“Dios existe y vive en Bruselas”, afirma con amargura una pequeña de diez años en una de las frases iniciales de El nuevo Nuevo Testamento (Le tout Nouveau Testament, 2015), quinto largometraje que dirige el cineasta belga Jaco Van Dormael.
La comedia se presentó en La Quinzaine des Réalisateurs del Festival de Cannes y estuvo nominada a los Globos de Oro en la categoría de mejor película en lengua no inglesa. En México su estreno comercial es obra y gracia de la distribuidora Mantarraya, pero la cinta puede verse también como parte de la programación de la 60 Muestra Internacional de Cine.
Como anticipa desde el título, el filme, cuyo guion fue coescrito por el propio Van Dormael, retoma varios elementos de la mitología cristiana para incorporarlos a su relato. Dios habita en un pequeño departamento en la capital de Bélgica, es un tipo desaliñado, engreído y egoísta que descarga sus frustraciones inventando leyes ridículas (“la fila de al lado siempre avanza más rápido”, por poner un ejemplo), creando toda clase de calamidades para los humanos y tratando de una manera particularmente abusiva a su esposa e hija. En un arranque de rebeldía, su joven heredera decide marcharse de casa, no sin antes informar a cada uno de los habitantes del planeta el tiempo que les resta de vida, lo que provoca una serie de situaciones que pondrán en jaque el dominio de Dios sobre la humanidad.
El nuevo Nuevo Testamento no podría definirse como una película religiosa, sino que la utiliza solo como una fuente de humor. En este sentido, el cineasta belga decide darle un peso mayor al papel de la mujer (de hecho la obra está contada desde el punto de vista de Ea, la hija preadolescente de Dios), además de hacer una serie de cuestionamientos en tono relajado para darle un enfoque distintivo a la historia: ¿Qué pasaría si Dios fuera un tipo déspota y sinvergüenza? ¿Cómo sería el mundo si Dios fuera mujer? ¿Y si tuviera una hija?
A modo de relato bíblico la cinta está contada en episodios y nos ofrece media docena de nuevos e improbables apóstoles: el niño sobreprotegido que quiere ser niña, la chica más hermosa del edificio, el hombre amante de las aves, el solitario obsesionado con el amor de su infancia, el vendedor de seguros que deviene en asesino y la esposa desatendida que busca el amor en un gorila. Pero el aura religiosa de la cinta va más allá de la forma y los personajes, Van Dormael intercala en todo el metraje varias tomas frontales y simétricas que recuerdan a las más conocidas pinturas del Renacimiento.
A pesar de los buenos oficios de Catherine Deneuve y de que el relato está contado desde el punto de vista de una niña de diez años (muy bien la casi debutante Pili Groyne), quien se roba la película es el mismísimo Dios, interpretado por un espabilado e hilarante Benoît Poelvoorde, quien trabaja por primera vez en un filme dirigido por Van Dormael, quien además es su amigo y compatriota.
La multipremiada El octavo día (Le huitième jour, 1996), que formó parte hace algunos años del Tour de Cine Francés; además del drama futurista Mr. Nobody (2009), con Jared Leto en el papel principal, son las películas más conocidas del cineasta belga. Pero El nuevo Nuevo Testamento es la primera que cuenta con una presencia aceptable en las salas de cine del territorio nacional. Es una comedia tan descabellada e inusual que seguramente no podrá ser digerida por algunos espectadores. La no tan azarosa búsqueda de los nuevos apóstoles resulta por momentos repetitiva y eso hace que se sienta un poco larga (a pesar de que no llega a las dos horas de duración). Pero se agradece el enfoque desinhibido de Van Dormael, que elige un tono lúdico y despreocupado antes que la crítica dogmática y frontal.