No es común encontrar comedias ligeras en la selección oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Sin embargo, para esta decimoctava edición logró colarse Amalgama (2020), tercer largometraje que escribe y dirige Carlos Cuarón. De vocación claramente comercial, se espera que llegue a cartelera en los primeros meses del año entrante.
Todo comienza en un congreso de odontología en algún lugar de la Riviera Maya. Tras la presentación de una ponencia, empañada por acusaciones de plagio, cuatro profesionistas deciden prolongar la fiesta después del coctel de bienvenida de rigor, marchándose a una alejada isla privada. El aislamiento, las tensiones sexuales y viejos agravios provocarán una serie de confesiones seguidas de sus respectivas peleas, poniendo en entredicho los vínculos que unen a los personajes.
El guion coescrito por Luis Usabiaga y el propio Cuarón va dosificando la información que ofrece sobre cada uno de los amigos. Así, nos damos cuenta que el doctor Vera es un investigador de renombre que no puede despegarse de su madre. Chema es un antiguo chichifo convertido en dentista gracias al patrocinio de su tóxico marido. Saúl, casado y con dos hijos, soporta con resignación los exorbitantes gastos de su esposa. Mientras que Elena, la endodoncista, acepta mansamente el acoso y el maltrato de su patrón, con quien mantiene una relación extramarital.
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Cuarón utiliza el recurso de la isla privada, “propiedad del algún político corrupto”, afirma uno de los personajes. No lo hace para contar un crimen, sino para concentrarse en las tribulaciones de los personajes. El aislamiento y las intermitentes fallas en el servicio telefónico, obligan a la interacción entre los profesionistas, el alcohol y las rencillas personales hacen el resto.
Evidentemente, el aislamiento de los personajes no es solo físico. Los cuatro pertenecen a un restringido sector poblacional y profesional, aquel que tiene su consulta en zonas exclusivas o puede costearse congresos en la playa a los que no tiene ninguna intención de asistir.
A decir del propio director, la selección de los actores fue minuciosa. Miguel Rodarte y Tony Dalton interpretan personajes se llevan buena parte de la película con constante puyas y reproches. Completan el reparto el colombiano Manolo Cardona y la peruana Stephanie Cayo, en el papel de la insegura doctora. El título obviamente hace referencia al material de restauración dental con el que a diario deben trabajar estos profesionistas. Pero también a la mezcla un tanto forzada de personalidades distintas que deben convivir en un espacio reducido.
Amalgama confirma que el cine de Carlos Cuarón es de alcances limitados, como se puede constatar con un vistazo a sus producciones previas, Rudo y Cursi (2008) y el melodrama Besos de azúcar (2013). Y está bien, aunque entretener tiene su mérito, no necesariamente es suficiente para competir en festivales.