Michel Hazanavicious tiene una mal ganada fama de cineasta poco serio, probablemente debido a su proclividad a la comedia. Y es que las situaciones humorísticas se le dan bien al director y guionista francés, prueba de ello son las dos entregas del torpe agente secreto OSS 117, protagonizadas por Jean Dujardin.
A esto habría que agregar la desacralización del mito de Jean-Luc, en Godard, amor mío (Le redoutable, 2017), que le valió muchas críticas injustas, sin tomar en cuenta que el gran cineasta franco-suizo fue también un ser humano y que la historia estaba contada desde el punto de vista de su exesposa Anne Wiazemsky.
Pero la fama de Hazanavicious llegó a su punto culminante años atrás, con la película silente El artista (The artista, 2011), un entretenido ejercicio de estilo que prometía abrirle las puertas de Hollywood. Quizás no hubo propuestas interesantes, tal vez los productores lo encontraron poco rentable, pero el caso es que nunca llegó a formar parte de la industria estadounidense.
Años después de ganar el Oscar, Hazanavicius está de regreso con La carga más preciada (La plus précieuse des marchandises, 2024). Con su noveno largometraje, el cineasta francés entró de lleno a los terrenos de la animación, la cinta se estrenó en el siempre voluble Festival de Cannes y recién llega a la cartelera local gracias a la distribuidora Corazón Films.
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El guion está basado en el cuento La mercancía más preciosa de Jean-Claude Grumberg (editado en español por la independiente madrileña Tres Puntos Ediciones). El autor francés es conocido principalmente por sus obras de teatro, así como por sus guiones para películas de Truffaut y Costa-Gavras. Un primer intento de adaptar el texto de Grumberg provino de Robert Guédiguian, pero ante su negativa, el proyecto quedó en manos de Hazanavicious, con quien lo unen viejos lazos de amistad.
La historia empieza con el clásico “Érase una vez…”. Un leñador polaco y su esposa viven en lo más profundo del bosque en los aciagos años de la Segunda Guerra Mundial. Ante la imposibilidad de tener hijos, su vida transcurre en la más discreta monotonía, rota solo por el paso de un viejo tren de mercancías que tiene como destino los campos de exterminio. En uno de sus recorridos invernales, la esposa del leñador descubre sobre la nieve una pequeña que ha sido arrojada desde los vagones. Ante la reticencia inicial del marido y sin importarle los peligros que ello implica, la mujer se empeña en darle un hogar a la niña.
El director francés proviene de una familia de origen judío y aunque nunca se propuso dirigir una historia que transcurriera en el holocausto, la idea siempre estuvo presente. Ante la imposibilidad de representar con actores el sufrimiento de las víctimas, Hazanavicious decidió incursionar en el tema por medio de una de sus aficiones, el dibujo. Y es que la animación permite evocar aquello que es difícil mostrar con seres de carne y hueso. El dibujo sugiere sin imitar. Algo que va con el tono del texto de Grumberg, que parece dirigido a un público juvenil.
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El estilo visual está fuertemente influenciado por la obra del ilustrador francés Henri Rivière, quien es conocido por sus litografías y xilografías de paisajes, al igual que por sus escenas de la vida cotidiana, muy acorde a las pautas del Japonismo, muy popular en la Europa de principios del siglo XX.
Los personajes no hablan demasiado. Por una parte se entiende la parquedad en una pareja que vive aislada en el bosque, mientras que la otra vertiente de la historia, la del padre que ante la muerte inminente de su descendencia decide correr el riesgo, confiando a su hija a una extraña que mira anhelante el paso del tren. La decisión lo enmudece, el silencio habla por él y solo al final suelta una única frase. Este silencio de los personajes se ve acompañado por la voz de un narrador omnisciente, el actor Jean-Louis Trintignant, quien no llegaría a ver el resultado en la pantalla.
Es tanto lo que se ha escrito sobre el holocausto, que difícilmente se puede encontrar una nueva aproximación al tema. La carga más preciada no es completamente original ni novedosa, pero al menos no intenta mostrarnos el horror ni la miseria humana. No es una película sobre los campos sino una que nos habla sobre el poder de tomar las decisiones correctas.
En tiempos difíciles no hay una sola opción, también se puede elegir la dignidad.