Sin importar lo que digan los amantes de las teorías de conspiración, la llegada de la misión espacial Apolo 11 a la Luna es un hecho irrebatible. No obstante, a pesar de la gran cantidad de material e información disponible, la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética ha dado al mundo del cine muy pocas películas memorables, probablemente la más recordada sea Apolo 13 (Apollo 13, 1995), de Ron Howard.
Damien Chazelle es uno de los directores en ascenso en Hollywood, conocido por su trabajo como director y guionista de Whiplash (2014), así como de la exitosa La La Land (2016). El joven cineasta decidió hacer su aporte al tema en cuestión con El primer hombre (First man, 2018), cinta que presume aspiraciones para la próxima entrega de los premios de la Academia. Su estreno, hace un mes en la cartelera estadounidense, no ha logrado hasta el momento el éxito esperado. A modo de promoción, el propio Chazelle acudió a la capital michoacana para presentar su película como la función inaugural de la 16 edición del Festival de Cine de Morelia.
El filme está inspirado en la vida de Neil Armstrong y el largo camino que lo llevó a ser el primer ser humano que puso un pie en el satélite terrestre. El guion, escrito por Josh Singer, se basa en el libro First man: The life of Neil A. Armstrong, una biografía autorizada del célebre astronauta escrita por el profesor de historia y escritor James R. Hansen (la obra está editada en español por Debate, con el título El primer hombre).
Podríamos decir que el filme está dividido en dos vertientes. Por una parte, recrea cronológicamente y con mucha precisión algunos aspectos técnicos de la misión, como por ejemplo, la reproducción exacta de las cápsulas y trajes espaciales, así como la réplica del centro de control de Houston. En otro sentido, la cinta hace un seguimiento desde la perspectiva del entorno familiar de Neil Armstrong entre los años 1961 y 1969. Vemos el paso del astronauta por los diferentes programas espaciales y las consecuencias que eso tuvo en su familia. Además, seguimos la trágica pérdida de algunas personas cercanas, sobre todo, la de su pequeña hija Karen quien murió en 1962.
El gran trabajo de diseño de producción se ve complementado con una fotografía que nos remite a la época. Las composiciones a partir de numerosos planos cerrados y escenas con cámara en mano que nos recuerdan a los mejores momentos de Terrence Malick, son novedades en el estilo del director. Y en el numeroso reparto destacan Claire Foy junto al protagonista Ryan Gosling, quien trabaja por segunda vez con Chazelle, interpretando al héroe caracterizado por ser sumamente reservado.
El acercamiento de Chazelle a su personaje es respetuoso, tal vez demasiado. Y es que personas muy cercanas al célebre astronauta fueron consultadas por la producción y al final dieron su visto bueno al filme. Solamente lo anterior, así como su duración de dos horas y veinte minutos (tal vez pudo recortarse un cuarto de hora), son los únicos puntos bajos de este trabajo que retrata con sobriedad y mesura no solo la vida de una persona, sino el lado humano de la carrera espacial, la cual marcó, junto a una serie de movimientos sociales y culturales, una época de transición en la historia mundial.