el borde de la exasperación y, tras la primera serie de preguntas con el público, devenida discusión entre seminaristas, calificó al evento de “inmoral”. Ej. 3: el artista mexicano Felipe Ehrenberg pintó dedo desde Skype, virtualidad desde la que conversó con el artista colombiano Raúl Marroquín. Ej. 4: a decir de Yépez, el gran ausente fue el guardián y quizá principal difusor de la obra de UC: Juan J. Agius.
II. UC: ¿En vías de Institución?
Ulises huyó de instituciones y su obra terminó en una (sigue el Museo Jumex, en México). Ulises es polémica no sólo por eso: muchos quieren apadrinarlo, denostarlo, apropiárselo. Ulises es todo eso, pero más. Carrión acalambra y divide. Quiebra huesos tutelares. Para unos: escritor expandido; para otros: cuasi-artista. En medio de estas diversas interpretaciones hay -Yépez lo remarca- aspectos “importantísimos” como el de la historia y la lectura que se hace de ésta a partir de sutilezas que todo modifican.
Tras el protocolo del seminario, UC o su fantasma nos acompañó a seguir la conversación con unas cañitas, en compañía de otros personajes-carriónicos. Entonces todo se tornó libación bizarra. Como diría Amara, Carrión igual es “generador de banalidades” como es(t)a.
Con todo, Yépez y Amara (me escribieron después) la pasaron bien. Muchas cañas, mucha charla desbordada. Yépez subió ab sofort, en su twitter, fotos y apuntes-fotos de lo ocurrido entonces, lo que arroja pincelazos de lo sucedido.
Los textos de Amara y Yépez leídos en el seminario están en el archivo-electrónico de UC, sitio que coeditan el tijuanense y Juan J. Agius. Son textos estupendos: críticos, brutales, cargados de humor y coraje, original escritura. En ese archivo electrónico hay otros documentos y materiales recopilados que han ido recuperando y reconfigurando la obra de este autor migrado de México a Europa, uno entregado sin concesiones a la búsqueda y experimentación artística, crónica, vital. En Ulises Carrión hubo masacre de mediocridad y egoísmo: sublevación de subversión y hallazgo. Viaje hacia un lugar difuso y trascendente. Su camino homosexual fue muchos caminos. Su muerte prematura a causa del sida: consecuencia de su genialidad. Lúdico. Guerrillero. Mandó las instituciones al carajo. Ahí están los textos, el material.
La experiencia en el MRS fue como asistir a una crispación escrita sin escribir en un capítulo fantasma de una novela donde alguien escribía otra novela llamada Los Detectives Salvajes Reloaded. UC emula un eslabón tipo Cesárea Tinajero. Un eslabón recuperado.
Ya de vuelta en Rostock (Alemania), donde vivo actualmente, recupero y reconstruyo aquella jornada a través de apuntes y entrevistas grabadas. Releo parte del texto dicho por H. Yépez esa mañana (Other Ulises and So. Los periodos póstumos de Ulises Carrión):
“la apropiación es el modo dominante de la recepción virtual y especializada de Carrión. No sería preciso afirmar que se trata de una traición. En 1973, el propio Carrión defendía la apropiación en un manifiesto:
‘¿Por qué los plagios?
‘Porque
‘Hay demasiados libros
‘Toma demasiado tiempo leer o escribir un libro
‘El Arte no es propiedad privada
‘Son una señal de amor hacia el autor
‘Le dan a un libro una segunda oportunidad de ser leído
‘Hacen que la lectura sea innecesaria
‘No se prestan a interpretaciones psicológicas
‘No tienen propósitos utilitarios
‘No tienen valor comercial
‘Son simples y absolutos
‘Son bellos
”Concluiré respondiendo a esta pregunta: ¿por qué la apropiación póstuma de Ulises Carrión? Porque hay demasiados libros suyos difíciles de hallar y toma demasiado tiempo leerlo y comprenderlo; porque sus obras son propiedad privada; porque tales apropiaciones de Carrión son una señal de amor hacia Ulises; porque todas estas apropiaciones son una segunda vida y hacen posible que querido lector, no lea; porque la apropiación es la psicología de nuestro tiempo y tiene propósitos utilitarios y comerciales; porque las apropiaciones son simples y rotundas y, sobre todo, porque toda apropiación de Carrión resulta en un bello Ulises” Link aquí.
III. UC: puente entre continentes y expresiones/Palabras de Maderuelo
El seminario tuvo lugar el 21 de septiembre. La cita era a las 11 a.m., pero, como es común, hubo retraso. La Sala de Protocolo del edificio Nouvel, anexa al MRS, se llenó -según chismes- más de artistas visuales que de escritores de cualquier tipo. El curador Guy Schraenen abrió el programa con una charla intitulada The Tongue of the Poets (La lengua de los poetas). Después siguió el crítico de arte y responsable de investigación del Archivo Lafuente, Javier Maderuelo, con La escritura expandida: el arte postal y el archivo, a quien entrevisté antes de la pausa para comer.
Desde su traje negro, camisa blanca y moño, el articulista de El País explica que el Archivo Lafuente tiene una colección de “aproximadamente cien mil documentos de movimientos artísticos, va desde las vanguardias históricas hasta los años ochenta”. Es la colección privada de una sociedad limitada, con sede en Santander, España.
