Armando Casimiro Guzmán
En un verano que se distinguió por el descalabro financiero que sufrieron algunas de las grandes producciones de la temporada, se destaca Los ilusionistas: Nada es lo que parece (Now you see me, 2013), quinto largometraje del maquilero parisino Louis Leterrier, que ha tenido buenos ingresos en Europa y Estados Unidos. En nuestro país se presentó con la nada despreciable cantidad de 549 copias, número bastante alto para un counter programming (esto es, una alternativa al estreno fuerte de la semana, que en este caso fueron Los Pitufos 2), y ahora se perfila como una de las películas con más audiencia en este periodo vacacional. La sorpresa ha sido tal, que los productores ya han confirmado una secuela que comenzará a rodarse el año entrante.
A pesar de su vocación ilusoria, La película no intenta engañar a nadie, es un filme hecho pensando únicamente en la taquilla. Tan solo hay que mirar los nombres involucrados en la producción, como Louis Leterrier, quien ya tiene un rato haciendo filmes por encargo, productos como Hulk (2008) y Furia de titanes (Clash of the titans, 2010), están firmadas por este director francés afincado en Nueva York. En Los ilusionistas aparece un heterogéneo grupo de prestidigitadores, magos y mentalistas que se hacen llamar Los Cuatro Jinetes, quienes movidos por una extraña motivación, efectúan espectaculares robos haciendo llover el producto de sus atracos sobre legiones de impávidos espectadores. A la caza de este peculiar grupo, se encuentra un impulsivo agente del FBI acompañado de una rubia agente internacional.
El reparto es amplio, pero destacan Jesse Eisenberg (el Mark Zuckerberg en The social network) como el engreído líder de la banda, Mark Ruffalo en el papel del agente del FBI y Woody Harrelson, como el socarrón mentalista que pone algo de humor a la cinta. Completan el elenco nombres como los veteranos Michael Caine y Morgan Freeman. Además, como la cereza del pastel se encuentra la francesa Mélanie Laurent, quien es la más inverosímil agente de la Interpol que se haya visto jamás en las pantallas (bueno, pero eso que importa).
Hay que reconocer que la película es ágil, que tiene sus mejores minutos en la presentación inicial de los personajes, el resto del metraje es visualmente atractivo y bien acompañado musicalmente… pero no hay que buscar nada más, la historia es sumamente tramposa y cada vuelta de tuerca (de las numerosas que tiene la cinta), es más absurda que la anterior, hasta llegar a una conclusión insoportablemente estúpida.
Pero no hay que tomárselo tan en serio, uno sabe a lo que va, este superficial híbrido que deambula a medio camino entre la elegante banda de atracadores de Ocean’s Eleven (1960) y la gran película sobre magia de Christopher Nolan, El gran truco (The prestige, 2006), hará pasar un buen momento a quienes decidan seguirle el juego a una historia tan amena como improbable. Como dice el título en inglés: ahora la ves, pero, ¿la verías de nuevo?
Sofia Coppola no es definitivamente una directora que agrade al gran público, un ejemplo de ello es Ladrones de la fama (The Bling Ring, 2013), quinto largometraje de la cineasta neoyorquina, cuyos números en su país de origen no dan ni para pagar las cuentas. En cambio, el trabajo de Coppola es más apreciado en los circuitos de arte, prueba de ello es que el filme fue estrenado en la sección Un certain regard del Festival de Cannes, generando revuelo y opiniones encontradas (después de todo, es mejor una discusión que la condena unánime).
Con guion de la propia directora, basado en el artículo The suspects wore Louboutins (haciendo referencia a los zapatos de suelas rojas preferidos por las ladronas), publicado por la revista Vanity Fair y escrito por la periodista Nancy Jo Sales, la película hace referencia a un grupo de adolescentes (cuatro chicas y un chico), quienes fascinados por la moda y el estilo de vida de las “celebridades”, deciden incursionar en sus elegantes mansiones, para beber, drogarse, además de tomar toda clase de prendas de marca y dinero en efectivo. Entre los anfitriones involuntarios de la banda se encontraron Paris Hilton, Lindsay Lohan, Megan Fox y Orlando Bloom. Los robos fueron tan osados y frecuentes que la prensa los bautizó como The Bling Ring.
