El programa Cine para Todxs llega por segunda ocasión a Jeudi 27, sede del proyecto cultural Ojo Libre. La iniciativa del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) tiene como finalidad fortalecer los espacios de exhibición comunitarios que existen a lo largo y ancho del país, así como promover el talento de los cineastas mexicanos que difícilmente tienen acceso a la exhibición comercial.
La segunda etapa de Cine para Todxs comienza el próximo 19 de julio y se extenderá hasta el 19 de diciembre del presente año. Se compone de quince películas que han formado parte del programa oficial del FICM, las cuales se exhibirán en quince sedes de once estados de la república. El público moeliano podrá ver película cada semana en las instalaciones de Jeudi 27 en la calle de Valentín Gómez Farías 265 en el centro de Morelia. Conviene verificar los horarios, los días y las películas en las redes sociales de Ojo Libre. Es importante recordar que el acceso a las funciones es completamente gratuito, aunque se el cupo es limitado debido a las restricciones sanitarias.
Documentales
El hombre que vio demasiado (2016), de Trisha Ziff, gran trabajo sobre la obra del fotógrafo Enrique Metinides.
Tote/Abuelo (2019), de María Sojob. Retrato intimista que documenta el encuentro entre un anciano tzotzil y su nieta.
En el hoyo (2006), de Juan Carlos Rulfo. Cuesta creer que hizo mucho ruido hace algunos años, se enfoca en los trabajadores que construían el segundo piso del Periférico en la Ciudad de México. Es difícil decir si ha pasado la prueba del tiempo (el documental, no el Periférico).
Los ojos del mar (2017), de José Álvarez. Cuenta el dolor y el sentimiento de culpa de los familiares tras el naufragio de una embarcación pesquera.
Tío Yim (2019), de Luna Marán. Sobre la vida del activista y cantautor zapoteco Jaime Martínez Luna.
Los reyes del pueblo que no existe (2015), de Betzabé García. Cuando la construcción de una presa en Sinaloa inunda una pequeña comunidad, solo tres familias deciden quedarse.
Largometrajes de ficción
Todo lo demás (2016), de Natalia Almada. En donde Adriana Barraza interpreta a una burócrata instalada en la invisibilidad y soledad de su rutina.
Acusada (2018), de Gonzalo Tobal. Basada en el escalofriante y nunca aclarado asesinato de Solange Grabenheimer en Buenos Aires, la principal sospechosa, su amiga Lucila Frend, fue exonerada y se fue a Europa (perdón por el spóiler).
El ombligo de Guie’dani (2018), de Xavi Sala. Una adolescente zapoteca va a trabajar como empleada doméstica a la Ciudad de México, pero ella está segura que quiere ser “cualquier cosa, menos sirvienta”.
Olimpia (2019), de José Manuel Cravioto, cinta animada con la técnica de rotoscopia en donde se cuenta el episodio de los estudiantes encerrados en C.U. durante el movimiento del 68.
Mano de obra (2019), de David Zonana. Interesante retrato sobre el encumbramiento de un arribista y el posterior abuso de poder que ejerce sobre quienes lo siguen.
Luciérnagas (2018), de Bani Khoshnoudi. Un inmigrante iraní llega a Veracruz, cansado de la represión contra los homosexuales en su país, encuentra que la libertad tiene un costo, pero lo vale.
Para quienes gustan explorar narrativas más arriesgadas o experimentales se encuentran los siguientes títulos:
Las tinieblas (2016), de Daniel Castro Zimbrón. Debido a una presencia misteriosa y un entorno contaminado, una familia vive en una cabaña aislada en el bosque.
Tenemos la carne (2016) Ópera prima de Emiliano Rocha Minter en donde encontramos violaciones, asesinatos, canibalismo y necrofilia, un poco de todo, vaya.
Halley (2012), de Sebastián Hofmann. De muertos vivientes o algo así. Apta para cinéfilos disciplinados y resistentes.
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