Por Jorge A. Amaral
No entiendo por qué critican tanto a Justin Bieber y Miley Cyrus, ellos tienen swag y son famosos y ricos y guapos y todo lo demás que sus artistas viejos no son. Podrán decir que soy una adolescente de quince años que apenas empieza a mojar la braga con su ídolo, y sí, tengo quince años pero sé de música, por eso me doy cuenta de que Justin y One Direction (aunque las directioners son bien pendejas) nos entienden, porque son jóvenes y saben por lo que pasamos en un mundo adulto.
Por eso, a nombre de todas las beliebers del mundo, les pido que recapaciten, que piensen o me compro más ropa. Justin (así le decimos porque lo sentimos nuestro) y Miley Cyrus son artistas completos ya que hacen de su música una actitud ante la vida, una filosofía que ustedes, los adultos, jamás entenderán.
En verdad no entiendo a mi papá: primero me decía que el reggaetón era misógino pues a las mujeres de prostitutas (él dijo más feo) no las bajan, por eso corrió a mi novio con el que perreaba todas las noches (mi papá le decía “el chaka mugroso ese con el que andas”), aunque estaba bien bueno y se parecía a Don Omar, me paseaba en la motoneta de su papá y ya había prometido que me dispararía un tatuaje de San Juditas Tadeo. Ahora me dice que Justin no es más que un pinche naco y que Miley Cyrus es el retorcido y bizarro experimento de su representante. De verdad no entiendo a mi papá, él critica a estos dioses de la música pero se la pasa escuchando a un montón de mariguanos de pelo largo, Los Windows, Los Doors o algo así; y peor cuando me pone a Santana, al que los de Maná (lo único bueno del rock en español) invitaron para que tocara la guitarra en “Corazón espinado”, pero yo le pregunto a mi papá, ¿cuándo ha venido a México?, ¿cuándo ha hecho un disco bueno?, ¿cuándo ha estado en un buen concierto?, le hago esas preguntas y se queda callado nada más negando con la cabeza, sabe que no tiene forma de discutir conmigo sobre música.
Mi papá es malo pues si a mí me ha hecho eso, a mi hermana, la que era emo, la hizo que intentara suicidarse de a de veras, todo porque reprobó y la castigó sin dejarla salir con sus amigos, o amigas, nunca supe en realidad qué eran. El resultado, y que mi papá aún no se perdona, fue que ella dejara de respirar hasta ponerse morada y caer al suelo. Ahora mi hermana es una hipster que toma cerveza que sabe a sombrero viejo, escucha a Ak Momo y se considera ilustradora freelance, aunque mi papá dice que sólo es una diseñadora desempleada.
Por eso, adultos del mundo, yo les pido que recapaciten. Así como ahorré y ahorré para ir al concierto de Justin pero mejor me compré ropa cuando supe que no hacía lo correcto, ahora, en lugar de ahorrar, gastaremos y gastaremos, ya nos pusimos de acuerdo y somos como 300 beliebers mexicanas las que haremos eso como método de protesta para que recapaciten.
Deben saber que para nosotras Justin no sólo es un cantante, es un ídolo, un dios, es el novio de todas nosotras pues ha dicho que nos ama, ya ven que hasta una niña europea, Anna, creo que se llama, también es belieber porque hasta un museo tiene.
Ustedes no nos entienden porque los ídolos de ustedes no son los nuestros, vivimos otra época y Caifanes ya es de hueva, a Pink Floyd no le entendemos y Moby es demasiado raro, no crean que conozco estos grupos, sólo copio los nombres de las portadas de los discos que tiene mi papá.