El caso de los médicos-brujo de África y de la cacería de que son presa los albinos que viven en el continente negro, no son explicación suficiente para comprender la película de Noaz Deshe, White Shadow, un verdadero golpe a los sentidos por toda la violencia de que hace gala.
Por Omar Arriaga Garcés
Introducido por Amat Escalante, el joven director mexicano discípulo de Carlos Reygadas, Noaz Deshe se presentó a la proyección de White shadow y al final de la misma respondió algunas inquietudes del público, que estaba francamente conmocionado por la visualidad de la cinta, a causa de las muertes y destazamiento y extracción de órganos de los cadáveres en la pantalla, sin contar otro tipo de violencia más sutil pero no por ello menos espectacular: la pobreza.
Carretadas y carretadas de personas hacinadas viviendo en las zonas rural y urbana de Tanzania, combatiendo entre sí, en las calles y en los basureros por sus vidas, niños y niñas sujetos del abuso de los mayores, y más violencia también a causa de la religión, que impele a los fieles a tomar la justicia en su propia mano, lo que genera mucha más crueldad, tal como ocurre en México.
Hasta 150 mil albinos hay en Tanzania, según investigó Deshe, pero su situación se replica también en otros países africanos como Uganda, Kenia, Sudáfrica, Mozambique e incluso Nigeria; algo que el realizador compara a la violencia y las muertes que se padecen en Europa y las Américas, si bien los motivos son a veces distintos, tal como la política.
Explicó que en el caso de Tanzania los órganos de los albinos llegan a comprarse en cinco mil o hasta diez mil dólares, toda vez que es creencia común el que una mano o el corazón de una persona confieren fuerza o a ayudan a salir de un problema, incluso sirven para conquistar el amor de una mujer reticente.
Es ahí donde entra el papel de los médicos-brujo, tan célebres como para que los primeros ministros de diversos países africanos les paguen por una consulta, algo que se replica en toda la población.
Tal fue la anécdota que refirió Deshe mientras se documentaba, cuando recibió la visita de uno de los más famosos médicos-brujo de Tanzania, el que le pidió aparecer en la película que había comenzado a rodar y que no terminaría sino hasta ocho meses y medio después, luego de haber involucrado en el proyecto a miles de habitantes del país.
«Le dije si quiere aparecer dígame qué es lo que usted puede hacer. Puedo cazar a los brujos malos y rescatar a los niños que estén secuestrados. Y cómo lo hace. Contó que tenía una granja de gatos y que golpeaba y mataba uno, luego se lo comía y entraba en una especie de posesión que le permitía dirigirse a la ciudad y hallar a los brujos malos y a los niños secuestrados. No, gracias, no va a estar en la película, le dije, y desapareció».
Deshe complementó explicando que las creencias de las personas generan distintos tipos de economía y que creer en brujos, los cuales necesitan licencia para laborar en países como Tanzania, no es tan distinto a creer en la economía o en otro tipo de supersticiones.
Casi para concluir, el realizador expuso que la cinta que hizo con una cámara Cannon 60D en la que trabajó un pequeño equipo técnico de doce personas, trata de poner al espectador en la piel del personaje principal, un albino que es cazado una y otra vez luego de que su padre es asesinado frente a él, e indicó que el sonido y las tomas están dirigidas a sondear los sentimientos y los pensamientos que tiene en su mente a la hora de ser perseguido.
Una obra espesa y polémica que muestra la intimidad de un mundo desgarrador y que al menos hay que ver para poder ser partícipes de toda una experiencia; ya si gusta o no el filme, eso es otra cosa.
White shadow pasa este martes 21 de octubre en la sala VIP4 de Cinépolis Las Américas a las 18:00 horas y el jueves 25 en la sala 3 de Cinépolis Centro a las 22:30 horas.