Mucha gente me ha preguntado el secreto de mi precoz, súbito y millonario éxito. No creo en dar consejos. Preguntan por morbo, nadie está dispuesto a esforzarse de verdad. Este texto no es para inspirar a nadie. Es un registro personal para no olvidar y lo comparto por ego, nada más. Y claro, en esta empresa siempre hacen falta vendedores, pero ya llegaremos a ello.
Durante mi infancia, escuché que la tortilla quemada limpia los dientes. Lo intenté un par de veces y no noté gran diferencia, pero me quedé con la idea. Años más tarde, en la preparatoria, me interesé por la química. Me gustaba imaginar de qué estaban hechas las cosas. Conocí datos alucinantes. Después de nueve años, los componentes de un ser humano se renuevan por completo, ni una sola molécula permanece en el cuerpo humano. Me fascinó imaginar el tipo de ingeniería a pequeña escala que se lleva a cabo para que todo cambie y que pese a todo, sigamos siendo nosotros. Como cambiarle cada uno de los ladrillos a todas las casas de una ciudad, pero en lugar de ladrillos, átomos. Aproximadamente 67,000,000,000,000,000,000,000,000,000 de ellos. Ni siquiera sé cómo se pronuncia ese número. ¿Qué clase de magia sucede en nosotros? Sigo sin saber la respuesta. Aprendí del espíritu científico que a veces perseguir una verdad no te lleva a alcanzarla, pero te lleva a encontrar otras verdades. Aclaro que no soy científico, soy entusiasta de las aventuras del conocimiento humano.
Al salir de la preparatoria, tuve que trabajar como obrero en una fábrica de zapatos. Aprovechaba mis tiempos libres para leer artículos y libros de divulgación científica. Como siempre, mi mayor interés era la Química y sus preguntas: ¿Cómo producen energía los seres vivos? ¿Por qué se descomponen los cadáveres? ¿Para qué sirve el petróleo? ¿Cómo se sintetizan las medicinas? ¿Cómo se analizan las sustancias? ¿Cómo se clasifican? ¿Cómo pueden beneficiarnos? ¿Cómo dañarnos?
Ya casi regreso a lo de las tortillas quemadas, pero antes debo mencionar que en los libros descubrí que la química se divide en dos grandes ramas, orgánica e inorgánica. La primera estudia las moléculas que contienen carbono, cuya presencia es fundamental para la vida; la segunda estudia todo lo demás. ¿Qué tiene el carbono que lo hace capaz de partir en dos a la química? Básicamente que es el elemento más promiscuo, el que se combina más fácilmente con otros elementos en la temperatura de la tierra.
El carbono es como esa persona popular que conoce a todos, pero que además disfruta presentarte a personas nuevas y es probable que haya sido quien te presentó a tu actual pareja. Es tan fundamental para la vida que es el segundo elemento con más masa en el cuerpo humano, casi una quinta parte de ti es carbono. Los diamantes, el grafito y el carbón para la carne asada son carbono. Además está presente en el petróleo, el acero, las baterías. En la analogía de los ladrillos de la casas de una ciudad, se podría decir irresponsablemente que es como el cemento. Pero no sólo sostiene la arquitectura de los animales, sino también la de las plantas y su alucinante proceso para almacenar energía solar conocido como fotosíntesis.
No haber tenido formación científica académica, no impidió que en más de una ocasión mi mente se perdiera discurriendo posibilidades. La más notable sin duda fue cuando recordé a las tortillas quemadas que limpian los dientes. ¿Por qué algo negro, sólido y terroso podía limpiar los dientes? Solo por aclarar, cuando una tortilla se quema, deja un residuo de carbono, al igual que toda la materia orgánica. Una tortilla quemada es el carbono de lo que alguna vez fue el maíz. Usando una vez más la analogía de la casa, es como si quitáramos todos los ladrillos pero el cemento quedara intacto. Intacto y purificado.
