Por Claudia Pedraza
Hombres, les pido un favor: hoy no me feliciten por “ser mujer” (se los pido por coherencia, por decencia y por piedad). Hoy no es un día festivo. Nacer en un cuerpo de mujer no es motivo de fiesta. Es un reto. Y lo que hoy estamos tratando de conmemorar es todo lo que implica -con mayor dolor, temor y frustración para algunas- ese constante reto.
Un reto que vive día con día la mitad de la humanidad.
Hoy no salgan con eso de que “ser mujer es una bendición” cuando por esta razón se han asesinado a cerca de 100 millones de niñas en China por el simple hecho de nacer con ese sexo. Hoy no nos digan eso de que “porque con su belleza adornan este mundo” cuando se sabe que el 80 % del tráfico de personas en el mundo es de mujeres y niñas que son explotadas sexualmente. Hoy no anden repartiendo felicitaciones por el “simple hecho de ser mujeres” cuando ese “simple hecho” ocasiona que en África existan cerca de 140 millones de mujeres mutiladas.
El mismo “simple hecho” que basta para que en España te paguen 30 por ciento menos del salario, que en Ámsterdam te coloquen en un aparador, en Irán te puedan lapidar, o en Ciudad Juárez te desaparezcan para siempre.
Cierto, no se trata de hacer de este día el “día de la víctima”. Se trata de hacer conciencia de que el reto de ser mujer implica –para unas más que otras- una cotidiana lucha por el derecho a ser y estar en este mundo.
Así que por favor, tampoco nos regalen rosas (ni shampoos, ni descuentos en ropa, ni demás artilugios mercadotécnicos). Hoy no se trata de merecer regalos sino de pelear por derechos. Si en verdad quieren honrar a las mujeres este día, eviten el acoso (visual, verbal, espacial) de la joven que hoy decidió ponerse falda. Eviten decir que esa compañera de trabajo “está en sus días” cuando tienen una discusión. Eviten llamar “verdulera”, “zorra”, “tortillera”, “gata” y demás sustantivos (des) calificativos a cualquier mujer. Lo sé, eso cuesta más que las rosas de 20 pesos, pero es preferible.
Hoy, evítenos el coraje de escuchar los trillados lugares comunes de los discursos que leen en los libros de frases célebres. “Que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”; que creen: hace rato que nos cansamos de estar atrás. “Porque el hombre es la razón y la mujer el corazón”; otra noticia: ninguna autopsia ha revelado que un hombre tenga un hueco en el lado izquierdo del pecho o que una mujer no tenga nada en la cavidad craneal. “Porque tienen ese toque femenino”; no sé si con “toque” se refieran a la cachetada que tienes que darle al “vivo” que se quiere pasar de manos en el transporte público.“Porque tienen el privilegio de dar vida y educar a los hombres”; me pregunto sí ser madre de Adolfo Hittler o Augusto Pinochet (si, tenían madre) pudo ser, en verdad, un privilegio.
No hay toque, ni esencia, ni mística, ni naturaleza de “la mujer”. Es más, ni siquiera existe “la mujer”. Existimos, cientos, miles de mujeres diversas, distintas, plurales. Doctoras, maestras, boxeadoras, madres, lesbianas, científicas, indígenas, jornaleras, prostitutas, monjas, narcotraficantes, universitarias, niñas, futbolistas, reporteras, migrantes y otras combinaciones posibles. Así que no pretendan que todas vivamos hoy un día festivo. Mejor ayuden a conmemorar (hacer memoria juntos) que existen todas estas realidades para nosotras.
Y por favor- no, ¡por misericordia!- no nos dediquen canciones de Arjona o Vicente Fernández en este día. Bastante tiene una con el reto de “ser mujer” como para todavía tener que aguantar la voz de un “cantautor” diciendo: “no sé quien las inventó, no sé quien nos hizo ese favor, tuvo que ser Dios” (escuchen nada más: ¡somos un favor!). O al otro diciendo mientras se muere en una cantina: “mujeres, oh mujeres tan divinas, no queda otro camino que adorarlas”. Noticia: si hay otro camino. Respetarnos.
Imagen: Fotopedia Magazine