Toda una revelación resultó El dibujante (The drawer boy, 2017), primer largometraje de ficción del documentalista mexicano Arturo Pérez Torres, el cual se presentó en la sección de Largometrajes Mexicanos en Competencia en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). A la película le tocó vivir una jornada complicada: gran parte de la atención de los medios se centró en el inicio de actividades de Guillermo del Toro en el FICM, así como la función de prensa de la esperada La forma del agua (The shape of water, 2017), la cual inició con apenas unos minutos de diferencia.
Arturo Pérez Torres es un experimentado documentalista y desde hace un tiempo reside en Canadá. Debido a ello su película está completamente hablada en inglés y con actores canadienses. El relato se sitúa en una pequeña comunidad de Ontario, en el año de 1972, cuando un grupo de jóvenes actores de teatro intenta convivir con los lugareños para escribir una obra basándose en sus experiencias. A Miles le toca visitar la granja habitada por Angus y Morgan, dos viejos camaradas de la infancia que viven prácticamente recluidos. Angus tiene un problema de memoria debido a un incidente ocurrido muchos años atrás mientras que Morgan lleva las riendas del lugar. Pero cuando Miles escribe un segmento de la obra basándose en su historia, los recuerdos de Angus comienzan a aflorar y no se dará por vencido hasta conocer la verdad.
La película está basada en la obra homónima del actor y dramaturgo canadiense Michael Healey (la cual no está editada en español, aunque ya se ha representado en México), publicada por primera vez en 1999. El texto se basa en la experiencia personal del autor, cuando en su juventud visitó las granjas del condado de Clinton con la intención de crear un retrato del paisaje rural canadiense. Años después Healey retomó el ejercicio y decidió crear algo ficticio partiendo de esa idea.
Para adaptar la obra, Arturo Pérez debió recortar al menos una tercera parte de los diálogos del texto original, con la intención de darle un formato más cinematográfico a la obra. También decidió que era importante eliminar buena parte de los rasgos humorísticos para ofrecer un enfoque más dramático a la compleja relación entre los granjeros. En contraparte, decidió agregar una serie de imágenes a modo de flashbacks, con la intención de que el espectador empiece a formar sus propias conjeturas sobre el pasado de los personajes.
La mayor parte de la historia transcurre en exteriores, para los cuales se utilizó luz natural. Además se usaron solamente lentes y filtros que estaban disponibles en esa época, con la intención de ofrecer una estética similar a la que podríamos ver si la hubieran rodado en la década de los setenta. Claramente éste es un gesto técnico que le da un carácter distintivo a la cinta. Pero todo esto no sería posible sin una base de actores sólida: Stuart Hughes, Richard Clarkin y Jakob Ehman, todos ellos provenientes de las tablas del teatro canadiense y todos ellos prácticamente debutantes en el cine.
El dibujante es un sólido drama sobre la confianza y la amistad, pero va más allá al ofrecer una muestra del poder de los relatos, vistos como instrumentos para delinear la realidad y transformar las vidas de quienes nos rodean. No estoy exagerando cuando afirmo que es una de las mejores películas que han formado parte de la selección oficial del FICM en sus primeros quince años de vida.