Hace años, dice, este archivo compró aproximadamente dos tercios del archivo Ulises Carrión, lo que les ha permitido prestar obra al MRS para la exposición y editar un libro (Ulises Carrión, escritor, 2016), “que yo he escrito para explicar la obra de Ulises Carrión, porque yo me he dedicado a leer buena parte de esos documentos que están ahí guardados”.
“Cuando muere Carrión, deja en herencia a Juan Agius todo lo que hay en su casa. Él lo ha mantenido durante veinticinco años. Después de ese tiempo ha empezado a venderlo y José María Lafuente ha adquirido lo que ha podido. Todavía nos queda una parte por adquirir y estamos tras de ella”, relata.
En algún momento, el archivo de UC, que incluye, por ejemplo, lo de Other Books and So (OBAS), esa icónica librería-galería de UC abierta en Ámsterdam, entre 1975 y 1979, “se debió ofrecer a México, pero al parecer ninguna institución lo quiso”, reconoce Maderuelo. Después se lo ofertaron a Lafuente y éste decidió comprarlo.
“Ahora ya no se va a vender a nadie. La idea del Archivo Lafuente es que en un plazo de diez años pase a este museo (MRS)”, dice.
Antes de la pausa y esta entrevista, los seminaristas parecían no estar de acuerdo. Sobre eso, Maderuelo dice que había tres posturas. Una, la del personaje (Guy), quien “ha conocido a Carrión y nos da una imagen personal a través de su experiencia. Está la mía, que es una visión contextual: yo leo esos documentos e intento ponerlos en el contexto no sólo mexicanos, sino en el del arte y la literatura de los años setenta y ochenta. Está la de Heriberto y Luigi, que intentan ver la proyección de Ulises fundamentalmente en México, que es donde hacen su análisis y perspectiva”.
-¿Cómo es que resurge y de pronto parece tan importante UC? -pregunto.
-Carrión ha pasado desapercibido y, de hecho, si se toma una antología sobre performance o videoarte u otras manifestaciones, apenas aparece o se le menciona marginalmente. A partir de que Lafuente compra el Archivo UC, me pongo a estudiarlo y ahora hemos sacado un libro de 270 páginas y se ha hecho esta exposición. Tumbona ha editado tres libros (El arte nuevo de hacer libros, El arte correo y el gran monstruo, Lilia Prado Superestrella y otros chismes). A partir de ahora lo empezamos a conocer. Es una pieza importante para entender la relación entre el arte hispanoamericano y el arte europeo de los años setenta y ochenta. Él será el puente que una estos momentos. De ahí Raúl Marroquín y Felipe Ehrenberg y otros con quienes estableció un hecho entre el arte experimental y Europa.
”Mi versión es que Ulises Carrión fue escritor y que intentó expandir la escritura. Otros hablan de Ulises como un artista plástico que se sirve de la escritura. Podemos discutir años y años de esto, pero lo importante es su obra”.
IV. UC: una serie de mutaciones
Luigi Amara y Heriberto Yépez se presentan, leen sus textos y sostienen una conversación bajo la premisa: El efecto Carrión en las artes visuales y en la literatura contemporáneas. Aplaudidas participaciones, también son molestia. La dupla mexicana prende: rechazan posturas eurocentristas y paternalistas, contradicen (falsas) perspectivas, generan rispidez, minan el santo seminario. Ponen las cosas en su lugar.
Horas después, al margen de su brillante texto, Yépez me aclararía lo que parecía confuso y no lo es:
-Hay diferencias. Para Maderuelo, Carrión es un escritor expandido y no un artista visual. Para el curador Guy, Ulises es un artista, pero no un artista de libro centralmente. Para Maderuelo es un artista del archivo. Para Amara, un desescritor. Para mí es una serie de mutaciones. Cada quien tiene su definición y sus perspectivas.
”Para el público más amplio estas diferencias no son importantes, porque apenas estamos entrando a conocer a Carrión. Para mí, como crítico, son esenciales para yo entender a Carrión y para entender cómo los demás lo reinventan. A mí se me hacen fascinantes estas reinvenciones de Carrión hechas por otros. Como estudioso, como crítico, me parece igual de fascinante, y los distingo. Puedo, como estudioso, entender a Carrión en sus propios términos, y lo que su investigación me enseña sobre Carrión.
”Otra cosa diferente es lo que los curadores o colegas dicen de Carrión. (Felipe) Ehrenberg insiste en que él ha sido maestro o guía o mentor de Carrión; yo no he encontrado eso en mi investigación sobre Carrión. Lo que yo he encontrado es que Carrión y Ehrenberg son compañeros de viaje, sin que haya una distinción o una jerarquía entre ellos. Ni de Carrión hacia Ehrenberg ni viceversa. Se trata de diferencias pequeñas, pero importantes dentro de la crítica y dentro de la historia, porque esas sutilezas lo marcan todo. En el libro de Maderuelo aparece Ehrenberg como el maestro de Carrión, y para los lectores españoles que conocerán a Carrión por este libro, Ehrenberg es su maestro, y eso es terrible.