Ladrones de la fama intenta retratar un mundo en el que la influencia que tienen los medios y las redes sociales en los adolescentes, es mucho mayor a la que tienen sus familiares sobre ellos. “En cuanto leí el artículo, pensé que sonaba como una película… creí que era tan fascinante y contemporáneo, que decía mucho acerca de nuestra cultura actual”, dice la cineasta. En cierta forma el filme reitera el interés de Coppola en los adolescentes privilegiados y desorientados, tal como lo vimos en Somewhere (2010) y María Antonieta (Marie Antoinette, 2006). Además, fiel a su costumbre, la directora nos ofrece una película muy musical (aunque por momentos estridente), con temas de Sleigh Bells, M.I.A., Kanye West y por supuesto, Phoenix.
Para personificar a los integrantes de la efímera banda, se buscaron rostros poco conocidos, actores prácticamente debutantes, a excepción de Emma Watson (quien poco a poco va sacudiéndose el estigma de noviecita de Harry Potter), quien es la mayor y por lo tanto, la más experimentada del elenco. Los jóvenes actores realizan un trabajo creíble, lo que resalta el gran trabajo de la producción en ese sentido. También aparece por ahí Gavin Rossdale, el cantante de Bush, quien se mete de lleno a la actuación, tras el fracaso del último álbum de su banda.
En un tono distante y demostrativo, la película nos exhibe la apatía y la ignorancia de los adolescentes que viven obsesionados con el Facebook, las revistas de espectáculos, las marcas de ropa, el hip hop y las celebridades desechables. No es un trabajo que critique ese estilo de vida, de hecho la directora parece sentirse muy cómoda filmando ese ambiente. Pero podemos decir que Ladrones de la fama acusa una simpleza casi aterradora: las chicas roban mansiones, visten a la moda, van a fiestas y son atrapadas. Pero es innegable que la pasión por la nadería de Sofia Coppola es por momentos contagiosa, después de todo, no hay nadie que retrate como ella la frivolidad de la farándula y la falsa sofisticación de la clase alta estadounidense.
En su largo recorrido por los circuitos de arte, se presentó Tras la puerta (The door, 2012), decimosexto largometraje (quinto en inglés), del veterano cineasta húngaro István Szabó, quien hace apenas unos años enfrentó un sonado escándalo, al hacerse del conocimiento público que durante mucho tiempo fungió como espía de la policía secreta del régimen comunista que por aquella época hacía de las suyas en el país europeo. El filme no ha tenido una distribución comercial importante y solo ha logrado colarse a las salas por la presencia de la actriz británica Helen Mirren.
La película está basada en la novela La puerta, publicada en 1987 (está editada en español por Mondadori), de la escritora húngara Magda Szabó (sin relación familiar con el cineasta), una de las figuras literarias más importantes de Europa del Este. Ambientada en los años sesenta, podríamos decir que es una experiencia novelada, ya que recoge una buena cantidad de anécdotas autobiográficas de su autora, en la obra, se cuenta la estrecha relación que se forja entre dos mujeres muy distintas entre sí: Magda, la escritora de clase media que vivió mucho tiempo a la sombra del comunismo y Emerenc, una anciana sirvienta, enigmática y de trato áspero, pero que es respetada por todos lo que la conocen. Sin embargo, ella esconde un secreto tras la puerta de su casa (de ahí el título), en la que no permite que nadie ingrese.
En palabras del propio director: “lo más interesante de la historia es que las dos son mujeres muy fuertes y ambas quieren influir una sobre la otra, a sabiendas que es imposible cambiar a otra persona”. Ciertamente el choque entre dos personalidades tan dispares es a la vez lo mejor y lo peor del filme, curiosamente ambos papeles interpretados por las únicas dos actrices foráneas de la producción: la británica Helen Mirren y la alemana Martina Gedeck. Las dos mujeres viven en dos mundos muy distintos, chocan y se atraen frecuentemente, una compleja relación entre patrona y doméstica, en la que por momentos se impone el carácter rudo y tosco de la sirvienta, para luego ceder y hacer a su ama la confidente de sus más preciados secretos.
