Quentin Dupieux no solo es director de cine, su nombre también está asociado a la música electrónica. Ya desde 1999 salió a la venta su primer álbum Analog worms attack, el cual firmó como Mr. Oizo, el seudónimo que utiliza para todos sus proyectos musicales. Sus primeras incursiones detrás de cámaras fueron para la dirección de sus propios videos musicales, de ahí en adelante, la transición al cine se dio de manera natural.
Aunque Dupieux es una de las caras nuevas del Tour de Cine Francés (TCF), no significa que sea un director novato. De hecho, ocho largometrajes escritos y dirigidos lo avalan, aunque solamente tres de ellos han tenido distribución en México. Uno es La llanta asesina (Rubber, 2010), en donde literalmente un neumático salido de control provoca la muerte de muchas personas. Otra es la comedia policial El interrogatorio (Au poste!, 2018), al igual que Una extraña obsesión (Le daim, 2019), sobre un hombre cuyos impulsos son dominados por una chaqueta de piel de ciervo. En todas ellas hace gala de un humor característico basado en el absurdo.
Para el 25 TCF, el cineasta francés se hace presente con Mandíbulas (Mandibules, 2020), en donde apuesta nuevamente por una situación irracional como punto de partida de su guion. Manu y Jean-Gab, son amigos desde la infancia, no solo comparten un saludo especial (“Toro”, como se verá a lo largo de toda la película), sino la estupidez.
Cuando a Manu, que duerme en las calles como un vagabundo, le ofrecen la oportunidad de ganarse quinientos euros por llevar una maleta de un punto a otro, decide compartirlos con su compinche. Para ello roba un viejo Mercedez-Benz… que tiene una mosca enorme en la cajuela. En tales circunstancias creo que cualquiera botaría el auto y seguiría adelante por sus propios medios. Pero los amigos deciden dejar de lado su misión para enfocarse en la domesticación de la mosca y de esa manera ganar dinero con ella.
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La serie de enredos que siguen a partir de este punto es tan desopilante como inverosímil. Una serie de personajes acompañan a los protagonistas y a su mosca: el gruñón propietario de un remolque, una joven que confunde a Manu con uno de sus antiguos amantes y Agnès, una chica que se expresa a gritos desde que tuvo un accidente de esquí.
Los esfuerzos para ocultar a tan preciado insecto, así como satisfacer su apetito voraz, rinden fruto cuando Jean Gab cree notar ciertos avances en su entrenamiento. Para ese momento, el domesticador ya ha creado un vínculo con el animal, al que bautizó como Dominique. Uno pensaría que la nombrarían “Mandíbulas”, como el título, pero lo cierto es que ese nombre no aparece en toda la película.
¿Y de dónde salió este díptero gigante? Dupieux no se molesta en explicarlo. Al igual que en sus películas anteriores no busca una justificación para el objeto en torno al cual se desarrollan sus historias. Una llanta maldita, una chamarra con flecos y en este caso una mosca enorme, son solo el hilo conductor de sus descabelladas narraciones.
Con unos pocos elementos y apenas un par de actrices de alto perfil (Adèle Exachorpoulos e India Hair, el resto del reparto no es muy conocido), el cineasta francés hace gala de un humor singular y atrevido. Podríamos decir que Mandíbulas es una comedia sobre el valor de la amistad, pero en realidad es solo una película extraña y muy divertida que gira en torno a una mosca gigante.