Belfast, Irlanda del Norte.- El frío y la lluvia no es impedimento para que 123 trabajadores de la histórica compañía Harland and Wolff se mantengan unidos -tras cinco semanas continuas las 24 horas al día- para evitar que especuladores destruyan el legado del astillero más icónico del mundo, el complejo industrial donde se construyó el Titanic .
A unos cuantos metros del museo del Titanic -una especie de nave futurista para turistas donde se muestran reliquias y se explica de forma multimedia y a detalle cómo una ciudad obrera se convirtió en el centro del planeta debido a su mano de obra-, se advierte el final de una empresa que ha enorgullecido por cien años a los habitantes de una ciudad norirlandesa que hoy es testigo de cómo especuladores e inversionistas inmobiliarios están por enterrar en el pasado fuentes de empleo y un símbolo irreparable.
El astillero ha dado empleo a miles de personas por más de cien años y durante la Primera Guerra Mundial brindó cobijo a cientos de obreros para apoyar a los aliados durante el suceso bélico. Hoy, el recuerdo se espesa ante un conflicto que tiene su origen en el capital, en la especulación financiera y en los intereses de una élite.
En resistencia
Los 123 trabajadores del acero, hoy convertido en cuidadores de una nave industrial en quiebra, han alzado la voz para evitar que los terrenos de Harland and Wolff se conviertan en departamentos, centros comerciales o atracciones turísticas. Los trabajadores son claros: las instalaciones seguirán ocupadas hasta que la empresa se renacionalice y se utilice para producir energía renovable.
Joe Passmore, senior shop steward de Harland and Wolff y uno de los líderes de la protesta es claro: “la infraestructura se puede utilizar para producir energía renovable”. La infraestructura de la empresa es lo mejor que tiene Belfast, mantiene en vida las simbólicas grúas amarillas “Sampson y Goliat” (las más grandes de Europa), no son monumentos”.
Passmore cree que el futuro de la industria es utilizar el conocimiento que se tiene para la creación de aerogeneradores, producir energía verde y crear miles de fuentes de empleo. Es así que él y los 122 trabajadores más mantienen las puertas de la zona industrial bajo llave, con la consigna de evitar a corruptos, inversionistas falsos que busquen destruir la industria en Belfast.
Los responsables
La administradora noruega Dolphin Drilling es la responsable del futuro de la empresa. En esta primera semana de septiembre, se espera que exista una propuesta de acuerdo. Por ahora, Belfast y su historia combaten la adversidad.
“Creemos que (el conflicto) comenzó posiblemente hace 8 meses. El año pasado, en 2018, porque vimos señales de que no estaba entrando la inversión. La inversión no estaba yendo a las personas adecuadas.
“No se trata sólo de los 123 trabajadores, se trata de los miles de trabajadores que traemos cada vez que comenzamos a trabajar aquí con grandes contratos, con gente local, que proveen para la economía: hay entre mil 500 y 2 mil personas que creemos que se ven afectadas indirectamente por este cierre”, explica Joe Passmore, quien agrega:
“Espero que esto inspire a la gente… si creen que algo está corrupto, si creen que una empresa está actuando mal y no está haciendo lo correcto, se manifiesten..”.
Los 123 trabajadores de Harland and Holff han recibido muestras de apoyo de la comunidad. El astillero del Titanic está moribundo, pero se resiste a morir.
*Crónica aparecida originalmente en nuestro sitio hermano Deshuesadero.
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