Valencia.- “El cambio climático es la expresión de un conflicto ecológico distributivo que tiene mucho que ver con la lucha de clases: cuando afrontamos el cambio climático, afrontamos el problema de la desigualdad y de la injusticia, la explotación de trabajadores, la obligación de que mayoritariamente mujeres estén en un sistema que las ataca estructuralmente”, reflexiona Yayo Herrero, directora de la FUHEM educación+ecosocial, para después continuar:
“Creo que no hay que hablar sólo del gas de efecto invernadero, sino de cómo eso es el reflejo de un modelo que es ecológico, que es político, social, patriarcal, ecocida, injusto por capitalista e inhumano, hablamos ya de otras cosas muy distintas que nos permiten discutir sobre la vida que queremos. Esto hace que cada vez más personas se quieran meter dentro de la cosa más hermosa que tenemos, el planeta”.
En la Sala de la Muralla, en el Col-Legi Major Rector Peset, se reúnen Joan Ribó, alcalde de Valencia, Andreu Escrivà, ambientalista y Premio Europeo de Divulgación Científica, y Yayo Herrero, investigadora y una de las activistas más influyentes en la Unión Europea (UE). El objetivo: abordar el tema del cambio climático a tres voces.
Ribó, Escrivà y Herrero coinciden en que se tiene qué actuar, la situación es grave y sería ingenuo pensar en que la solución es sencilla. Aunque el alcalde valenciano advierte interés y voluntad en generar cambios, es Yuyo Herrero quien habla de realidades y crudeza, de una verdad lejos de los discursos políticos maquillados de “verde”. Por su parte Escrivà es claro al señalar que falta “valentía” en poner en la mesa este tipo de temas.
El debate de ideas camina en la importancia de las ciudades, en la “acción y las “políticas”. En cómo comunicar la problemática del cambio climático. Pese a los esfuerzos de reflexión, es Herrero quien subraya cómo la problemática colapsa a poblaciones enteras, el modelo económico. Un ejemplo es el turismo de masas, que “se ha convertido en una industria extractiva, ya que “construye infraestructuras hoteleras en lugares de altísimo valor ecológico y consume recursos”. Por si fuera poco, “son una vía de penetración de una hegemonía cultural absolutamente insostenible, entrando en parajes, en sociedades que viven de otra manera y destruye las economías locales y termina de imponer formas de hacer que empobrecen a las personas y destruyen a la naturaleza”.
“Si pensamos en América Latina, tenemos que pensar en la responsabilidad de muchas grandes empresas transnacionales turísticas españolas que generan beneficios que revierten en ellas mismas; sin embargo, lo hacen a costa de los tiempos, de las vidas y de la naturaleza de terceros países. Hay que prescindir de esta dinámica, del traslado masivo de gente que ha convertido el turismo y el viaje en un mecanismo generador de recursos económicos y crecimientos económicos que benefician a muy pocos”.
El debate enriquece pero vislumbra lo que muy pocos quieren ver. En América Latina, África y Asia es evidente lo que hace un modelo capitalista, un modelo español depredador.
Andreu Escrivà lapida: “El cambio climático es una consecuencia de nuestra actividad como ciudadanos. Esta sociedad industrializada que lo que provoca es una emisión de gases contaminantes a la atmósfera que hace que se caliente, y cuando se calienta el clima cambia, y el clima cambia muy rápido. No es algo que hayamos hecho aposta, no hay un interés en que el clima cambie, sino que lo hemos ido haciendo”.
Ribó hace una pausa y agrega: “El objetivo es reducir las emisiones. Una tercera parte de las emisiones son de las ciudades, vienen de la movilidad. El primer objetivo es avanzar hacia una movilidad sostenible, y esto implica muchas cosas, como se ve en el plan de movilidad de Valencia, implica más caminar, más bicicleta, más trasporte público y menos transporte privado, creo que es una cuestión clara. Implica una apuesta por los vehículos eléctricos, con energías renovables. El segundo tema es el de la alimentación que me parece muy importante, un tema fundamental, en cuanto a hablar de una alimentación sostenible, de calidad, una alimentación en la cual pase de una producción industrial a una producción más ecológica. Una cosa tan sencilla como es la forma de abonar con productos orgánicos que retienen el carbón y la tierra, eso si que es un sumidero importante de carbono. Y el tercero es el tema de los hogares, mejorar la calidad del uso de la energía”.