Decíamos que el protagonismo de esa relación al mismo tiempo se convierte también en una especie de lastre del filme, esto se debe a que buena parte de las historias secundarias no se resuelven apropiadamente. Por ejemplo, nunca queda clara la relación del coronel y los vecinos con Emerenc, ni se explica la relación que persiste con la ausente Évike. Detalles que seguramente se explican con mayor precisión en las más de 300 páginas de la novela. No muy grata resultó la decisión del director de resaltar el trabajo de Helen Mirren, doblando al inglés a los actores húngaros del filme (que son todos a excepción de la alemana Gedeck, quien también habla el idioma de Shakespeare), desgraciadamente algo muy notorio en algunas escenas.
Szabó es un cineasta que se mantiene en activo desde los años sesenta. Entre sus trabajos más conocidos se cuentan la ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera, Mephisto (1981), el larguísimo drama histórico El amanecer de un siglo (Sunshine, 1999) y el drama de la Segunda Guerra Mundial, Réquiem por un imperio (Taking sides, 2001). Tras la puerta definitivamente no es la mejor de sus obras, pero es lo suficientemente distinta de lo que se ve actualmente en la cartelera, que tal vez valga la pena solo por ver algo diferente, aunque sea un drama de medianos alcances.
Richard Linklater, un viejo conocido del cine independiente, se estrenó en 1995 en las historias de amores ocasionales con Antes del amanecer (Before sunrise), donde una joven pareja encuentra el amor fugaz mientras vagabundea por las intrincadas calles de Viena. El reencuentro llegó casi diez años después con Antes del atardecer (Before sunset, 2004), donde los ya no tan jóvenes protagonistas hacen un agridulce recuento de sus vidas. Ahora, dieciocho años después se cierra el círculo con Antes de la medianoche (Before midnight, 2013), decimosexto largometraje del cineasta estadounidense, un trabajo que ha sido bien recibido en los circuitos de arte y que apenas esta semana inicia su recorrido por las principales ciudades del país.
Con un guion coescrito por el propio Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy (lo que explica la fluidez y naturalidad de los diálogos), Antes de la medianoche retoma la relación que Jesse, un escritor norteamericano medianamente exitoso y Céline una parisina inteligente pero que aún busca su lugar como individua en una sociedad cada vez más compleja. Pero ahora las cosas han cambiado, tienen cuarenta y pico de años y son padres de un par de escurridizas gemelas. Durante el último día de unas largas vacaciones en Grecia, deciden reevaluar las prioridades que tienen como pareja y cuestionar si todavía se aman.
Es evidente que hay mucho más de Ethan Hawke y Julie Delpy (dos actores consolidados pero que no han logrado colarse en las preferencias del gran público), que solo interpretar a unos personajes que ya conocen muy bien, su participación en el planteamiento mismo de la historia se refleja en el tono desenvuelto y la aparente simpleza del filme. Un ejemplo de ello, es el punzante diálogo de más de veinte minutos en plano fijo que sostienen los protagonistas casi al inicio de la película.
La narrativa se divide en cinco largos segmentos, en donde se tocan temas como el arte, la sexualidad, la vida en pareja, la forma en que tecnología ha cambiado la forma de relacionarnos… todo ello en una especie de esgrima verbal que manejan con soltura los participantes, que además aderezan con no pocas dosis de ironía y buen humor. Pero no todo es miel sobre hojuelas, en cada conversación se asoma la sombra del desencanto, así como del hastío de lo rutinario que desencadenan feroces reproches y escenas de celos.
Antes de la medianoche, a pesar de sus alegres charlas de sobremesa, es la más sombría pero quizás la mejor de las tres partes. Tal vez se le pueda reprochar que para disfrutarla completamente se requiere haber visto las entregas previas, ya que se encuentran estrechamente entrelazadas. Pero no por ello deja de ser un ejercicio interesante sobre el amor de pareja, así como las tantas opciones de que disponemos para desgastarlo o conservarlo. Después de todo, no es muy difícil encontrar el amor, lo complicado es mantenerlo y alimentarlo. Pero un verdadero reto es hacer una película veraz y entretenida sobre el tema, en eso tiene mucho mérito Richard Linklater. Muy recomendable.