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Autor: Jorge Amaral
Morelia, 1980. Melómano, amante de la cocina y poeta rehabilitado. Con grandes dotes para el albur, además es narrador ocasional, cronista y articulista. Anduvo por el rumbo de Filosofía, tuvo un centro botanero, ha sido obrero, carnicero, Godínez, funcionario, grillero y vendedor de micheladas. De oficio periodista, escribe donde se deje. Demasiado joven para vaca sagrada, demasiado viejo para joven promesa.
Termino de almorzar y me siento frente a mi escritorio, enciendo la computadora y me rasco la entrepierna mientras le tomo al café. La vecina que vive en la privadita atrás de mi casa ya comenzó y Calibre 50 suena a lo que da. Tarraca tarraca tataca, sonsonete constante, casi eterno. Cierro la ventana y suena en mis bocinas un dueto que Flaco Jiménez hizo con Little Joe & La Familia; buena música, buenos acordeones, no vulgares chingaderas. “Tú tienes la culpa que yo de borracho viva” y empiezo a teclear. Así, al huir de la música de mi vecina,…
Ahora que fue trending topic el calcetín de Enrique Peña, la chairiza se vio particularmente desatada. Es divertido cómo una completa idiotez puede generar polémica y, cuando menos lo esperamos, el tren del mame se desboca sin control alguno. A veces pienso que sin darnos cuenta nos invadimos de chairos, esos seres libertarios que emprenden revoluciones enclavados en un dogma. Recordemos que el término hace alusión a la chaira, entendida como “puñeta”, entonces, igual que los mamertos, los chairos suelen ser conspiranoicos y chaqueteros mentales. Somos una raza a la que le gustan los sacrificios humanos, las flagelaciones, los golpes…
La recomendación de la semana
Es curioso cómo en el contexto actual, en que los cárteles de la droga han dejado de ser vistos como algo lejano, casi de fantasía, sus esbirros puedan sentirse orgullosos de lo que son a sabiendas de que no son más que vulgares delincuentes. Con las redes sociales llegó la expansión del ego, del culto al yo, donde cada quien muestra de sí mismo sólo lo que quiere mostrar a fin de resultar admirado, interesante, refinado o revolucionario, según la personalidad de cada quien. En contraste, hasta hace algún tiempo quienes se dedicaban a labores de la delincuencia organizada preferían…