Yayo Herrero puntualiza: “El cambio climático viene por un modelo de desarrollo que está empeñado en construirse a espaldas de los límites físicos que tiene la tierra. En los años cincuenta Exxon ya manejaba documentos y papeles en los que reconocía que nos encontrábamos ante un cambio climático, y desde los años cincuenta a ahora, lo hubiéramos podido revertir, y lo que se ha hecho es inyectar cantidades enormes de dinero en sembrar dudas sobre su realidad, por un lado, y por otro lado, incluso, financiar pseudoinvestigaciones que alimentan esa duda; es decir, aunque efectivamente no es una consecuencia deliberada, digamos que hay intereses económicos que deliberadamente lo han fomentado, y que son muy responsables de la situación tan dramática que nos encontramos ahora.
Por un lado adaptarse y por otro mitigar. Es realizar un cambio de arriba a abajo de los metabolismos económicos de las sociedades industriales. Esto significa aceptar un decrecimiento de la esfera material de la economía, del uso de energía, del uso de materiales, del impacto sobre la tierra que tiene que ir acompañada de una redistribución radical del acceso a la riqueza, porque el cambio climático se puede afrontar de formas tremendamente injustas. Sostenibilidad y justicia tienen que ir de la mano para no entrar en dinámicas de ecofascismo y eso tienen qué ver en cómo revertimos una idea cultural en el que las mayorías sociales han incorporado que la única forma de tener bienestar, de vivir bien, es tener altísimos niveles de consumo materiales, y que la economía crezca y se reparta el excedente de ese crecimiento, no la propia riqueza en sí, por tanto, hay un elemento importante”, y prosigue:
“La socialdemocracia se queda sin nada que repartir y lo que van viniendo por detrás son neopopulismos de derecha, de ultraderecha, creo que algunos de los movimientos en el cambio, y algunos de los movimientos de los partidos políticos de izquierda no han hecho un análisis material completo que les conduzca a entender que el modelo económico de crecimiento que ha venido funcionando hasta ahora no se va a poder mantener, ni se van a reproducir los puestos de trabajo perdidos, no van a venir por la misma lógica y tenemos que pensar en un modelo radicalmente distinto. Cuando no resuelven las necesidades básicas de la gente, cuando se van dejando atrás a millones de personas excluidas, a desempleadas, o a personas que tienen trabajo pero siguen siendo pobres, miran a los que prometen reducir las incertidumbres culpando a las personas de fuera, que son los saqueados para poder mantener ese modelo”.
Joan Ribó acota: “Lo que es más difícil es plantearse una salida, una salida que sea razonable, ese es el problema real que tenemos. ¿Cómo establecemos nuevos planteamientos,?, y ¿cómo enfocamos estos temas? Para mí es un tema de reflexión, donde la crítica es evidente, no hay salida en el modelo en el que estamos, está muy claro hacia dónde no debemos de ir, pero no tan claro por donde debemos de ir. Tenemos que buscar caminos, pero no es tan fácil, me gustaría saber qué hacer y qué debemos de hacer. Es difícil cuando tiene que convencer a la gente, tienes que explicarles las cosas como son. Si por peatonizar una calle te montan un número, cómo les vas a plantear otras cosas: ésta es la dura realidad que nos encontramos en el día a día. La alimentación es demasiado importante para dejarla en manos de multinacionales, yo apuesto por la alimentación local, hay que hacerlo, pero a la par tenemos servicios de distribución de las multinacionales que están operando. ¿Por donde hay que buscar? Yo pienso en economía circular, relocalización, son caminos claros, pero no tengo todas las soluciones”:
Yayo extiende: “No tenemos que ser ingenuos ni ingenuas en pensar que la solución es sencilla, tenemos un problema considerable, haber creado una sociedad, un modo de entender la riqueza y un modo de entender la economía que ha sobrepasado completamente los límites físicos de la tierra que ya está creando expulsión de importantes masas de población. Es evidente que no tenemos una solución concreta, ni una hoja de ruta elaborada, pero lo que si está claro son algunas líneas de por dónde no hay que ir. Y hay otra cosa, una cosa que ya se puede hacer y nos se hace, hablar de esto con crudeza y con claridad, por respeto a las personas, para que se hagan dueñas de su propio presente y del propio destino de las generaciones que vienen. Es su vida y lo tienen qué saber, y tenemos que confiar más en la gente. La gente, por ejemplo, con el bombardeo de noticias que hemos tenido ahora con Venezuela, está con el tema de que no hay agua, de las dificultades para producir alimentos, las dificultades para que las personas vivan, se generan unas relaciones totalmente distintas. El problema es que no está en los discursos políticos, más que con un poquito de maquillaje verde, no está como un problema estructural, es un punto de partida básico. Empezar por esa parte de compartir con sinceridad cuáles son las líneas de salida y cuáles son los problemas que tenemos con la gente, me parece entral. Si no, el bienestar se seguirá midiendo por los coches que tienes, por los viajes low cost que puedes hacer y obviamente si este mensaje no es rebatido, es muy difícil poder conseguir estos cambios”.
