Tarde noche complicada en el centro histórico. El cierre de la avenida Madero desde temprana hora por los preparativos de un evento religioso provocó un caos vial que impidió que mucha gente llegara a tiempo a las actividades que tenían lugar a lo largo del día. Para evitar que se empalmaran los eventos, se tuvo que adelantar una hora el concierto del Cuarteto Latinoamericano que inicialmente se tenía previsto para las 8 de la noche.
El Cuarteto Latinoamericano es toda una institución en la música de concierto. Fundado en los inicios de la década de los ochenta, han cumplido más de cuarenta años de actividad ininterrumpida. Conformado por los hermanos Saúl, Arón y Álvaro Bitrán (violines y violonchelo), provenientes de una familia chilena afincada en México, además del músico Javier Montiel (viola); el cuarteto se ha distinguido por combinar un repertorio de compositores clásicos europeos con otros provenientes de todos los rincones de Latinoamérica.
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El recital tuvo lugar en el Teatro Matamoros, que mostraba varios espacios vacíos, sin que esto mermara la entrega del cuarteto. El programa de la noche incluyó una delicada versión de Dos fantasías, obra del barroco inglés Henry Purcell (1659-1695). También el primer Cuarteto de cuerdas del compositor de origen ruso, nacionalizado estadounidense, Serguei Rajmáninov (1873-1943); así como el Quartettsatz de Schubert.
Después de un breve intermedio, los integrantes del cuarteto decidieron agregar al programa el Adagio para cuerdas de Samuel Barber, como un homenaje al compositor Javier Álvarez. La obra por su lirismo apela a la melancolía por lo que ha sido incluida en muchas películas y series de televisión. El Cuarteto cerró la noche con una de las composiciones más conocidas del brasileño Heitor Villa-Lobos. Mientras que para el encore abordaron Son risa, un tema breve del maestro Javier Álvarez que no se había estrenado en México.