En su texto, Heriberto recuerda al “joven veracruzano que en los años 50’s confeccionaba libros artesanales y narraciones naïve”. Es decir, UC ya traía búsqueda “original”. Yépez explica: “Eso estaba ahí desde los trece años, y eso es importante. Pero en el libro que circula en España parecería que Carrión es discípulo de Ehrenberg y de José Luis Castillejos, el artista experimental español, y entonces ya hay un Carrión que es discípulo de un colega español y mexicano.
”Yo soy escritor de Tijuana y eso me hizo muy sensible a ver cómo se escribe la historia de la literatura y del arte, porque a Tijuana siempre se le escribe desde ciudad de México u otros lugares, y mi situación cultural me ha hecho sensible a ver cómo se escriben las historias, y como parte de esa inquietud he buscado conocer una historia más exacta que las oficiales”.
V. Dear reader… Read carefully. Encuentro Carrión-Heriberto/Ulises-Yépez
Carrión aspiraba quizá a un tipo de totalidad o antitotalidad, leo en mis apuntes etílicos. No sé quién dijo eso. Risas y conversación desbordadas en el corazón de Madrid. Cláxones, turistas, yonquis por todas partes. Estamos frente a la estación de Atocha. Lo generado por Ulises da en el blanco difuso no de la literatura ni del arte, sino de la cultura misma.
“El libro más hermoso del mundo y perfecto del mundo es un libro con las páginas en blanco, como el lenguaje más completo es el que queda más allá de lo que las palabras del hombre pueden decir. Todo libro del arte nuevo es una búsqueda de esa absoluta blancura, del mismo modo que todo hablar es una búsqueda del silencio”, escribió UC en su ensayo El arte nuevo de hacer libros.
La conversación fluye/se disuelve. Nos entendemos y no. El fantasma de un vanguardista postmoderno está aquí: el primer escritor post-mexicano (Yépez, dixit) une nuestro ánimo. Ulises es muchos. Carrión se multiplica. Yépez insiste en eso. Ulises: Carrión: escritor: artista: creador mutante: homosexual: migrante. Su objetivo: la cultura y sus formas de interacción. Desde la literatura formal, hasta el videoarte, pasando por el arte-postal, el chisme, el gran monstruo y otras formas.
Yépez reafirma: “Hay diferentes Ulises. Muy diferentes. A mí como crítico me interesa conocer esos diferentes Ulises. No estoy de acuerdo con la exactitud histórica de algunas de las afirmaciones del curador (Guy), por ejemplo, pero respeto su definición y sus preferencias de unas obras de Ulises sobre otras. A él no le interesa una parte sobre otras, y está bien. No le interesa, por ejemplo, lo dijo, la obra hecha para colgarse en un muro”.
Carrión llegó a Heriberto o Yépez llegó a Ulises vía el artista, performancero, escritor y activista mexicano Guillermo Gómez-Peña. Su primer encuentro con él fue en los noventa, como coleccionista y comprador:
“La primera vez que oí hablar de Carrión fue en un libro donde escribe (Guillermo) Gómez Peña, que conoce a Ulises Carrión por Ehrenberg. A partir de esa alusión, un libro del 92, 93, editado en Mexicali, Baja California, en el que Gómez Peña da una referencia de su trayectoria, empecé a localizar datos, porque me llamó mucho la atención que Gómez Peña dijera que un precedente de su trabajo, más allá de su búsqueda en México, es Ulises Carrión. Entonces dije: ‘a ver, quién es ese’. Yo tenía unos diecinueve años. En Tijuana había una experimentación propia de la ciudad. Yo ya pintaba las calles, grafitis; había ciberactivismo; Rafa Saavedra hacía fanzines, desde los ochenta, escribía influido por la música, hacía apropiación. Entonces, yo me desarrollé como escritor en una ciudad en donde había mucha experimentación. Escribir era experimentar. Escribir en formas y tomar la ciudad. Como parte de eso, pues Carrión no fue tan clave en ese momento, porque lo clave era la ciudad de Tijuana, pero fue una referencia que quedó y a partir de los noventa, en un momento, empecé a encontrar material de él en librerías californianas. En San Diego, Los Ángeles, San Francisco había librerías tremendas con materiales de colección. Se encontraban revistas de arte correo y libros de artistas. Poco a poco fui comprando pósteres, y tengo una gran colección, no sé, quizá del 60 o 70 por ciento de lo que tiene ahora sobre Ulises el Reina Sofía. Excepto unas piezas muy caras, tengo material que he conseguido desde hace muchos años. Así fue mi relación. Y en un momento me di cuenta de la forma en que se estaba contando la historia de Ulises Carrión, y eso era algo atroz, inexacta, tendenciosa, eurocentrista, nacionalista. Tenía toda suerte de defectos, y no era accesible.
