Por Hilda Sotelo
Hace algunos meses una amiga periodista de Ciudad Juárez subió al Facebook la convocatoria que rezaba en su título 1er encuentro de escritores de Ciudad Juárez. El evento prometía traer a la ciudad creativos hechos en Juárez, es decir, gente reconocida a nivel nacional e internacional que ha gestado sus primeros años de carrera ahí, además los formatos de invitación a los eventos habían cambiado, ahora circulaban por los medios de comunicación, el evento se difundía a través de las redes sociales, los blogs, el correo electrónico. Inmediatamente envié mi propuesta para participar en las mesas de trabajo, me aceptaron, qué bien.
Días después me reunía con un buen amigo poeta de Ciudad Juárez que reside en El Paso, le mencioné sobre el evento y dentro de mi desconocimiento de cómo habían funcionado otrora los encuentros de escritores en Ciudad Juárez, le pregunté emocionada que si ese era realmente el primer encuentro. Mi amigo contesta que en la ciudad ya se habían llevado a cabo encuentros donde él precisamente había participado, de pronto se detiene a reflexionar asegurando que los eventos sólo asistía el mismo grupito una y otra y otra vez aceptando esporádicamente algún nuevo, incauto que debería conjurar con ellos para pertenecer y desarrollarse dentro del sagrado montón. Entendí perfectamente la idea de grupito, de hecho, esos se forman en todos y cada uno de los rubros de nuestro diario vivir, en sistemas donde estratégicamente se mantiene a los pueblos sin educación, donde la creación está hecha desde y para las élites; los mismos que ganan las becas de poco monto que el estado destina a las artes, los mismos que arrebatan el flácido y pequeño pedazo de carne cultural fronteriza. No sé quién ha hecho más daño, si los que conspiran hasta formar un círculo que encierra herméticamente la cultura y los intereses de unos cuantos o los que idolizan y arden en deseos de ritualizar en esos círculos.
Es muy común que en países o ciudades de escasa letra como Ciudad Juárez, el escritor, el creativo o el intelectual adquiera una aura mágica hasta convertirse en vaca sagrada y con ello, cierto dejo de poder que sabe muy bien emplear obedeciendo a sus intereses particulares; esperemos que encuentros como éste rompan esa lectura que el pueblo le otorga al artista y que poco a poco desde su microcosmo, la gente despierte su natural inquietud hacia la creatividad, y la cultura.
Ha sido harto repetido aquello de que en el norte no nos gusta la cultura, y que en la frontera nos atrae lo simple, lo grotesco, la borrachera, la frivolidad y que el espíritu creador nos ha abandonado y el destructor nos ha abordado y que tenemos una impresión corriente o hasta vulgar de la estética; estas ideas preconcebidas y aceptadas debido a la pereza mental y cuerpo cansado del trabajo maquilador, tal vez hayan provocado que realmente la creación o el gusto por el arte se haya detenido o pausado aquí en la frontera. Ciudad Juárez debe ser reconocida por su gente talentosa, gente de amplio criterio, gente ávida de transformar una cruda realidad que le ha sido sembrada a la brava, gente que añora sublimar su entorno a través de las expresiones del arte, artistas que le dan forma a la noche y el día, al sol, la luna, lo oscuro, la luz en figuras retóricas varias.
El fin de semana pasado la pausa se ha fugado y al Primer encuentro de escritores de Ciudad Juárez llegaron artistas integrales, orgánicos como Cecilia Pego, novelista gráfica quien dio sus primeros pasos profesionales en la ciudad y agradecida narra sus últimos años en el viaje al laberinto interior trayendo con ella el regalo de sus personajes . Además participaron más de 60 escritores locales y representantes de México, España, Honduras y Estados Unidos. La lectura fue llevada al transporte público por el poeta local Edgar Rincón, los usuarios al no estar acostumbrados a dicha actividad atinaron a reír, abriendo sus ojos ante la novedad y el silencio al inicio de la lectura. Durante la noche la Cafebrería entre el sofocante calor y la ausencia de aire acondicionado iba acorde con una de las lecturas sobre juguetes sexuales y ejercicios de visualización candentes, un mano a mano que emulaba las canas de las fabulillas mencionado que la silla de la lectura anterior seguía en fuego. Mi gran sorpresa fue la familiaridad de los asistentes con el evento, el entusiasmo por una versión diferente de la ciudad, la reunión convocando el enlace legible de la confianza recuperada entre el autor y el lector o el creativo y el espectador. Supe que aquella trillada frase de sanar el tejido social quizá se estaría dando a través de este tipo de actividades.
El domingo fue el homenaje a Susana Chávez, poeta quien fue brutalmente asesinada recientemente; la presentación se llevaba a cabo en el Bazar cultural en el monumento a Benito Juárez, los amigos de Susana rodeaban la mesa cuadrada, en las manos cargaban un cuaderno donde Susana había dejado sus escritos, sus poemas en verso libre o al estilo language poetry, siguiendo la forma natural del hablante en pensamiento corazón, razón y emoción del instante. Sus amigos alegaban que Susana era una mujer rebelde, no derecho humanista, pero si feminista, que firmaba sus poemas con la frase Ni una más. Sus escritos hasta su muerte no habían sido publicados por una sencilla razón, Susana dentro de su rebeldía no le mamaba la teta a la vaca sagrada, al contrario, se le ponía a las patadas cuando ésta se le presentaba en formas y colores “fufurufas” su palabra favorita, según sus amigos.