Si no pudiste ir al Festival Internacional de Cine de Guanajuato o sí fuiste pero lo último en hacer fue entrar a ver las películas, aquí te dejamos la reseña de las ganadoras.
Por Omar Arriaga Garcés
De este mundo
Sara abandona el psiquiátrico con la idea de dejar la ciudad y empezar una nueva vida junto a Carlos, su hermano, como se lo hace saber a su madre; sin embargo, parece que él todavía no lo sabe ni Sara el que Carlos ya ha reiniciado la suya y vuelto a nacer, porque de morir se muere una vez, pero de nacer, se nace muchas veces en este mundo.
Un filme de la autoría de Fernanda Valadez, premiado como el Mejor Corto Mexicano, que trata por medio de la historia de una persona distinta, que ha encontrado su lugar en el mundo, un tema que levanta ámpula actualmente: la transgeneridad, al tiempo que pugna porque se vea el lado humano de las cosas y se lo respete, al fin y al cabo, lo único que todos queremos es ser felices.
Entre la noche y el día
Mismo caso del protagonista del largometraje ganador en la categoría de Ópera Prima Mexicana, del joven cineasta Bernardo Arellano, Francisco, quien pese a vivir en una situación de aislamiento e incomprensión de parte de su familia, por ser lo que ahora llamaríamos una persona con capacidades especiales, halla un sitio y un mundo propios cuando la noche absoluta parece haberse instalado. Pero él lo soñó, lo había soñado mientras su familia se molestaba; y lo soñó de nuevo y tuvo algunas visiones después que había sido trasladado a otro lugar. El desenlace del film es simplemente asombroso y tan cotidiano como la vida misma.
Tras la proyección de Entre la noche y el día por segunda vez en el GIFF, ya como película ganadora, un Arellano nervioso subió al escenario a dar cuenta de algunos detalles que el público quería conocer: la cinta fue filmada entre la Ciudad de México y la selva húmeda de Veracruz, la grandísima interpretación de Francisco la hizo un hombre (Francisco Cruz) que no era actor profesional, aunque Arellano puntualizó: “No todos pueden ser actores, deben cumplir con ciertas características”, en este caso, aquéllas que Bernardo buscaba de acuerdo al fin de la cinta que, no está por de más decirlo, era su trabajo de tesis de la facultad, cuyo guión escribió en dos meses y que sólo pudo concluir por haber ganado el Premio Cine en Construcción en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España, en apenas 27 días de filmación. Altamente recomendable.
The external world (El mundo externo)
Parodias y más parodias de personajes de videojuegos y dibujos animados de la infancia tiene el ganador del Mejor Cortometraje de Animación Internacional, The external world, del alemán David O’Reilly, un trabajo que como ya habíamos expresado anteriormente es una crítica mordaz al mundo en el que vivimos y que todos los días nos bombardea con basura visual y sonora que nuestro cerebro recicla una y otra vez, dando como resultado curiosas mixturas de realidad y ficción. La postmodernidad expuesta mediante un pastelazo en la cara, mecanismo que puede funcionar una vez, como efectivamente sucedió, arrancando la risa de los espectadores. Sin embargo, el efecto quizá se debía a la secuencia que llevaban los demás cortos, ya que durante su exhibición durante la gala de premiados, no logró ni medianamente obtener el éxito anterior.
Una de las decepciones, desde mi humilde e inexperto punto de vista, que los jurados de animación, Spencer Tunick, Ery Camara y Earl Jackson Jr. pudieron haber resuelto de mejor manera con al menos media docena de cortos más dignos al galardón, a saber: Hecho en China (Bulgaria), El último troll de Noruega, Imbunche (Alemania), Birdboy (País Vasco), Rubika (Francia), Danny Boy (Suiza) y, en mi opinión, el mejor de todos: Viaje a Cabo Verde, de José Miguel Ribeiro (Portugal).
Smolarze (Quemadores de carbón)
El Mejor Documental Corto Internacional se lo llevó Piotr Zlotorowicz, de Polonia, por un trabajo ambivalente que muestra, por un lado, la faena diaria de un matrimonio de carboneros; en tanto profundiza en la relación de pareja de éstos en la que la mujer ansía más ternura de parte del esposo mientras éste se rasca, toma cerveza y se sienta a descansar tras la comida que ella le ha servido; una circunstancia que, no obstante, se subsana cuando el perro, juguetón y leal como todos los perros de la historia de la humanidad, juguetea con la mujer y le ofrece esa devoción que su hombre no le confiere… hasta que en ese juego amistoso e inocente el perro la muerde más de lo debido, sin quererlo, y el esposo lo reprende por su mala acción ante el beneplácito de ella, que se siente otra vez querida.