”Preguntaba a personas cercanas a él, les pedía que me platicaran más, que me dieran una entrevista, que me dijeran dónde podía encontrar más materiales suyos, y todo mundo me decía que no, que era difícil, que otro día habláramos. Era como que nadie quería compartir a Carrión y me dije: ‘hay que ir a dónde están los materiales’. Así fue como di con el editor Agius, quien muy generosamente aceptó recomenzar la republicación de Carrión. Agius es un gran ausente hoy. Él fue el primer editor póstumo de Carrión, quien conservó sus materiales, y buena parte de lo que está ahora en el Reina Sofía se lo vendió a Lafuente. Esto (la exposición) es la labor de conservación y recolección de Agius. A través de él, pude tener acceso a inéditos y pude fotocopiarlos, los tuve varios meses en mi casa, los escritos, pude entrar a los cuadernos inéditos y eso me dio claves para entender a Carrión. Así fui haciendo un texto y luego otro texto.
-Tú y Carrión se parecen, ¿no? Hay preocupaciones convergentes en temas como el anonimato, la identidad. En alguna ocasión, por ejemplo, escribiste que dejarías de firmar trabajos como Heriberto Yépez porque esa etapa había concluido.
-Yo cobré nombre cuando me hice un escritor literario tradicional. Pero la cuestión del nombre no me parece esencial para crear. Está la página Border Destroyer, pero no importa el nombre. La literatura es un lugar especialmente conservador, hasta la fecha. Pero en muchos mundos de la cultura urbana, y del arte, el nombre no es importante. Nos cuesta trabajo, desde la literatura, entenderlo. Un acto como decir: “mi nombre lo inutilizo para estas causas y producciones” parece escandaloso, pero en el mundo de la cultura urbana, grafiteros y otros, el nombre no era importante. Eso es una onda de la literatura. El escándalo de ese performance del nombre sólo escandaliza en la literatura, en los medios literarios mexicanos, y quizá en otros, y ya. Pero, en esa misma literatura, ¿cómo es posible que Carrión escapó a la crítica literaria, a los escritores en México? ¿Cómo es posible que un autor y artista de esta importancia no haya tenido traductores serios, ediciones accesibles? ¿Cómo es que hasta el 2012 se le empiece a conocer más? ¿Cómo es que a Christopher Domínguez se le escapó? ¿Cómo es que todavía él (Domínguez) reacciona como reacciona, en pleno 2016? Eso es patético y por eso se trata de un medio (la literatura) que tiene que cuestionarse a sí mismo con una fuerte y radical autocrítica.
Antes de irse de México, Carrión publicó dos “libros tradicionales” de cuento: La muerte de Miss O y De Alemania, y se le consideró un “escritor promesa” dentro del canon.
-Ulises “abandona” México, como señalas, y se va hacia Europa (Ámsterdam) para continuar su búsqueda, su transformación en “un artista visual gay experimental” y su camino. Me llama la atención que hace poco escribiste en tu twitter: Carrión es México.
-Carrión deja una parte de lo mexicano, sí. Pero también Gómez Peña, los chicanos, Carrión son México. Es decir, México también es ese cuerpo que sale del territorio y se va a otro territorio y se reinventa. La mayor parte de mi familia son gente que se levantó de Michoacán y se fue contra su voluntad, pero se fue por necesidades económicas, y hoy viven en Carolina del Norte, Nueva York, Los Ángeles, y eso es México. Es una realidad mexicana migrar por cuestiones de diferente tipo, como mujeres que se hartan del machismo mexicano, o mujeres y varones que deciden tener una mejor economía; hay muchas causas, pero eso es México. No por salir del territorio dejas de ser mexicano. Por eso Carrión, desde otra perspectiva, es un ejemplo típico y promedio de millones de migrantes, o sea, se nos va de pronto, pero Ulises Carrión es un migrante mexicano. Tengo familiares que me dicen: “yo no soy mexicano, yo me considero norteamericano”, pero comen o piensan de una manera que yo lo relacionaría con lo mexicano, además me lo dicen en español. Para otra persona externa parece absurdo que diga eso, y tendría razón. Desde otra perspectiva, ese migrante es México. También pienso que en cierto momento vamos a dejar las nacionalidades. Yo no me siento norteamericano, definitivamente, pero tampoco estoy seguro de sentirme mexicano. Diría más bien: yo me siento tijuanenses, fronterizo. Ahí hay una identidad.
-No crees en nacionalismos, sí en la identidad…
-Sí.
-El problema de la identidad y la falta de identidad, algo que igual le preocupaba a Carrión. ¿Qué es, pues, la identidad?
-Pues es una autodefinición, una forma de verte, ¿no? Pero no todas nuestras identidades son una nación. Quizá hay quien dice: yo soy queer, y esa es su identidad primordial. Quizá no es “yo soy holandés” o “americano”, sino “soy queer”. En el caso de Tijuana, tenemos muy claro que nosotros somos tijuanenses, somos fronterizos; ya “mexicanos” no todos estamos de acuerdo, pero definitivamente no somos norteamericanos. Pero la identidad no tiene porqué ser inmediatamente una nación. Mucha gente se define como parte de su pueblo; no se siente parte del estado ni de la nación, sino parte de un pueblito perdido, en algún lugar, y ni modo que le digamos “estás equivocado”, si así se sienten.
-Querido lector. No lea: un juego fuerte en momentos en que la lectura no parece interesar y quizá es necesaria.
-Es un juego de palabras fuerte, sí. Pero tiene que ver con los momentos de las estéticas: Dear reader. Don’t read es un juego de palabras.
-Sí, pero ¿quién lo entiende así?, ¿cómo asumirlo?