Me dio curiosidad la limpieza de los dientes y volví a hacerla, esta vez con método y disciplina durante ocho días, dos veces diarias. El resultado en verdad fue espectacular. No solo se limpiaron mis dientes, de alguna forma también sentí que se habían fortalecido. Entendí que de niño no había notado mayor diferencia porque tenía dientes nuevos y casi perfectos. Justo después del experimento tuve la mayor ocurrencia de mi vida. Si realmente el carbón había limpiado y fortalecido mis dientes ¿no habría una posibilidad de que este elemento tan importante pudiera limpiar y fortalecer otras partes de mi cuerpo?
Planeé un experimento. Iba a consultar a un médico para que me apoyara pero, aunque confío mucho en la ciencia, no es así con los médicos. He conocido a charlatanes que venden hongos milagrosos con más integridad moral que rateros con bata y cientos de certificados médicos en las paredes de su consultorio.
Trato de no ser una persona que hable de sus males, no considero de buen gusto exponer mis propias debilidades. Comparto estrictamente porque es necesario. Desde joven padezco ansiedad, mala digestión y una extraña enfermedad en el oído que me hace escuchar un campaneo permanente. He ido con varios médicos y ninguno me ha dado soluciones efectivas.
El experimento se basó en una idea muy sencilla y reconozco que algo aleatoria. Me comí una tortilla quemada antes de cada alimento, durante un mes. Claro que estaba sugestionado. Me gusta cambiar mi mentalidad a partir de rituales cotidianos. ¿A quién no? El que esté libre de haberse tomado medio vaso con un jugo de limón en ayunas, que aviente la primera piedra.
El sabor me gustaba, pero me gustaba más imaginarme las moléculas del carbono de la tortilla siendo amistosas con las demás moléculas y células de mi intestino. Como ese compañero de grupo que llegaba al salón y ponía a todos de buenas con su extraordinaria actitud.
Los primeros efectos, no tengo ninguna duda, estuvieron relacionados con la sugestión. Sentía buen ánimo, dormía tranquilo, me concentraba mejor en algunas actividades y tenía muy buena actitud cuando hablaba con otras personas.
Lo extraordinario comenzó a suceder cerca de una semana después. Mi digestión cambió notablemente, podía comer sin cuidarme de los picantes o de las grasas, no sentía dolor, indigestión ni pesadez. El problema del oído se redujo considerablemente las primeras dos semanas, pero para la quinta semana era casi imperceptible. Un efecto inesperado fue una capacidad de concentrarme sin precedentes. Siempre he tenido mis lapsus de productividad mental, pero desde que comencé con el experimento, siento como si estuviera siempre perfectamente calibrado, resuelvo problemas que requieren estrategias complicadas sin titubear y sin tener ninguna duda de que tomé la decisión acertada.
Sé que puede interpretarse como una sugestión, pero las sugestiones no duran tanto tiempo. Además una manera de medir mi calidad de pensamiento es la rapidez con la que escribo. Un texto de este tamaño me hubiera tomado de dos a tres semanas. Hoy lo he escrito en una tarde y sé que no podría escribirlo mejor en ninguna otra circunstancia.
Después de mi experimento y con algunas certezas firmes, me aventuré a consultar conocidos médicos o científicos. Uno de ellos me recomendó libros sobre experimentos que se realizaron en la Unión Soviética en la década de 1950. Resulta que había un programa que tenía como objetivo erradicar los abusos de las farmacéuticas a nivel global. Al parecer hubieron operaciones de espías financiados por las familias más ricas de occidente para frenar las investigaciones soviéticas. Se especula que uno de sus ejes centrales era el uso del carbono como elemento revitalizador, purificador y fortificador de los organismos animales. Eso explicaba todos los beneficios que estaba sintiendo.
Comencé a invitar a algunos de mis conocidos a probar el experimento. La mayoría se portaban amables pero era claro que me juzgaban y los entiendo. Los pocos que accedieron no han parado de agradecerme, uno de ellos hasta me comentó que su vida sexual había renacido. Para los que me rechazaron, tuve que inventar otra estrategia, encapsular carbón de tortilla molido y meter las cápsulas en botecitos elegantes y con un diseño brillante y novedoso. Les dije que era una medicina hecha con isótopos de carbono nanorgánicos en Alemania y que costaba seiscientos pesos, pero que la primera muestra era gratis.
