Hace algunos años pudimos ver la comedia ligera Paraíso (2013) en la sección de largometrajes mexicanos en competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Curiosamente, la ópera prima de Mariana Chenillo, Cinco días sin Nora (2008), otra comedia, pero de mejores hechuras, no formó parte de la programación oficial del festival moreliano. Ahora, el FICM nos trae lo más reciente de la directora mexicana, Todo lo invisible (2020), que llegará a la cartelera en los primeros meses del año entrante de la mano de Cinépolis Distribución.
El protagonista de esta nueva producción es Jonás (Ari Brickman), un dentista felizmente casado con una académica de renombre (Bárbara Mori) y padre de dos hijas pequeñas. Un día, mientras lleva a sus hijas a la escuela, sufre un accidente cuando se activa intempestivamente la bolsa de aire de su camioneta.
A causa del percance Jonás ha perdido la vista. Lo que sigue es un largo duelo que lo lleva a reencontrarse con un antiguo novio de su esposa, ajustar cuentas con su padre y buscar una indemnización que él considera mínimamente justa para compensar su condición actual.
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La propia Mariana Chenillo ha padecido problemas visuales a lo largo de su vida. Esto la llevó a plantearse la pregunta ¿qué pasa cuando una persona adulta pierde la vista? Evidentemente lo primero es el duelo, como sucede con Jonás, el protagonista, quien vive en una irritación constante y se niega a aceptar su condición. Aquí hay que mencionar que el propio Ari Brickman, quien interpreta al personaje, firma como coguionista y compuso la música de la película.
La actitud y la desesperación de Jonás lo llevan a ponerse con contacto con Saúl, un exitoso abogado que tiene un pasado con su esposa. La cosa pinta mal desde el inicio y no ayuda mucho que, sumido en depresión, se resista a tener intimidad con su pareja. Pero esta situación que sugiere la posibilidad de un triángulo amoroso, se complementa con la aventura que sostiene Jonás con la joven esposa de su padre (que cabe aclarar, no es su madre).
Es después de ese momento cuando el protagonista supera algunas visiones de su pasado que lo aterrorizan. Como la muerte de su madre y las constantes ausencias de su padre, debido a su trabajo como piloto de una línea comercial.
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Hay una clara sensación de ligereza en el cine de Mariana Chenillo. La preparación de un funeral que da pie a muchas situaciones humorísticas de su primera película y el desenlace simplón de la segunda, sirven de ejemplo. Ahora, esta historia de superación de un hecho tan trágico, está salpicada con los devaneos amorosos, reales o platónicos, de Jonás y su pareja. No ayuda tampoco la presencia de algunos personajes que supuestamente deberían despertar simpatía en el espectador, como el taxista religioso o las vecinas entrometidas.
Pero al margen de esos aislados desaciertos humorísticos, Todo lo invisible encuentra sus mejores momentos en el arco dramático del protagonista que se sobrepone a las adversidades para aceptarse. No era necesario apropiarse de algunas licencias melodramáticas, como aquellos aullidos desesperados en las escaleras de un edificio de oficinas.