Con una millonaria campaña de publicidad en todo Internet, la compañía Netflix comenzó a posicionar su nueva apuesta en materia de series: Accidente. El drama creado por Leonardo Padrón se estrenó hace una semana y según sus propios informes, ya se ubica entre los contenidos más vistos no solo en México, sino en otros países como España.
Pero como suele pasar, lo más consumido no necesariamente es lo mejor. Pregunten a quienes compran sopas Maruchan o ven La Casa de los Famosos.
La trama se centra en un hecho trágico. Varias familias se reúnen en una zona boscosa para organizar una fiesta infantil, pero un ventarrón inesperado hace volar a un brincolín por los aires, con lo que tres niños pierden la vida y una niña se encuentra perdida. Pronto descubrirán que el juego no estaba debidamente sujetado y la culpa recae en Moncho, un trabajador con problemas de alcoholismo, perfil ideal para ser el perfecto chivo expiatorio.
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El elenco está conformado por rostros bien conocidos del cine mexicano y latinoamericano. Ana Claudia Talancón, Alberto Guerra, Erick Elías, Eréndira Ibarra, Sebastián Martínez, Regina Blandón, Macarena García Romero y el siempre cumplidor Silverio Palacios. De entrada, se antoja ver un drama en el que basta un segundo para que la vida se eche a perder, pero conforme avanzan los diez capítulos eso se convierte en un desastre absoluto.
El problema de la serie es que todos sus personajes son una caricatura grotesca. Hay un villano apodado “El Charro” (Alberto Guerra) quien pierde a su hijo en el mencionado accidente y jura venganza. No hay ni un solo matiz que nos explique su comportamiento, solo lo vemos golpear y matar a los presuntos culpables, golpear a su esposa, maltratar a su otro hijo y en resumen ser un hijo de puta, sin más motivos que solo serlo.
Otra interpretación abominable es la de Regina Blandón (Carla), periodista que es hermana de Daniela (Talancón) y que en aras de su profesión investigará el accidente sin importar que su propia familia se hunda. Al mismo tiempo, indaga en una supuesta aparición de la Virgen que ha salvado a la niña perdida, provocando un espectáculo demencial que hace ver a todos los periodistas de este país como unos imbéciles y a la gente como fanáticos sin raciocinio.
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Como ocurre en varias series mexicanas que se quieren ver vanguardistas, en Accidente el sexo ocurre a la menor provocación. David (Erik Hayser) ve con lujuria a Lupita (Eréndira Ibarra) y dos días después ya están follando en un hotel. Daniela se reencuentra con un ex y pese al drama por el que está pasando lo mete a su casa para coger con gusto. Igual pasa con los adolescentes Lucía y Alex, quienes protagonizan un escape de lo más tonto e inverosímil, para después meternos en un drama al estilo de la Rosa de Guadalupe cuando la chamaca se mete fentanilo en un antro.
Tal vez el único personaje que se salva es Fabián (Erick Elías) un psiquiatra que se niega a creer en los milagros e intenta proteger a su hija de las garras de los reporteros zombis.
La millonaria producción de Netflix nos ofrece un guion escrito al vapor, coloca situaciones inverosímiles y resuelve todo como si fuera una telenovela de las nueve de la noche.
Un verdadero desastre.