-Su contexto. Quizá por eso la importancia de la crítica. Hoy quise insistir en eso, en la importancia de que nuestra primera comprensión de algo tiende a ser inexacta. Para leer o ver o percibir muchas veces es necesario investigar, y decir, bueno, “Querido lector. No lea”, inmediatamente mi mente me dice esto, esas palabras; pero quizá ese significado inmediato es inexacto o incluso equivocado. Entonces tiene que ver con esa especie de reacción muy rápidamente venidera, y pronto tiene que aparecer la idea de “debo investigar qué significa, debo investigar qué más significa, aparte de mi recepción inmediata”. Entonces Dear reader. Don’t read hay que ver qué significaba en su contexto, y creo que eso, finalmente, es como decir: Dear reader, read carefully. Es un juego.
-Esto y lo que se discute, es decir, lo que puede generar un autor ya muerto…
-Sí, pero es fabuloso. Es fabuloso que este cuate haya hecho lo que hizo. Descuidó al final su vida, dejó que todo se desparramara, pero ahora estamos aquí, en España, discutiendo, sobre un muerto, y aparentemente lo que ha hecho le interesa a un montón de vivos y desconocidos.
-¿Qué es la muerte para ti?
-La muerte es algo real. Difiero de algunas ideas. Hay una pérdida. Los budistas dicen que la muerte es una ilusión. Yo creo que hay algo que sí se pierde. Quizá no es lo más importante en el ser humano eso que se pierde, pero hay algo que se pierde, y la muerte duele. Me ha dolido la muerte de mi amigo Rafa Saavedra, como la muerte de mi hermano mayor o la muerte de mi madre. Siento que he perdido algo de mi ser. Ya no puedo tener esa conversación con Rafa, platicar con mi compañero de locuras, de noches en los bares, y eso es algo fuerte y se debe trabajar. Así que la partida de Carrión, pues es un golpe cabrón: imagínate, era muy joven, ¡lo que hubiera hecho! Por eso es interesante imaginar, como dijo Luigi en la primera parte de su texto, qué hubiera sido si Carrión hubiera sido asimilado.
VI. “No saber muy bien qué hacer con Carrión es una de sus mayores fuerzas”: Amara
-Luigi, platicaba con Yépez: nos ha reunido el trabajo de un autor muerto, quien sigue generando polémica, aún no se le asimila…
-Hay dos cosas interesantes al respecto -responde Luigi-: la pasión y multiplicidad de interpretaciones críticas que despierta Carrión, que tiene que ver un poco con una situación fronteriza, compleja, dialéctica, donde hay cosas que propone y de las que luego se arrepiente y abandona. Hay, pues, una especie de dualismo en su obra, y eso despierta mucho esa disparidad de interpretaciones que, por otro lado, es benéfica. Otra cosa es que, como dices, es un artista muerto, pero creo que la idea de traerlo al presente, más que por el mausoleo, es para ver lo que puede provocar hoy, qué tipo de desestabilizaciones, qué tipo de problemas nos crea traer a Carrión al presente. Eso me interesa: no saber muy bien qué hacer con Carrión es una de sus mayores fuerzas. Por eso esas posturas que lo nulifican y desactivan de una manera muy fácil son aquellas que se están cerrando a la desestabilización que puede producir hoy. En lugar de matar o anular al muerto, hay que ver lo que todavía produce ese germen de ideas que están ahí, cómo producen sismas, entusiasmos, fobias. No creo que ninguno aquí intente hacer una reivindicación de Carrión, como si Carrión fuera perfecto o un santo. Al revés: sólo es un artista que propuso cosas muy atractivas, otras más dudosas que precisamente permiten que cada quien entre y diga cosas distintas.
-¿Carrión fue, es genial, o como señaló en un texto el crítico literario Roberto Cruz Arzabal, eso es “mito” y más bien forma parte de una “compleja red de artistas contemporáneos con la que trabajó”, o forma parte de una genialidad colectiva?
-Desconfío de que Arzabal diga eso -interviene Yépez-, porque no conoce por completo la obra de Carrión. Un juicio así sobre la obra de Carrión, pues tendría primero que estar informado. Tengo el privilegio de haber visto libros inéditos, muchas cosas, y creo que sí es un autor sobresaliente. Es un autor a momentos genial.
-¿Por ejemplo?
-Muchos. Por ejemplo: es genial que haya hecho de sí mismo una obra de arte. Que sea un escritor que se propuso a sí, a su ser, a su vida, como una obra de arte, con eso se adelantó a todos. Es genial el manifiesto El Arte nuevo de hacer libros (publicado íntegramente en 1975). Internacionalmente es el mejor documento sobre el libro de artista. Y eso para comenzar.