“¿Por qué no se comparte con crudeza?”, acota Escrivà, “porque la mayoría de gente no lo entiende, o no lo saben, Hay muchísima gente que no se lo cree, que no lo ha interiorizado, o parece que hay gente que es como para quedar bien, como moda. Desgraciadamente hay poca gente que se lo cree, que lo aplica, que se frustra, que entiende dónde está el problema. Hay un gran desconocimiento real de los límites físicos, de lo que supone el cambio climático y después hay una falta absoluta de valentía de poner los temas en la mesa tal y como son. Yo no soy positivo en el tema, se que las cosas están muy mal, pero tengo esperanza en que podamos cambiarlo”.
Joan Ribó suma: “Yo pienso que hemos fallado a la hora de plantear el cambio climático a la gente para que se interese de una forma cognitiva y para que se motive, muchas veces hacemos un planteamiento del cambio climático en el cual la gente le agobia, ‘y piensan: para el tiempo que me queda, no hago nada’. Es muy importante plantearse el cambio climático desde un punto de vista de comunicación y de forma estudiada, positiva y que llegue a la mayoría de la población, que llegue de forma que puedan hacer algo. Esto concierne tanto individualmente, a nivel familiar, a los colectivos, los centros de consumo, cooperativas y gobierno”.
Yayo puntualiza que “la crisis ecológica no siempre se ha comunicado bien”, posiblemente “porque algunas veces se ha comunicado de una forma muy científica, o muy alejada de la realidad”.
“La mayoría no acaban de ser consciente de que son y dependemos de la naturaleza, porque somos naturaleza, está tan alejado de la cabeza de la gente que siempre está la idea de que algo se inventará para que lo resuelva. Como que no va con nosotros, como si no dependiéramos de ella. No lo hemos sabido comunicar, yo no soy partidaria de hablar del colapso con mayúsculas, como si fuera una especie de botón que se aprieta y un día x, en un momento determinado, desaparece todo. Pero si que es importante a tener en cuenta que hay vidas que ya están colapsadas, creo que hablar de colapso es una visión bastante etnocéntrica, yo creo que a nadie se le escapa que la sociedad Siria, en este momento está colapsada, y que una buena parte de su colapso tiene que ver con una guerra por la extracción del petroleo y de recursos fósiles, y otra parte importante con una expulsión de gente del campo por unas sequías agravadas por el calentamiento global. Es decir, hay vidas que ya están colapsadas. Y en cuanto a la forma de comunicarlo positivamente, me gusta la frase: ‘el miedo solamente paraliza cuando no se sabe hacia dónde hay que correr; si no, el miedo es un sentimiento que ha servido para que los seres humanos nos articuláramos, nos organizáramos entre nosotros para afrontar situaciones difíciles’. El miedo ha acompañado el proceso evolutivo de la especie humana. El tema está en que se viva el cambio climático positivamente con la necesidad de afrontarlo. En tiempos de declive de energía fósil y de minerales, dentro de nuestras propias sociedades, es un potente generador de desigualdades”.
La realidad es que las personas, en todo el mundo, experimentan la pérdida de su hábitat, y “y de alguna manera se relaciona con el cambio climático”.
“Una buena parte de las personas refugiadas son personas que salen de sus países por guerras, que tienen que ver por el extractivismo o problemas muy relacionadas con la pérdida del hábitat, que de alguna manera se relaciona con el cambio climático. Esas personas que se encuentran en las vallas, estas se siguen abriendo y cerrando todos los días. La verdad material es puro racismo, modelos de vida a costa de la expulsión y del saqueo de otros territorios y ahora mismo ese tema es gravísimo. Toda la cuestión de la acogida y del tratamiento de las personas que van a perder su hábitat, su espacio por dinámicas que además ellos no han causado, el reto tanto del presente como del futuro es tomarlo como algunas ciudades, un asunto central y la siguiente prueba es la moral de la humanidad”.