En el tercer día de actividades del Festival Internacional de Cine de Morelia, Claire Denis acompañó el estreno de su más reciente producción cinematográfica, Con amor y furia (Avec amour et acharnement, 2022). La cinta no se había anunciado en un primer momento, pero al final se logró que formara parte de la programación del 20 FICM. La película es una adaptación libre, con guion de la propia Denis, de la novela de Christine Angot, Un tournant de la vie (aun sin editarse en español, aunque una interesante selección de su obra está disponible en Anagrama).
Aquí vale la pena detenerse un poco en la vida de la escritora francesa. Nacida en 1959, saltó a la fama con la publicación en 1999, de su novela L’inceste, que como se intuye a partir de su título, cuenta el abuso que sufrió por parte de su padre. No está muy claro que tanto hay de realidad y que tanto de ficción en su literatura, pero es evidente que a la escritora la sigue la polémica a donde quiera que vaya, ya sea por sus tajantes opiniones políticas, por transcribir a su obra parte de la vida de sus conocidos o por las varias acusaciones de difamación. La obra de Angot ya había sido llevada anteriormente al cine, Catherine Corsini, hizo hace algunos años una buena adaptación de su novela Un amor imposible (Un amour imposible, 2018), con Virginie Efira en el papel principal.
Con amor y furia se estrenó en Berlín, en donde Claire Denis fue premiada con el Oso de Plata a mejor dirección. La película que en México será distribuida por Pimienta films, fue presentada en función especial en el FICM, con la presencia de su directora, quien fue galardonada con el premio a la excelencia artística que otorga el festival (“excelencia, no sé… artista, no sé, pero amante del cine, sí”, dijo Denis al recibir la escultura diseñada por Javier Marín). La cineasta reconoció el regreso del público a las salas de cine, algo que en Francia no está sucediendo con tanta celeridad. “Ver películas en casa es malo para la salud… engorda”, remató en tono de broma.
También puede interesarte:
Park Chan-Wook regresa con Decision to leave
El filme abre con una luminosa secuencia de una pareja madura retozando en la playa. Su acercamiento, se intuye, es marcadamente físico. El regreso a la ciudad ofrece un contraste notable: tonos grises, la gente utilizando mascarillas y la notoria presencia de las cubiertas de plástico en todos los mostradores. Pero algo más ominoso acecha, la reaparición de un viejo amor que despertará en la mujer sentimientos que creía desterrados.
El duelo de personalidades resulta fascinante, por un lado encontramos a Sara, la mujer que se deja llevar por el impulso, apasionada e indecisa y que según reconoce “ha obedecido toda su vida”. Mientras que Jean es un rudo exjugador de rugby, que por alguna razón desconocida ha pasado un tiempo en prisión. La narrativa dosifica apenas algunas cosas de su pasado, un matrimonio fallido y un hijo de ascendencia caribeña con el que tiene una muy mala relación. Y por alguna razón que se desconoce, termina involucrado nuevamente con la ex pareja de su nueva esposa.
La cámara se coloca tan cerca de los rostros que en muchas ocasiones no es posible ver la cara completa de los personajes, detalle que resalta la expresividad facial de Juliette Binoche y Vincent Lindon, dos de los grandes actores franceses que nunca habían hecho mancuerna en el cine. Es para resaltar el egoísmo de los personajes en la búsqueda de su propia felicidad, sin importar que esto dañe a los demás.
Pero el enfrentamiento es inevitable y finalmente se descubre el triángulo amoroso. En ese momento todo parece perdido para el esposo, la esposa y el amante. Pero con una casualidad que involucra a la tecnología (el teléfono en la bañera), la pérdida se convierte en liberación y todos quedan libres de los vínculos que los unen… a veces hay que perder para ganar, como parece indicar el breve epílogo de la película.