En realidad fue una estrategia para que se sugestionaran un poco, pero un mes después los tenía buscándome con sus seiscientos pesos. Me hubiera gustado decirles que la producción solo costaba treinta pesos, pero estoy seguro de que se hubieran sugestionado al revés y hubieran dejado el carbón. Los seres humanos somos pendejos por naturaleza. Les recibí el dinero y creé una estructura de vendedores que ahora operan en varias ciudades. El secreto es no decir que es tortilla quemada, todo el discurso se sostiene diciendo que son isótopos de carbono nanorgánicos. El resto es historia.
Todo es mentira.
La realidad es que cuando veo productos como Herbalife, Omnilife, Organo Gold, el Hongo Michoacano, Inmunocal, Kÿiani, Oriflame, la psicomagia, la sanación cuántica, etcétera, me quedo pensando que son discursos super sencillos de armar con una jerga pseudo científica. Solo tenía ganas de escribir un discurso con algo de sentido y crear ciencia ficción con fines mercadológicos. Es súper fácil. La gente no sabe diferenciar entre el método científico y los charlatanes con discursos pseudocientíficos.
Voy a analizar mi pequeña creación y cómo fue creada con aspectos que se repiten en varias de estas empresas:
- Aluden a problemas cotidianos como el estrés y la mala digestión. Algo que casi todo mundo padezca. Eso amplía el mercado.
- Rechaza la medicina científica, presentando datos que generen complicidad contra ella. Lo de la Unión Soviética fue muy fácil de inventar.
- Recurre a atajos. Es decir, todos sabemos que tener una buena digestión requiere disciplina alimentaria, pero los productos milagrosos solo requieren un pequeño hábito, que funciona más como ritual que como tratamiento.
- Se beneficia del efecto placebo y lo fortalece. Hace mucho énfasis en detonantes sugestivos. Por eso el personaje asume su propia sugestión como algo positivo.
- Estructura un discurso digerible y fantástico a partir de un supuesto descubrimiento fortuito. Lo de carbono lo aprendí en la prepa y lo de las tortillas es real.
- Usa conceptos que están en el imaginario colectivo como nanotecnología, cuántico, isótopo, nuclear, radioactivo, orgánico. Conceptos que el imaginario asocia con Discovery Channel, Conozca Más, Playground, Pijama Surf, etc.
- Recluta vendedores.
Este modelo es aplicable tanto a venta de medicina como a la venta de libros. No tengo el estómago para echar a andar una empresa que engañe a la gente pero obviamente hay miles de personas que negocian con la ingenuidad de las personas. La sociedad mexicana y latinoamericana viven en un estado de formación a medias. Conocen algunos datos de ciencia pero nunca nos enseñaron cómo se realiza una investigación seria.
Incluso en el nivel universitario se cree que la metodología de la investigación es una manual para que tu asesor de tesis te ponga 10 en una tarea grandota. Son pocos quienes entienden que investigar con método es un trabajo arduo que requiere disciplina, estructuras de ideas complejas, recopilación y validación de datos, constante autocrítica, experimentación en ambientes controlados y cálculos complejísimos. Y que justamente en el método descansa la ciencia. No quiero afirmar que cada uno de nosotros podemos entender en su totalidad la teoría de la relatividad o las variables matemáticas que afectan el interior de un hoyo negro.
Lo que sí podemos es completar la formación mediocre que recibimos en la educación primaria para tener una visión general de la construcción del conocimiento científico para poder diferenciar entre un charlatán simpático de un divulgador comprometido.
A continuación dejaré una serie de videos y libros que me han ayudado a tapar algunos de los huecos que me dejó el terrible sistema educativo en el que me tocó crecer:
Una breve historia de casi todo – Bill Bryson
Los descubridores – Daniel J. Boorstin
Sapiens: de animales a dioses – Yuval Noah Harari
El gen egoista – Richard Dawkins
Cosmos, de Neil DeGrasse Tyson
Carl Sagan sobre la evolución
Debate entre Deepak Chopra y Richard Dawkins
School of life (activen los subtítulos)
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