La idealización del narcotraficante mexicano ha alcanzado su punto máximo tras el éxito de los corridos bélicos. Esa admiración casi delirante llega justo en la época en que la violencia se presenta de las formas más atroces, con métodos que van superándose entre sí. La muestra de que para ser salvaje no hay límites.
Los interpretan jóvenes menores de 23 años. Es la primera generación que ha crecido entre la guerra iniciada por Calderón, una generación que no conoce otro país que el de los ajustes de cuentas.
De manera insólita, el México del 2023 ha caído en una contradicción apabullante. Por un lado, todos los días se horroriza con los actos salvajes del crimen organizado, pero al mismo tiempo celebra, baila y canta con las rolas tumbadas que tienen un sello aspiracionista: el deseo de ser parte del narco.
Comerciantes, profesores, agricultores, mujeres, ecologistas, médicos, abogados, estudiantes, niños y niñas… Prácticamente no hay nadie que esté a salvo de la violencia narca que se expande no solo con el tráfico de drogas, sino con la extorsión, el cobro de piso, el robo de terrenos, el secuestro, la trata de personas y otros delitos. Y sin embargo, en medio de ese caos, la música alegra los oídos con declaraciones de amor incondicional hacia esos traficantes.
Somos belicones
En un video que a la fecha cuenta con 186 millones de vistas, Peso Pluma y Raúl Vega se disfrazan de narcos en “El Belicón”, donde aparecen con chalecos antibalas, cargan armas de alto poder, trazan rutas para distribuir la droga y se saben intocables. “Por más que busquen, no me han hallado”, dice una de las frases, que luego deriva en presumir bazucas, un buen cigarro, ropa de diseñador y, desde luego, mujeres a su disposición.
Otros 50 millones de clics son los que acumula “PRC”, cantada a dueto por Natanael Cano y el propio Peso Pluma. Las siglas obedecen al tráfico de polvo, ruedas y cristal, es decir, cocaína, fentanilo y metanfetaminas, combo que ha causado cientos de miles de muertes en México y Estados Unidos.
En una entrevista para el podcast del Canelo Angulo, futbolista de la Liga MX, Peso Pluma aceptó que corridos como esos son encargados por “los viejones”, quienes al inicio de su carrera le pagaron no solo para componerlos, sino para tocarlos en vivo durante fiestas privadas a las que era imposible negarse.
Culto al Chapo
Dentro de tanto homenaje a los narcos, el más admirado por esta generación de la guerra parece ser El Chapo Guzmán. Elevado a leyenda viviente, el capo preso en Estados Unidos ya colecciona una enorme playlist con temas que le rinden culto. Al grito de “pura mafia de la calle”, Natanael Cano y Fuerza Regida hacen un ingenioso juego de palabras en “La Ch y la Pizza”, referencia obvia a La Chapiza, que es tan popular que el también futbolista Cata Domínguez lo utilizó para ser el tema principal en el cumpleaños de… su hijo.
Mientras estados como Zacatecas, Jalisco, Guanajuato y Michoacán son asolados por las disputas entre narcos, Peso Pluma, Luis R. Conríquez y Tony Aguirre nos cuentan las andanzas de “El Gavilán”, quien dice chambear para Don Iván, uno de los hijos del Chapo de Badiraguato.
En otro tema igual de contagioso, la Doble P y su compadre Conríquez dicen estar “Siempre Pendientes” para cuidar la plaza de JGL. Esas son justo las iniciales de uno de los temas más famosos en el corrido belicón, cantado por Luis R. Conríquez y La Adictiva, con una letra juguetona que dice que el general “es el jefe, lo es y lo era”, para luego aceptar que “del Culiacanazo no les hablaremos porque no está permitido”, en memoria de aquel jueves negro en que Ovidio Guzmán fue capturado y después liberado por órdenes del presidente de México.
Y al Azul…
Junior H, nacido poquito antes del triunfo de Vicente Fox, se une a la Doble P para cantarle al Azul, también conocido como el señor de las montañas y los drones, traficante de cocaína que sin embargo pide perdón a Dios, por si acaso ha cometido un pecado. Gustosos de las iniciales, Natanael, Peso Pluma y Gabito Ballesteros cantan “AMG” como aspiración a comprar un lujoso Mercedes Benz que ha salido gracias a que el protagonista es muy bueno para las cuentas porque todo lo apunta en la libreta, que también incluye una lista negra “pal que se pase de verga”.
Creían que no lo iba a lograr
Mención aparte merece El Chino Pacas, adolescente de 16 años oriundo de Guanajuato que sin pudor alguno aparece fumando mota en el video de “El Gordo trae el mando”, con 64 millones de vistas en YouTube. Acompañado por hombres con pasamontañas, al estilo de los sicarios del Cartel Jalisco Nueva Generación, el Chino sentencia que “si hay pedo, los sepulto”, asumiéndose como un matón armado, un halcón que viaja en moto y ante cualquier problema cae en 15.
Esa canción cuenta con cientos de videos cortos en Tik Tok, pues desde que salió llamó la atención su primera frase: “Y por todo el boulevard, con mi compa flaco arremangado, unos huaraches, mi gorra del lado, con la zapata el Gordo trae el mando”, fragmento que ha sido coreografiado de manera tan cándida que parecería un tema inocente, aunque en realidad narra el trabajo que a diario hacen los personajes más jóvenes en la cadena de la distribución de drogas.
Convertido en una suerte de Bob Dylan de los narco-corridos, al Chino Pacas le basta una guitarra para contar historias de la mafia callejera, de los viajes que causa el cristal y las advertencias a los enemigos: “No se metan por acá o los cuernos los van a tronar”, dice en Negro como la Pantera.
Del trap al corridón
La generación de la guerra se parece más a los raperos angelinos que a Los Tigres del Norte. Natanael Cano combina los corridos tumbados con el trap; el Chino Pacas es un cholito de LA y TJ, mientras que Peso Pluma no oculta su gusto por tenis Off Office y playeras Louis Vuitton.
Peso Pluma no solo reventó la plataforma de Spotify, además, es tema de alegres conversaciones en programas de televisión, donde conductores de Hoy y Venga la Alegría celebran que sea tan talentoso y ponga en alto el nombre de México. Su fama ya traspasó las fronteras, pues lo mismo se escucha en España que en Estados Unidos, donde ya fue invitado por Jimmy Fallon, una gran oportunidad para hablar de música y, tal vez, de cómo romantizar el tráfico de cocaína, fentanilo y metanfetaminas.