Y volveré
Acreedor al premio por el Mejor Cortometraje Guanajuatense, del director Edgar Nito, Y volveré es una cinta que quien no haya visto Kill Bill debería ver, pues el tratamiento, aun siendo un corto de indiscutible calidad, no dista mucho del de la película de Quentin Tarantino, sólo que con menos personajes, en menos tiempo y filmado en este país, con una mexicana en el lugar de Uma Thurman y un mexicano en vez de David Carradine quien, aparte, ya está muerto, siendo encontrado en circunstancias extrañas en un hotel en Tailandia, el año pasado si no mal recuerdo, sin que hasta la fecha se haya determinado la causa.
Obviamente, el soundtrack del film es “Y volveré”, interpretada por Los Ángeles Negros, lo que le agrega un no sé qué de nostálgico a las escenas en las que brinca la sangre y mueren los malos. Con todo, una excelente cinta.
Misschien later (Al ratito)
Traducida como Al ratito, el film de la belga Moon Blaisse se hizo merecedor no sólo de uno, sino de dos premios especiales que, por desgracia, no le pudieron ser entregados a la realizadora por no haber llegado a la gala de clausura. Los galardones SIGNIS y Mujeres en el cine y la televisión por el Mejor Cortometraje de Ficción Internacional, donde las historias de varios personajes, a la manera de González Iñárritu, si bien, más amablemente, se entretejen hasta formar un retrato de la sociedad moderna, una nueva comedia humana: una madre enferma de cáncer, un bebé que se quedará huérfano, un padre que no sabe qué hacer, un hijo centrado en sí mismo, un hombre viejo y una mujer vieja, un director de cine, dos hermanas, una pareja que ya no se ama y quiere darse una nueva oportunidad, un político; una cinta sobre la gente que se va y la gente que vuelve.
“Eso que usted hace no existe”, le dice un director a una joven actriz en un casting en el que ésta debe interpretar a una muchacha que ha perdido a sus padres. Yo he visto cómo moría mi hermano, mi pobre hermano de 19 años al que tanto quería…, profiere el cineasta, algo así es lo que usted tiene que hacer sentir, le espeta.
Tsuyako
Una joven japonesa encuentra las fotos de su abuela, en ellas aparece una amiga suya. Unas cartas en las que se expresan el amor de una por la otra, hará que la nieta vaya en busca de la mujer a la que su abuela tanto apreciaba. El cortometraje de Mitsuyo Miyazaki, ganador en la categoría de Cortometraje de Ficción Internacional, narra la juventud de dos niñas que se amaron desde la escuela y más tarde tuvieron que crecer y hacer sus vidas; un film sobre la responsabilidad, el amor y la esperanza, envuelto en el escenario de la reconstrucción que los japoneses enfrentaron al término de la Segunda Guerra Mundial: “historia inspirada en mi madre, que tuvo que sacrificar mucho por mi familia”, dijo una Miyazaki conmovido al recoger su premio. Una oda a la vida.
Bombay beach
Sinceramente, no comparto la opinión del escritor colombiano Fernando Vallejo de que el cine es un arte miserable que ni siquiera debería ser llamado arte; mucho menos, esa apreciación de que el documental es un género doblemente miserable, “miserabilidad al cuadrado” al ser el género más miserable de un arte de por sí miserable. Sin embargo, si el GIFF hubiera sido el festival de cine de Morelia y me hubiese encontrado al autor entre las calles del centro histórico, y éste hubiera afirmado, en el hipotético caso de que llegáramos a entablar una conversación, que Bombay beach, de Alma Har’el, no es una mala película, pero que es muy aburrida porque forma parte de la miserabilidad del cine, no habría tenido ni ánimos ni argumentos para contradecir su opinión.
Porque Bombay beach es el nombre de un lago artificial creado en los años 50, ubicado en Salton Sea, California, a mitad del desierto, en el que muchos creyeron ver un paraíso turístico en desarrollo, cuando el Río Bravo se desbordó un verano y dio forma a ese tiradero humano, a ese escollo donde la vida y muerte de los desadaptados tiene lugar: la forma en que fuman, comen, contrabandean, bailan, hacen amigos, juegan, se enfrentan unos con otros, van a la escuela, al psicólogo, a las oficinas del gobierno, al trabajo, coquetean, cogen, festejan el 4 de julio, se cuidan entre sí y mueren. Una odisea de hora y veinte minutos que ganó el premio a Mejor Documental Largo Internacional, y vaya si se hace larguísimo, como estos apuntes, como este inciso, como las palabras a las que se las lleva el viento.
Detalles
No llegaron a la proyección de los ganadores las copias de las cintas Asalto al cine, de Iria Gómez (Premio de la prensa al Mejor Largometraje Mexicano), Morir de pie, de Jacaranda Correa (Mejor Documental Mexicano), Dreyciya, del ghanés Akosua Adoma Owusu (Mejor Cortometraje Experimental Internacional), Boy, de Hong-jin Roh (Mejor Largometraje Internacional, categoría que debía ser considerada como la más valiosa del evento), cuyas reseñas podría haber bajado un servidor de las notas de prensa de otros medios, pero que al no haber visto, opta por dejar en blanco el espacio a ellas destinado.