El pasado 16 de Mayo se llevó a cabo la Jornada de Revistas Mexicanas, la cual reunió a varias publicaciones culturales de distintas regiones del país. Los editores charlaron sobre versiones impresas y en línea, además de preguntarse qué aporta su trabajo a la literatura. Aquí la crónica.
La semana pasada tuve el privilegio de estar en Morelia como invitado en la primera Jornada de Revistas Mexicanas que organizó la revista Revés y el Colectivo Paracaídas. La invitación correspondía a mi labor como editor de la revista Laberinto que producimos en el Centro Regional de las Artes de Michoacán, y así fue para proyectos de revistas del interior del estado y de otras partes de la república como: Mil Mesetas (DF), Cirrosis (Playa del Carmen), Golfa (Guanajuato), Timonel (Sinaloa), Letrina (Morelia), Kamikaze (Morelia), y Clarimonda (Morelia). Estábamos allí un grupo de entusiastas editores que desde el quehacer en las respectivas latitudes, nos disponíamos a compartir nuestras experiencias con miras a generar un diálogo que subsecuentemente terminara en un análisis del panorama actual de la edición de revistas en México, un horizonte necesario dada la realidad editorial hoy, donde cada día se vuelve más complejo sostener una revista cultural.
La insoportable levedad de la tecnología
La jornada se conformó de tres mesas, la primera trató del nuevo dilema de la revista impresa o digital, en la que participaron los editores de Kamikaze, Clarimonda, Mil Mesetas y este que escribe, como ya lo dije, de la revista Laberinto. Una de las salas el Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce, con la recientemente inaugurada IX Bienal de Pintura y Grabado que lleva el nombre del artista michoacano, fue el espacio que recibió a un público considerable que se dispuso a escuchar las opiniones de los editores, quienes por alrededor de una hora con elocuencia abordaron el tema, partiendo de la experiencia de sus propios proyectos, disertación que necesitaba surgir justo de allí y no de la retórica de las palabras, porque hacer una revista se ha venido convirtiendo en un reto enfrentado a partir de las posibilidades y recursos que cada equipo de trabajo traza.
Entonces, a pesar de que la edición digital tiene un desarrollo técnico agigantado, los ponentes plantearon sus perspectivas desde la abstracción de ese vasto mundo, lo que representó saber cómo se concibe particularmente en México y en el estado una revista digital, sus constitución, perfil y propuesta. Por un lado se habló de la posibilidad de la inevitable migración del papel a la pantalla, de que en algún momento, y siguiendo lo que está sucediendo en otros lugares como Estados Unidos o algunas partes de Europa, en México podría llegar a ser el pan de cada día, dejándolas de ver como un formato incómodo (por aquello de que leer en computadora aún no termina de convencer a muchos) y más bien práctico, donde quienes acudan a la versión impresa será por una cuestión más de coleccionismo y fetiche. Pero también se planteó inteligentemente la complementariedad de formatos a partir de la conciencia de que las plataformas son distintas, y por ende los contenidos deberían ser diferentes, no simplemente que en la web se dé una reproducción de lo impreso, lo que la convertiría en algo ocioso y quizá sí lo volvería un motivo de competencia.
En esa línea se expusieron las propias estrategias de trabajo, lo que sirvió para dimensionar la creatividad que una revista digital puede llegar a tener para acceder a un mayor público y volverse una posibilidad real de consulta en la infinidad de propuestas que abundan en la red. Yo, siendo el único perteneciente a una revista impresa (Clarimonda se imprime pero también tiene una versión digital), hablé de la sensatez que se necesita para publicar digitalmente, no irse por esta opción sólo porque representa menos costos y elimina la distribución, sino que amerita un proyecto bien planteado, integral y saber qué propuestas y elementos se van a tener; el abordaje que debe tener el editor en ambos formatos porque así lo requiere la labor, tratando no de resolver el dilema estando de uno u otro lado, sino siendo consciente de las bondades de ambas partes porque los lectores están en cualquier sitio. Considerando que se viven tiempos difíciles para las revistas, me parece no hay lugar para la competencia, más bien se debería, como se hizo en esa mesa, dialogar y analizar las posturas para el beneficio común de todos. Estoy seguro, porque así lo manifestamos los allí presentes, que fue de gran utilidad escucharnos.