VII. Noche de cañas/Entrevista colectiva/Carrión: el gran provocador
Ocupamos dos mesas breves de una cervecería frente a la Ronda de Atocha. La noche es cálida. Cervezas en mesa o en mano. Yépez, Amara y otros personajes, quienes acudieron al seminario atraídos por UC: Vinicius Marquet, comunicador visual mexicano, viajó desde Holanda -donde radica- exclusivamente al seminario; Andrés Montes, artista tapatío asentado en Madrid, coordinador del espacio Naranjo 33; Laura Ibáñez, artista española; Roberto Cárdenas, artista de ciudad Juárez, residente en Naranjo 33; Marco Pons, escritor mexicano inédito establecido en Madrid. Confluimos en un mismo río, nos dispersamos en cualquier charla. La entrevista, obvio, se vuelve colectiva. Caótica. Experimental. Secuencial. Fragmentos hacia lo desconocido. Amara habla:
-Carrión se dedicó en cierta etapa de su obra a provocar. De algún modo, su proyecto de desescribir era atentar contra el medio literario y sus valores. Qué hace un escritor, pues escribe; pero si piensas en la historia de la poesía más convencional, Mallarme, en el siglo XIX, decía que escribir era buscar tipografías, rediseñar topografías, construir una página donde ya no hubiera versos. Entonces, toda esa vertiente fue negada por el ambiente literario oficial. En parte lo que quería Carrión era poner bombas en esa construcción anquilosada y vieja de la literatura, para recibir respuestas. Y después, eso ya no le interesó. Ya simplemente fue haciendo su ruta. Por eso provoca tantas respuestas del lado literario, porque en última instancia está haciendo ver que se puede escribir sin hacer literatura.
”Por un lado, desde la línea de la literatura, ha sido fácil ubicarlo del alado del arte, para que no sea problemático para la escritura. Es una manera de decir: ‘ya, está lejos, está en las artes visuales’. Pero me parece que la visión de Maderuelo, del escritor expandido, es un poco la postura opuesta, pues decir que no llegó a ser nunca artista, sino que en última instancia fue escritor, es una manera problemática de plantearse a Carrión.
”Carrión hizo muchas cosas y se pueden tener muchas lecturas de él. Creo que si siguió escribiendo era para desescribir, para precisamente alejarse cada vez más de la literatura. No tanto para expandirla, sino para expresarla, crear cortos circuitos. En ese sentido, la idea de Mario Bellatin: no se puede separar la escritura del arte, sino ver proyectos de escritura. A mí me interesa el concepto de desaprendizaje, y creo que mucho de lo que hizo Carrión era desaprender lo que era el discurso literario. Y desaprender significa problematizar, moverte de proyectos, hacer cosas que no habías hechos. Esa idea de desaprendizaje me parece muy importante y quizá valdría la pena recogerla con el concepto de desescritura. Yo creo que eso pretendía Carrión: desaprender qué era ser escritor para emprender una nueva manera de arte con la escritura.
-César Aira habló recientemente sobre la sobrevaloración de la literatura y esa obsesión de los escritores por escribir bien o cada vez mejor, frente a la escritura mediocre, cuestionando los motivos de tal obsesión. UC de algún modo criticaba, al salirse de la ortodoxia literaria, el supuesto valor de la literatura y sus medios, porque quizá, como dice Aira, la literatura no sirve para nada.
-Pero, ¿qué significa escribir bien? -espeta Luigi-. Lo que yo creo es que tampoco la desescritura sea un único camino, pues. Es decir, no es que diga “hay que abandonar la literatura y hacer otras cosas”. A mí me parece bien que haya proyectos literarios. Yo mismo hago proyectos literarios de otros tipos. Lo que me parece reduccionista es creer que no puede haber esa proliferación de proyectos que son literarios o no son literarios, que son artísticos con textos y material del lenguaje. Lo que me parece muy limitado es creer que la literatura está amenazada porque haya ese tipo de propuestas. La literatura se defiende sola. Es más: hay todo un aparato mercadotécnico brutal para eso. O sea, para qué se pone uno a defenderla. El propio Aira, el fenómeno Aira no necesita de apología. Es interesante, está bien artísticamente y digamos que el sistema editorial hace lo suyo. A mí lo que me parece sintomático es la no aceptación de proyectos que se salen de la ortodoxia, y entonces parece que hubiera una amenaza.
-¿Qué tanto se acepta esto en el contexto mexicano, o en otras partes del mundo, las propuestas experimentales como la de Ulises; qué tanto se niegan? -interviene Vinicius Marquet.
-Probablemente esto sea algo exclusivamente mexicano -responde Amara-, pero creo también que en el espectro internacional sigue siendo todavía muy marcado la predominancia de ciertas maneras de hacer literatura. Obvio, hay experimentación, y en México no deja de haberla. La cuestión es que siempre está la sombra un poco tangencial, fantasmagórica de ese aspecto.
-Ulises escribió que “no hay, ni habrá ya, nueva literatura”. Pero creo que de cierta manera vislumbra nuevas formas o distintas formas de creación que no sólo tienen que ver con el lenguaje escrito, sino que abarcan también otros lenguajes; es decir, visualiza el texto en ese sentido, no solo como texto escrito, sino más allá del texto escrito -dice Marquet.
-Sí, claro -replica Luigi-. Por eso yo discrepo de lo que dice Maderuelo, porque él dice que todos los proyectos de Carrión, el que sea, ya fuera gráfico o de papel y gráfica, eran proyectos de un escritor. Pero creo que no. Él estaba haciendo proyectos sonoros y de video que eran no el proyecto de video de un escritor, sino que estaba haciendo proyectos radicalmente distintos.
