A finales de septiembre, exponentes del reggaetón dejaron ver su molestia ante la decisión de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos de dejar un poco de lado a ese género en la entrega de los Grammy Latinos. En medio de la polémica, gente como Daddy Yankee señalaron que sin reggaetón no hay Latin Grammy.
Es verdad que ese subgénero acapara gran parte del mercado de la música en América Latina, que sus exponentes son muy cotizados entre los cantantes pop que le quieren dar un nuevo aire a sus carreras para no caer en el anacronismo. Ahí están casos como los de Enrique Iglesias y Shakira, pero también es verdad que como subgénero deja mucho que desear, pues musicalmente hablando es bastante pobre, y líricamente el reggaetón y el trap en realidad son como indigentes. No creo que a eso se deba la decisión de la Academia para marginar a ese subgénero. Creo, aunque no me consta, que eso se debió a las críticas que desde hace tiempo han ido en aumento hacia las letras del reggaetón, que han sido acusadas de machistas, misóginas y que normalizan la violencia de género. Sin embargo, dudo que algún miembro de la Academia salga a confinarlo, por lo que eso seguirá siendo una sospecha de quien esto escribe.
La aseveración de que sin reggaetón no hay Grammy Latino resulta excesiva. El premio en su versión latinoamericana no fue para reconocer a lo mejor del reggaetón, sino para, mediante la segregación, hacerles sentir a los artistas hispanos que podían acceder a un premio en el que antes estaban bastante acotados, por estar destinado a la música hecha en Estados Unidos. Vaya, la idea del premio en Latinoamérica fue para satisfacer la necesidad de una minoría a ser reconocida. Lógicamente, no iban a poner a competir a Shakira con Madonna, o ya más en serio, a Don Omar y su MTO2 New Generation con el colosal My Beautiful Dark Twisted Fantasy de Kanye West, que en 2012 ganaron los respectivos premios a “Mejor álbum de música urbana” y “Mejor álbum de rap”. No es que uno sea mejor que otro (de hecho, el de Kanye es extraordinario), porque Don Omar no es una minoría local, como el afroamericano, sino que es un latinoamericano.
La afirmación de que sin reggaetón no hay Grammy Latino resulta excesiva porque, en serio, son 50 categorías, contemplando géneros como el pop, rock, pop rock, música alternativa, salsa, tropical, cantautores, ranchera, banda, tejana, norteña, folclor, tango, rap, jazz latino, música cristiana tanto en español como en portugués, música instrumental y de cámara, samba y música infantil. Entonces, el reggaetón está sumamente lejos de ser imprescindible para los Grammy Latinos, que de hecho tiene su categoría considerada como música urbana, y aunque sus exponentes digan que su arte es un género en sí mismo, que es la voz de América Latina, que ellos son los portavoces de la sensibilidad hispana, no; el reggaetón sólo es un subgénero del rap, originado en la década de los 80 con El General, que en su momento le llamó reggae-rap.
En virtud de todo lo anterior, su servidor tiene una propuesta a la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos: así como hicieron los Latin Grammy para excluir a los latinoamericanos de la entrega en Estados Unidos, abran un Grammy Reggaetonero. De esta manera pondrán una mesa para que los exponentes de ese subgénero se la saquen y se la midan a gusto, porque al parecer es lo único que les importa, tanto que al parecer sin Grammy Latino no hay reggaetón.