La literatura en las revistas
La segunda mesa versó sobre la importancia de las revistas culturales en la literatura mexicana, tema no menos importante, y sí de relevancia dado que en Michoacán convergen importantes escritores, quienes paradójicamente no cuentan con un proyecto estatal editorial que los apoye a la altura de sus talentos y necesidades, lo que ha venido obligando a generaciones de plumas a buscar refugio y lugares en las revistas, las cuales han servido, no sólo en el estado, sino en el país, como trampolín para obras de algunos de nuestros máximos exponentes. Y es en este tenor que revistas como Letrina y Timonel hablaron sobre sus aportaciones a la literatura mexicana por medio de sus revistas.
Pudimos escuchar cómo Letrina, surgida de la Facultad de Letras de la UMSNH, en Morelia, nació con la intención de proponer espacios de creación distintos a los del perfil académico, bifurcando el sentido de la literatura y tomando un camino mucho más vasto e interesante que el de la solemnidad y el hermetismo de la teoría y crítica literaria. Timonel por su parte, desde Sinaloa, completó el cuadro de un buen proyecto que promueve la creación literaria, que con un formato impreso bastante interesante y unos contenidos muy bien cuidados dan fe de que la literatura puede ir del libro a la revista y de la revista a la pantalla con la seguridad de que lo que en verdad importa es la calidad de su contenido.
Presentación de proyectos
La Jornada de Revistas Mexicanas terminó con la presentación de dos interesantes proyectos Cirrosis y Golfa, la primera impresa y la segunda digital. Cirrosis, publicada en un lugar paradisiaco como lo es Playa del Carmen, sorprendió a muchos, pues a decir de su editor, y como cualquiera podría suponer, que una revista de creación literaria se publique en una ciudad que vierte todos sus esfuerzos políticos y económicos al turismo, pareciera muy difícil, por no decir imposible. Quién pensaría que alguien apostaría por la literatura y la cultura sabiendo claramente que no es negocio. Aún así, fue muy grato saber que este proyecto no sólo existe, sino que se posiciona como una muy buena opción para escritores de toda la república, y a pesar de estar en un bello rincón de México, hacen un muy buen trabajo, tratando de llegar a más zonas con una oferta fresca que apoya hasta incluso al género menos publicado en revistas: la dramaturgia.
Golfa, por su parte nos sorprendió con un proyecto demasiado creativo, no es sólo una revista digital, sino todo un concepto, los editores se han dado a la tarea de crear una imagen que los identifique, la cual está sustentada por una serie de contenidos que han ido insertándose en la mente de los lectores no sólo de México sino de España, Argentina y otros países. Golfa no es sólo una revista cultural que aborda literatura, artes visuales, música, cine; además, al saber la onda que traen, te sumerges en su universo, caminos que guardan muchas cosas interesantes por descubrir.
Las chelas hermanaron la palabra
La jornada terminó de la mejor manera, la timidez que posiblemente en un principio había en el ambiente como es natural entre quienes no se conocen, se fue disipando conforme escuchábamos las mesas y las palabras de los allí presentes. Quizá al inicio había escepticismo, no todos nos conocíamos y a veces somos celosos de nuestro trabajo, pero qué gusto me dio cerrar la tarde sintiendo que una atmósfera de confianza y respeto se había forjado. Ya después, como se cierran los buenos negocios, sellamos nuestras palabras con unas cervezas. Allá en la charla informal, entre el ambiente de compañerismo nos despedimos cada quien a su destino reflexionando sobre ese intenso día, donde la palabra cobró forma, la que se verá reflejada en nuestras revistas.
Bien por los organizadores porque es a través de estas actividades que la cultura y el arte crece.