No se podrá decir que el acto inaugural del Festival Internacional de Mapping (FIMA) estuvo mal organizado: comenzó justo a la hora acordada, presentaron la proyección de El quinto elemento, tributo a David Bowie por DUX, y la fiesta la cerró Nortec con un concierto que no quedó a deber. Sin embargo, algunos detalles no terminaron de convencer a los miles de espectadores que se dieron cita la noche del viernes a la Plaza Valladolid.
Para empezar: ¿En serio no había algún otro vocero oficial del Festival que no fuera Sergio Mayer? El ex integrante de Garibaldi fue el “maestro de ceremonias” y cual tío borracho no sabía ni de qué se trataba el asunto. Ignoraba los días que dura el evento, afirmó que Nortec es una banda de Monterrey, le causó gracia el nombre de Palacio Clavijero, y sobre David Bowie al parecer no se ha enterado de su muerte: “Vamos a ver un mapping sobre David Bowie, un actor y productor al que seguro todos ustedes conocen”, dijo antes de dar paso a lo más bochornoso de la noche: la presentación de su hijo como cantante, quien en medio de silbidos interpretó un par de temas que lo hicieron ver más penoso que cuando te apoderas del karaoke a las 5 de la mañana luego de haber bebido tres litros de ron adulterado y fumado 37 cigarrillos, 4 de ellos de marihuana.

Una vez superado este trámite innecesario y de risa involuntaria, se dio paso a la proyección de El quinto elemento, cuyo sonido no era perfecto, pues al menos en el ala oriente se percibía una saturación poco agradable. Sobre el templo de San Francisco vimos imágenes con el rostro del Duque Blanco mientras sonaban canciones como Changes y Space Oddity, quizá la parte más espectacular del acto, pues un astronauta se apareció para prácticamente salir a la plaza y volar sobre la nutrida concurrencia. Un mapping cumplidor, técnicamente impecable, pero con todo y eso hubo a quienes no les convenció, lo que se expresaba tanto en la plaza Valladolid como posteriormente en los comentarios vertidos en redes sociales. La duración fue escasa, apenas siete minutos seguidos de fuegos artificiales un tanto austeros y mal coordinados, lo que dio la sensación de más bien ser un concierto de Nortec con mapping previamente incluido.
El show ofrecido por los de Tijuana (o de Monterrey, según Mayer) no fue muy distinto a lo que les hemos visto cada que visitan esta ciudad, pero es una banda que no te puede dejar pasmado a menos que seas una maceta humana. Desde el Tijuana Sound Machine hasta el Tijuana makes me happy (¿ya te quedó claro, Mayer?) pasando por los demás temas que han nutrido la historia de un colectivo que encontró en la dupla conformada por Ramón Amezcua (Bostich) + Pepe Mogt (Fussible) su sonido más comercial y chingón para bailar y saltar como si fuera la primera vez que los escuchamos.
Y a todo esto… ¿no habían anunciado su retiro desde el 2014? En fin, faltan varios días de FIMA, un proyecto que se empieza a fortalecer, a pesar de sus despistados embajadores mediáticos.