Entendiendo pobreza como una carencia intelectual y cultural, no sólo económica, esta semana recapitulamos un poco sobre el fenómeno Arjona y su paso de la crítica ligera a la melcocha amorosa, porque el dinero es verbo, no sustantivo.
Por Jorge A. Amaral
Pues resulta ser que estuvo Ricardo Arjona en Morelia, y para gusto y regocijo de sus promotores, Michoacán es el único estado del país donde no les han cobrado cuota; tan contentos los hicieron sentir Jara Guerrero y El Virrey Castillo (que estaban en primera fila, me imagino que tomados de la mano), que ya amenazaron con traer a otros artistas como Ricky Martin. Esto me hizo recordar cuando el poeta de las pobres comenzó a cobrar popularidad en un sector juvenil que quería otro tipo de pop, uno que sí dijera cosas, que fuera profundo y poético, y es que los jóvenes de entonces ya estaban cansados la frivolidad de Cristian Castro, del acartonamiento de Luis Miguel y el ir y venir de boys bands como Magneto, Jotomía, Menudo, Timbiriche tratando de sobrevivir sin Thalía y Paulina Rubio y un largo etcétera que, a quienes padecimos los gustos de sirvientas, primas o hermanas mayores, nos dejó hasta la madre.
Yo estaba en la prepa y mi amigo El Zurdo me mostró una canción sobre un taxista que seduce a una clienta cuyo esposo le pone el cuerno con la mujer del propio ruletero, escandaloso, dije yo, ¿y luego qué? No es que yo me las diera de muy acá, no estaba en edad de hacerlo, pero es que las baladas pop siempre me han resultado sumamente aburridas, a menos que tengan una letra extraordinaria o un arreglo avasallador, o ya de perdis que canten con actitud y clase, como Miguel Bosé.
A esa del taxi le siguieron el tipo que se está ligando a una cuarentona, el fulano que conoce tan bien a su ex, que argumenta saber hasta la cantidad de vello púbico que le sale como técnica de conquista, o aquella joya moralina de “tu reputación son las primeras seis leras de esa palabra”, sin olvidarnos de las incursiones arjonianas en la teología.
Éxito tras éxito Ricardo Arjona nos enseñó que se puede hacer dinero asumiendo una pose de supuesta crítica para contar muelas de adolescentes norteados y señoras de 40 años un poco abandonadas por los maridos, y es que si el norte fuera el sur, Neymar jugaría futbol americano y Arjona sería el Leonard Cohen centroamericano, pero como no es así, tuvo que bajarle a su relajito de la crítica dizque social y, como el dinero es verbo, no sustantivo, lanzó Sin daños a terceros, como promesa de no atentar contra las instituciones y las buenas costumbres y limitarse a hablar de puro amor y desamor, que es lo que vende. A partir de ahí dejó de ser el crítico latinoamericano para convertirse en el poeta de los pobres, entendiendo pobreza como carencia de cualquier cosa, no precisamente de dinero.
En cuanto Arjona se abanderó como el vocero de la rima fácil y la cursilería, comenzó una carrera –que lamentablemente no ha terminado– de éxito tras éxito, siguiendo una receta segura e invariable: dos o tres juegos de palabras, mucha melcocha disfrazada de ingenio, mucha mercadotecnia, una imagen de hombre poco preocupado por su aspecto pero con dos o tres arrugas y pronunciadas entradas, que lo hacen interesante a los ojos de las veinteañeras calenturientas en busca de alguien que les eyacule palabras bonitas en los oídos. Eso le ha funcionado como a Shakira ser rubia y mover el trasero, o a Carla Morrison la pose cuasi intelectual (sabemos que es la Jenny Rivera de los jípsters que quieren ser hipsters).
En fin, han pasado muchos años desde el lanzamiento del primer disco de Ricardo Arjona y el cantautor guatemalteco no ha dejado de cosechar éxitos, llenar foros y vender discos, por eso me asusta pensar que ese fenómeno quizá jamás se detenga, que cuando el poeta de los pobres deje de grabar o de vender salga su sucesor con la misma técnica de impresionar a los pendejos, y aunque hay desalmados que han tratado de convencerme de que Arjona es bueno, tal esfuerzo ha sido como darle un pañuelo a quien nunca tuvo mocos.
Postdata: Por cierto, ¿no han escuchado Exclusive, de Dr. Dre?, está de rechupete, sobre todo “Street dreams”, con Nas y Nature, que es lo que suena mientras termino de teclear esto.