Dios prefiere a los bastardos, primer libro de Gonzalo Trinidad Valtierra, fue escrito en el taller de Eusebio Ruvalcaba, alumno de Juan Rulfo que falleció a inicios de 2017. No Rulfo, sino Eusebio Ruvalcaba.
Está integrado por catorce cuentos de un humor menos o más negro, según el texto de que se trate. Sus protagonistas parecen jactarse de eso que en Baudelaire se puede llamar el lado voluptuoso del alma. Héroes obscuros de su propio desastre, que vagan desastrados en los límites de la fraternidad de los hombres, trashumantes del karma -parafraseando a un poeta gringo-, pueblan las páginas de esta obra.
Mundo alucinatorio, al fin y al cabo literatura que, como nuestra propia realidad, siente nostalgia de sí misma en el propio momento en que está viviéndose, descifrándose como en clave a través de un viejo bolero. Y para hablar de alucinaciones, Borja es el nombre de quien hace el prólogo del libro de cuentos de Gonzalo Trinidad, pero también es el amigo del padre de una de las historias, quien posee un campo de vainilla.
Mas no se crea que todos los personajes podrían formar parte de una historia universal de la infamia, pues -aunque encantador y peligroso- el mundo no está exento de ternura. Exhibe esa voluptuosidad de la inocencia que confunde las cosas y que, desde diversas perspectivas, hace que éstas puedan vivirse como intensidad que destruye o leve caricia que es posible soportar.
Así, tenemos a un perro que analiza si le conviene cambiar de humano, una niña de voz oracular y cruel que asusta a su prima, un sensato peluquero que atiende en el malecón o un adolescente que busca a su padre. En el caso de quien sepa que el autor es originario de Acapulco y conozca algunas de sus obsesiones por el ron, ese boxeador llamado Jack Johnson o las cantinas y sus historias, podrá reconocer que hay una geografía específica en las narraciones que es identificable para todos, pero que al mismo tiempo resulta una especie de carta personal a los amigos, como Stevenson refería.
Hay en los cuentos de Dios prefiere a los bastardos un lenguaje reconocible, económico, resuelto y la concisión del género. Un género que es un knock out, como quería Cortázar, o que no es cuento sino novela u otra cosa. Es lo más antiguo y, al mismo tiempo, lo más novedoso, porque el mundo se articula en historias y es precisamente por historias que nos reconocemos como parte de una comunidad o las cosas mismas son reconocibles para nosotros.
No es una estructura matemática subyacente a la realidad lo que da coherencia a las cosas. No es la verdad lo que constituye el secreto detrás de todo, ni, como decía Albert Camus, importa si hay tres, cinco o nueve planetas en el sistema solar. Lo verdaderamente importante es que la vida valga la pena de ser vivida y nada sino las historias son lo que hacen que el mundo se vuelve habitable, conocido, gozoso. Hay quizá algo más en juego en la literatura de lo que siempre se ha creído.
Dios prefiere a los bastardos
- Autor: Gonzalo Trinidad Valtierra
- Editorial: Vodevil
Foto: Flickr/Matteo Parrini
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