-Y cómo contextualizar esto que ocurre ahora en Madrid, con UC, frente a la situación de México o su ambiente cultural, impregnado de corrupción, crítica blanda, la decadencia social…
-En México -responde Yépez- estamos viviendo un genocidio y… ¿pasarlo por alto? Eso está muy mal. Estamos viviendo un genocidio y tiene que decirse. Pero creo que hay que situarse en la contradicción. No estar en el lado del bien o del mal, sino situarse en la contradicción. Por ejemplo, hoy éramos nosotros el Reina Sofía, es decir, la institución era del Reina Sofía, pero nosotros éramos el Reina Sofía. Yo no tengo problema con eso. Vine a decir lo que tenía que decir con mi investigación. A veces me dicen: “quieres escandalizar”. Yo no quiero escandalizar a nadie. Yo lo que vengo es a presentar resultados de una investigación. Si eso escandaliza a alguien, es su reacción, no es mi reacción. Ahora, no soy ingenuo. Sé que hay cosas que la investigación arroja como resultados y que pueden causar molestias o mueven conveniencias de otros. Entonces, yo sé que decir “bueno, hay más de un Carrión” va a incomodar a quien piensa que hay uno.
-Pero también no deja de haber lecturas, es decir, por más gris que trate de ser uno, no deja de haber lecturas en relación a lo que uno piensa, inputs -dice Marquet.
-Tú lo decías hace rato, la importancia de escuchar -replica Yépez-; ahí radica la importancia de escuchar. Por ejemplo, hoy no me sentí ofendido por lo que dijo el curador Guy. Con Carrión yo me he vuelto un coleccionista de catálogos y tengo mi propio archivo, y a él lo respeto, lo admiro y hasta le tengo cariño. Tenemos un diálogo intelectual. Tiene catálogos fabulosos, escritos y cosas muy buenas. Así que lo que él dice lo tomo como lo que un artista y un curador piensa. Es como con Ehrenberg. No estoy de acuerdo, se me hace muy patriarcal lo que dice: “no, no, no: no soy miembro de los grupos, fui un detonante”. Bueno, habría que preguntar a los otros, artistas mujeres u otros, si están de acuerdo. Pero es como muy patriarcal, centrípeta, como que siempre quiere dejar su huella, y ¿por qué quieren dejar ese gesto patriarcal sobre Carrión?, o sea, eso de “yo fui el que le enseñó a hacer libros de artista”. Pero la información, la investigación, la evidencia, no dice eso.
-¿Cómo conociste a Agius?
-A Agius lo conocí a través de internet, comprando material de Carrión. Durante mucho tiempo fui coleccionista. Antes de estudiarlo empecé a coleccionarlo. Hay materiales que compré a veinte dólares y que ahora ya están a dos mil. En los 2000 podías comprar cosas de Carrión por 100 dólares. Gracias al material de Agius pude acceder a varios archivos de Carrión.
-¿Eres un rescatador de la vida o qué pedo? -irrumpe Andrés Montes.
-Lo que pasa es que no vemos, no percibimos. A veces me dicen, pero Carrión ya lo ganaron, o sea: ya, ya estuvo, y ahora qué. Pero, ¡cabrones!, hay cincuenta cosas en el mundo sucediendo que podríamos coleccionar. ¿Por qué creemos que Carrión es la onda? No, pues hay cincuenta. Si me dieran cien mil dólares podría conseguir cosas de artistas jóvenes, movimientos… Pero no nos damos cuenta.
-Y a todo esto, vaya agarrón se dieron tú y (Christopher) Domínguez -dice Marco Pons.
-Fuerte -dice Yépez.
-Pero todavía se saludan, ¿no?
-Yo lo saludaría sin ningún problema -dice Yépez-. O sea, yo no tengo ningún problema con nadie.
-Tienes problemas con todos, güey -repara Montes. (Risas).
-¡Nooo! Tengo problemas con ciertas ideas, pero no con las personas. Es como con Guy. Guy tenía un problema con nosotros, yo no tengo problema con él. Tengo problema con algunas ideas.
-La próxima vez que te valga verga -dice Montes, y agrega-: Diles: “chinga tu madre”, o sea, porque de repente ellos, como ese güey (Guy), se confunden… (Risas).
-No, no, no. Ahí estaba mi hijo y yo me decía, bueno, Heriberto, ya planteaste tus ideas, ya está bien. (Risas).
-A tu padre lo odia todo el mundo, le hubiera dicho -dice Montes (Risas).
-No, no -dice Yépez, riéndose, y agrega-: Creo que él (Guy) es así, un curador temperamental. Si le pusiéramos un detector de emociones, no tendría muchas emociones negativas que digamos.
VIII. UC: la ruta del “no” a las instituciones
Releo lo que leyó Amara ese mediodía del 21 de septiembre (El efecto Carrión en la escritura contemporánea): “Algunas de las figuras más conspicuas de la escritura conceptual contemporánea en los Estados Unidos, por citar un ejemplo, han despertado ámpula y controversia a últimas fechas, no tanto por los procedimientos de apropiación o recontextualización que todavía Carrión englobaba en su tiempo bajo el término de ‘plagio’ (y que en México, Argentina y otros lugares sigue siendo un foco de tensión y de polémicas), sino básicamente porque parecen situarse muy lejos de la pretensión de combatir el poder político y sus símbolos dominantes, convirtiéndose, así sea inadvertidamente, en avales o portavoces del statu quo”.
-Luigi, te refieres a Carrión como un colocador de bombas, quizá como esa bomba de la que hablaba Orlando Guillén (“Un poema es una bomba de tiempo”, escribió este poeta (n. 1945)).
-Me refiero a todo lo que se produce tiempo después, como si hubiera estado ahí la bomba latente. Una bomba de tiempo, durante mucho tiempo quieta que ahora está estallando, y eso tiene que ver con esa posición compleja, fronteriza, contradictoria del artista que él tenía con la relación del arte y la escritura, con lo individual y colectivo, con hacer las cosas fuera de las instituciones. Creo que lo más interesante de Carrión es como la ruta que traza de decirle “no” a la institución, como ruta, porque creo que si algo caracteriza al arte y la literatura mexicana es haber sido muy institucional desde siempre, muy obediente.
-Quizá en todos lados es así: becas, expos, cumplir ciertos requisitos…
-Pero además de eso, por ejemplo, en el caso de una librería: alguien quiere hacer, armar una librería y en lugar de montarla y hacerla autogestiva, hay una mentalidad muy priista en el mexicano que es buscar el apoyo institucional. A nosotros nos ha pasado. Cuando empezamos a hacer redes de editoriales independientes, en México, nos pasó de entrada que cualquier iniciativa era: “bueno, ¿y qué tal si vamos con el FONCA’”. ¡Lo decían los propios organizadores de las editoriales! Eso es un poco lo que está en la cabeza del mexicano, en lugar de hacer proyectos periféricos, y eso tiene que ver con que no hay una tradición autogestiva. Si hubiera una tradición autogestiva, se seguiría y se regeneraría, pero como no la hay, siempre se recae en esa situación, en la búsqueda de la institución.
-¿Cómo ha influenciado UC en tu trabajo?
-De muchas maneras. A mí me gusta mucho el concepto de “estrategia cultural”. Nosotros, antes de conocerlo y publicarlo, el proyecto Tumbona se planteaba como una estrategia cultural. Entendíamos que Tumbona no era una editorial, sino una estrategia cultural. Es una continuación para seguir con autores, escritores, artistas. Por otro lado, como estrategia cultural, la idea era publicar libros no sólo para llevarlos a la librería y ya, sino publicar libros para crear cosas, para sacarlos a la calle, para que tropiece la gente con cosas que no veía, para que el libro no se quede solo, es decir, muchas alternativas. Hasta cierto sentido, y de un modo morboso, era ver qué pasaba. Cuando conocimos a Carrión, entendimos mejor lo que estábamos haciendo y lo que queríamos hacer, y se perfiló mejor el proyecto. Tumbona son cinco personas: dos artistas visuales, dos escritores y un cineasta. Si alguien quiere publicar en Tumbona debe acercarse. No somos ortodoxos, pero debe estar al tanto del tipo de proyectos que hacemos. Muchos libros los trabajamos con los artistas.
IX. UC también es punk
Nos sumimos en la noche madrileña y sobrevivimos. Pienso: en UC no hay “relajamiento” ni ese “qué-más-da” del que escribió Lyotard. Pienso en otras pistas, recuerdo eso de los guías turísticos que cuentan historias de amor para conocer una ciudad: vaya cabrona idea de UC. Él es ruta aún por descubrir. Una página por escribir sin escritura. O con ella y de otra forma. No se acaba. Ni caduca. Tampoco es único ni solo. Rechazo del sistema. Muta desde su obra, en quienes se acercan. Ulises es frontera hecha pedazos. Carrión es rebelión. Apropiación y plagio. Carrión es punk. Insisto: rechazo. Crispación. El antitiempo no canónico lo ha recuperado.
“Creo firmemente que cada uno de los libros que hoy existen desaparecerán eventualmente”, escribió, según El arte nuevo de hacer libros, de Tumbona Ediciones, en un texto de 1986 con el fin de realizar “un video (A Selection Both Limited in Scope and Quite Arbitrary, but Nevertheless of Great Significance, of ´Bookworks’ from Ulises Carrion’s Other Books and So Archive), producido para la exposición Turning over the Pages en la Kettle’s Yard Gallery, Cambridge”.
Visionario radical. Supo la importancia de la colectividad. Transformó y trascendió. Lo postcarriónico es recuperar la estrategia cultural anti-institucional. Explotó contra(a)dicción.
No importa si se ha enterado la Academia sueca, pero el Nobel de Literatura a Dylan es una consecuencia postcarriónica.
“No es que el arte nuevo carezca de pasiones.// Todo él es sangre que mana de la herida que el lenguaje ha abierto en los hombres// Y es también la dicha de poder decir algo con todo, con cualquier cosa, con casi nada, con nada” (UC, El arte nuevo de…).
Querido lector. No lea se exhibirá entre febrero y mayo del 2017 -repito- en el Museo Jumex de la Ciudad de México. Continuará la discusión. La polémica se multiplicará. UC seguirá mutando. Alimentando lo mutado. Permanecerá.